El retorno de Hafsa (II Parte)

por Juan. G. Solís de Ovando

El problema que tienen los sofismas es que funcionan solo hasta que el que los escucha se pone a pensar sobre su significado: Israel tiene derecho a defenderse.

Esta sentencia repetida insistente y profusamente en todos los discursos de los representantes de Israel y sus aliados ¿significa algo? Observemos que la más elemental lógica aristotélica nos derivaría a otra pregunta. ¿No es propio de todo estado y de su esencia el derecho a defenderse? Esta pregunta básica debe juntarse a esta otra y que proviene de la experiencia concreta: ¿Ha necesitado Israel permiso de alguien para defenderse?

Para explicar la situación política del convulso Israel esa consigna resulta estéril. Y, esconde, además, una interpretación hipócrita.

La historia de Israel desde sus comienzos se ha erigido sobre la consigna del padre fundador de ese país, Ben Gurión, y que constituye el título de un libro sobre su más reciente biografía, del escritor Tom SegevUn estado a cualquier precio.

Lo que estamos viendo nos horroriza, pero no es nuevo: Israel ataca inescrupulosamente a civiles desarmados, bombardea y derrumba edificios completos, con gente en su interior, incluido niños y no hace absolutamente nada por rescatar supervivientes bajo los escombros. Impide la llegada de víveres, agua, medicamentos a las indefensas poblaciones de Gaza. Recién al escribir estas líneas se ha permitido que unas decenas de camiones entren por el paso de Rafah, fronterizo a la frontera con Egipto. Un chiste para una población que se cuenta por cientos de miles.

Israel practica el apartheid de la población palestina desde que en el año 2007 cuando el movimiento Hammas ganó las elecciones y empezó a gobernar en la franja de Gaza. Una verdadera desgracia para los palestinos de ese sector que desde entonces son gobernados con mano de hierro por una expresión del islamismo fundamentalista.

Y sin embargo la fuerza, las coordinaciones, los armamentos y maquinaria bélica y sobre todo la cantidad de combatientes nos hace pensar que Hamas no ha perdido apoyo entre la población palestina. Porque, aunque es evidente que no todos, ni la mayoría y, probablemente ni siquiera una minoría demográficamente significativa de los gazatíes militan en Hamas, basta con una masa crítica de una parte de decenas de miles para sostener una guerrilla como la de ese movimiento.

La explicación de esta situación es más que evidente. Las duras e ilegales políticas y normas impuestas por Israel -declaradas ilegales por la ONU-, dejan a los gazatíes sin alternativa: O luchar o morir. Y hasta ahora, están consiguiendo ambas, sin ganar verdaderamente nada.

Esto nos lleva a intentar entender el problema desde la mirada del contexto histórico del Estado de Israel, de su población y de la genealogía de los movimientos que los representaron ayer y sus expresiones actuales.

Por eso es útil empezar por los datos estructurales, que por definición no cambian o lo hacen a largo plazo. Yo lo llamo las aguas profundas.

Israel se constituyó sobre una gran mentira: en su territorio no existía una población con identidad nacional. Dicho en las palabras de Golda Mayerprimera ministra durante la guerra del Jon Kippur: Conozco jordanos y conozco sirios, pero no conozco palestinos. Más claro imposible: los palestinos no existen. Solo son poblaciones dispersas de ocupantes pertenecientes al reino de nadie.

Por eso y hasta ahora, la lucha de los palestinos ha sido fundamentalmente esa: existe palestina y lo demuestra luchando contra los ocupantes.

A esa gigantesca ceguera se le opone su contraria: Israel no debe existir, en tanto es un estado artificialmente impuesto por occidente. Como terminaba el senador romano Catón El Viejo cuando afirmaba: Carthago delenda est (Cartago debe ser destruida) parecen decir Israel delenda est. Y por eso también, los gobernantes del estado israelí movilizan la guerra contra la población palestina, invocando el derecho de su país a la sobrevivencia.

Hay una pugna hermenéutica que está en el trasfondo histórico-estructural de todo el conflicto. Lo que yo llamo las aguas profundas.

