“El oráculo de la fortuna” de Aldo Berríos. Palabras con el alma en un hilo.

por Tomás Vio Alliende

La última novela del escritor chileno explora lo más profundo del dolor humano, a través de un personaje inválido que se ha resignado a permanecer bajo una coraza que lo protege de quienes lo rodean. La muerte de su madre y una serie de hechos lo obligan a salirse de sí mismo para despertar en un nuevo mundo.

Lo de Aldo Berríos y la literatura es fuerte. Con estudios en psicología y arquitectura, trabaja como editor y ha escrito varias obras, entre ellas “La ballena”, un sensible homenaje a las almas perdidas con un protagonista que viaja a Japón para entender la muerte de su hijo. Esta vez, en el “El oráculo de la fortuna” (2021), Alberto Bruna -coincidentemente su nombre y apellido comienzan con las iniciales del autor- debe enfrentar la muerte de su madre. Está paralítico, en una silla de ruedas, se gana la vida escribiendo los textos de galletas chinas que predicen el futuro y se da cuenta de que debe recuperar el tiempo perdido y reencontrarse con su antiguo y verdadero amor. Viaja a Quintero con ese propósito y luego se da cuenta que las cosas no resultan como las ha planeado. Este encuentro, este choque con la realidad lo obliga a reinventarse como hombre, siempre con el recuerdo de su padre que lo dejó cuando era muy pequeño, cuando se fue exiliado a Rusia y jamás volvió. Solo le dejó como recuerdo unas muñecas matrioskas que le enviaba de regalo. Así las cosas, cabe esperar qué sucede con un hombre que ha salido a buscar su destino y que mantiene un espíritu romántico, a pesar del paso del tiempo, del desamor, los dolores de la inmovilidad y la frustración.

Las sorpresas en esta búsqueda son grandes, tremendas y hacen que el espíritu de Alberto, en su condición de discapacitado físico y moral, se vea obligado a moverse, a avanzar en la medida que sus fuerzas se lo permiten.

“Hace años que no se sentía tan indefenso, lo de sus piernas es algo menor comparado con saberse realmente solo. Alberto desearía que alguien viniera y le sacara el alma de cuajo, como si fuese una raíz seca. Un fantasma ha venido para apoderarse de sus pensamientos. Ella fingía apagarse cuando posaba su rostro en su pecho, pero él no puede hacer eso. La muerte se niega a recibirlo, lo ignora porque sabe que vale lo mismo callado y despierto”     

A esas cavilaciones se enfrenta Alberto, un personaje complejo, atrapado por su pasado, que quiere enmendar su camino. Es quizás el perfil de este hombre la mayor fortaleza de un libro que se construye en base a recuerdos, con una mirada retro y con un perfil que raya en lo romántico, en la eterna búsqueda de un individuo que solo quiere amor y que lo quieran ¿Qué se ama cuándo se ama?Es la clave que escribió en tono de poesía Gonzalo Rojas y vaya que hizo cuestionar a miles de cabezas con su interrogante y con sus nuevas preguntas: ¿qué se busca; qué se halla; qué es eso amor? Son pocas las personas que se atreverían a revelar el secreto, a entenderlo. En la contraportada del libro se escribe ¿Cuántas capas tiene el corazón humano? Nadie lo sabe, nadie se atreve a investigarlo porque es casi imposible llegar a una conclusión concreta. Lo mismo le pasa a Alberto con un ímpetu que también traslada a una sala de exámenes en una clínica cuando dialoga con Paulina, la doctora que lo ayuda a controlarse. ¿Es el alma la que vive o la que sueña? ¿Es el recuerdo el que mantiene despierto a Alberto? ¿Es acaso la voz oculta en su pecho la que le dice que debe permanecer vivo? Lo que se vislumbra en el texto de Berríos es ansiedad, el compromiso de un autor capaz de dejar lágrimas estampadas en una obra que deja las emociones y las palabras en el aire, colgando siempre de un hilo.  

También te puede interesar

Deja un comentario