Esta pugna hermenéutica profunda se junta a otra coyuntural y, que probablemente se resume en estas preguntas: ¿Existe, verdaderamente en la reacción contra Israel una cuestión antisemita como suelen argüir sus gobernantes?; ¿Existe por parte de Israel una situación de dominación colonial al modo de la que estableció, por ejemplo, Francia en Argelia, como pretende alguna izquierda europea?; y la más complicada: ¿Existe legitimidad por parte de Israel en su derecho a la defensa del país a atacar a las milicias de Hamas con acciones militares que importan la matanza de gazatíes indefensos?

Entre ambas cegueras históricas, la paz ha intentado, hasta ahora, inútilmente abrirse paso en medio del asedio, el apartheid, las matanzas de civiles, las rebeliones violentas de la población palestina y las represalias sangrientas del estado judío. 

Pero lo han intentadoRecordemos que, en el año 1993, el primer ministro israelí Isaac Rabin y el líder palestino Yasir Arafat, con la mediación del presidente Bill Clinton, suscribieron un acuerdo que se dirigía a crear un autogobierno, aunque limitado, para los palestinos. Ese es el origen de la Autoridad Nacional Palestina. Es cierto que el proceso de negociación dejó conversaciones en el aire como el control de Jerusalén, el control de fronteras y el retorno de los palestinos desplazados desde 1948 con la fundación del estado de Israel, pero no es menos cierto que fue un paso importantísimo en el proceso de reconocimiento recíproco entre ambos estados. Todos mencionan el acuerdo de Oslo como el más significativo. Esfuerzo que murió con la muerte por asesinato del ministro Isaac Rabin y la muerte, posteriormente, del líder palestino Yasir Arafat, fundador de la OLP, además del incumplimiento de los plazos de retirada de Israel de los territorios palestinos. Sin embargo, Bill Clinton volvió a intentarlo más tarde en Camp David que fracasó en vísperas de la segunda intifada.

Recordemos también que, en el año 2005, fue Arabia Saudita que sostuvo un promisorio proyecto de paz en la que consiguió ni más ni menos que el reconocimiento del estado de Israel por parte de 22 estados árabes. El proyecto fracasó porque Israel no quiso recíprocamente aceptar la existencia de un estado palestino. 

Posteriormente Georg W Busch fracasó en el año 2007 en su intento de conseguir un nuevo trato palestino israelí, aunque consiguió, al menos, reunir a los líderes de ambas naciones en conflicto.

También esta ha sido la historia de una guerra interminable: la verdadera fatalidad histórica tiene la fecha de 2006, con la victoria de Hamas en la franja de Gaza que detenta el poder desde el 2007, confinando al movimiento Al Fatha del legendario Yasir Arafat, al gobierno de Cisjordania, provocando el colapso del gobierno palestino. 

Desde entonces, también, proviene la política del apartheid de Israel sobre Gaza, convirtiendo a ese territorio en una prisión de pobladores cercados, confinados, y miserables.

Desde que el 27 de diciembre de 2008 Israel inició sus ataques con bombardeos aéreos y entrada de tanques en Gaza la espiral de violencia no ha cesado: en el 2011-12 Hamás atacó a Israel con cohetes e Israel respondió con la operación pilar defensivo que tuvo como resultado la eliminación de Ahmed Jabari, jefe militar de Hamas y responsable del secuestro del soldado israelí Gilat Shalit. En esa ocasión se contabilizaron un total de 750 ataques aéreos por parte de Israel y el lanzamiento de más de 600 cohetes por las milicias palestinas.

El 12 de junio del 2014 se produjo el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes en una zona de asentamientos judíos. Israel respondió con la Operación margen protector bombardeando la franja de Gaza donde murieron numerosos civiles, entre ellos gran cantidad de mujeres y niños.

El 8 de diciembre del año 2017 Hamas movilizó a sus milicianos, cuando se cumplían 30 años desde la primera intifada a una nueva rebelión utilizando como pretexto la decisión de Donald Trump de reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Las protestas se extendieron por Gaza y Cisjordania, en una jornada denominada por Hamas el día de la Ira o Tercera Intifada. La respuesta de los judíos fue responder a las piedras con municiones de guerra que dejaron dos muertos y centenares de heridos.

Este parece ser el capítulo más intenso y desgarrador de la macabra contabilidad de una espiral interminable de acciones y reacciones violentas en una comunidad que comparte un territorio común.

Lo cierto es que ya Israel parece haber perdido la batalla comunicacional. Y, como ocurre en estos casos, ha llevado a la perdición tras de sí a todos los líderes occidentales que lo han visitado y han salido con las manos vacías. O sea, sin acuerdos de cese al fuego, sin conseguir el desplazamiento de la ayuda humanitaria por las fronteras con Egipto (hasta ahora solo un puñado de camiones), ni compromisos para que los castigos al Hamás no sigan siendo el martirio del pueblo palestino. Tampoco de esperanzas de recuperar con vida a los desgraciados civiles secuestrados.

Con 5000 palestinos muertos, 2000 de ellos bajo los escombros, y centenares de ellos niños, el rostro del Israel de Netanyahu no parece tener arreglo. Y, sin éxitos militares que los justifiquen y con evidentes problemas para atacar por tierra sin pagar costos en bajas militares, el gobierno no se sostiene en la opinión pública interna. Si a eso se agrega la reticencia de los países árabes para llegar a acuerdos con occidente, especialmente EEUU, en un escenario de escombros y cadáveres, las posibilidades de salidas políticas se encuentran cerradas. Como están cerradas las fronteras físicas de Gaza lo están las de las visiones de búsqueda de la paz en Medio Oriente.

En este momento parecen ganar los extremos. Desde luego Hamás no parece derrotado militarmente y tiene muchos rehenes en su poder y una población martirizada por los israelíes que sus discursos satanizan. Y el gobierno de Israel que promete venganza contra una organización palestina culpable de crímenes de guerra, igualmente satanizada, está armando a los colonos para seguir con su política de desplazar a los palestinos desde su territorio.

En medio de ellos se encuentran millones de palestinos envueltos en un paisaje apocalíptico y dos fuerzas que buscan abrirse paso en esta coyuntura sangrienta: La OLP que gobierna en Cisjordania y cuyo líder Abu Abbas, es la expresión de los palestinos que entienden que no hay futuro para los palestinos sin no hay paz; y no hay paz sin acuerdos entre las partes y no habrá acuerdos si no son capaces de aceptarse y reconocerse.

Por supuesto, para los palestinos del islamismo ultra, esto es contemporizar con el enemigo, y por eso los rechazan y combaten, incluso, militarmente.

Los otros que esperan y huelen la sangre como los tiburones del caribe son HiszbullaLa organización chii libanesa que cuenta con un brazo político y otro militar, pero ambos sirven en alma y cuerpo a la República Islámica de Irán, esperando el momento propicio para enfrentarse a Israel con mucho más armamento y condiciones geográficas y militares que todas las milicias palestinas. Son la mejor expresión de lo que dijese en su momento el Ayatola Jomeini: deberíamos esforzarnos por exportar nuestra revolución al mundo y confrontarlo con nuestra ideología.

Y si bien la coyuntura es cada vez más propicia para su entrada en la guerra abriendo un nuevo frente en el norte de Israel, no actuarán si Irán no lo quiere. Y este no lo querrá si esto afecta a sus intereses como país. Un espacio para especular sobre las conversaciones secretas que navegan siempre sobre la sangre inocente.

El problema fundamental es que todos los caminos que conducen a la paz en la región pasan por la salida de Benjamín Netanyahu del poder, y la constitución de un gobierno israelí sin hegemonía de los sionistas belicistas ultras.

De igual modo la coyuntura exige una renovación en la dirigencia de Hamás y la apertura de su programa a una salida política negociada entre las partes en conflicto. Y, para ello conseguir la unidad de los palestinos y un acuerdo entre los gobiernos de Gaza y Cisjordania.

Si esto es posible es algo que está por verse.

Entretanto las nuevas Hafsa -como la leona asiria de babilonia- bajo los escombros, está herida de muerte, pero promete venganza.

Malos tiempos para el primer artículo de la declaración Universal de los Derechos Humanos:


Todos los seres humanos nacen libres e iguales

en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y de conciencia,

deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

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