En marzo todos quisieron clavar su pica en Flandes

por Rafa Ruiz Moscatelli

Marzo es habitualmente un mes de proyecciones y acciones. Es un vértigo de pagos, deudas y trámites. También de reponer rutinas. La ultraderecha reafirmó su espíritu de guerra en la política y comandó a la oposición en la resistencia a discutir la reforma tributaria, donde no faltaron dudosas honorables que escaparon de la sala.

En marzo casi todos hacemos malogrados intentos por retomar lo que no funcionaba en el mismo lugar en que lo dejamos sin resolver. Cuando gracias al verano disminuimos nuestra congestión mental abriendo otros cauces neuronales, dándonos cuenta que sin abandonar el planeta ni sufrir una crisis de pánico, tampoco quedándonos pegados, podemos estimular en nuestra singular humanidad otras imágenes y sensaciones para terminar olvidando asuntos que nos parecían ineludibles.   

Marzo es habitualmente un mes de proyecciones y acciones. Es un vértigo de pagos, deudas y trámites. También de reponer rutinas. La ultraderecha reafirmó su espíritu de guerra en la política y comandó a la oposición en la resistencia a discutir la reforma tributaria, donde no faltaron dudosas honorables que escaparon de la sala.

Pero marzo tuvo sus cosas. Fue francamente verano, más allá de los anuncios comerciales sobre la llegada de la temporada otoño invierno buscando aguarnos la fiesta por adelantado, más aún en un año donde el calor no ha dado tregua.

El 8 de marzo, el día de la mujer marcó como cada año un gran hito. Se repitieron, como el 2022, grupos de encapuchados groseros y violentamente antifeministas que recibieron respuestas contundentes de parte de las manifestantes. La masiva y bullanguera asistencia reivindicó derechos de género, el no a los abusos   y una evolución que altera, ¿cómo no?, el statu quo del patriarca y las expectativas de la matriarca. Los derechos de la mujer están en expansión en las políticas y en la práctica diaria. La resistencia conservadora es cruel y burda.  

Ahora se discute y se especula – desde principios de marzo con mayor intensidad – sobre la inflación. Sorpresa, el debate ha subido de nivel, salvo en los “video basura” producidos como salchichas por los republicanos y el partido de la gente. Los demás algo reconocen que es un asunto económico nacional e internacional. En lo público es una tarea prioritaria.  En la mentalidad comercial todo sube de precio. Ese mal es una hidra con millones de cabezas que no se autorregula, y se dispersa provocando un daño enorme en los salarios y una alocada especulación financiera.

Los poderes e instituciones de la política que a esta fecha no rompen su inercia, ignorando su debilidad, terminan generando más descontento. Induciendo a los electores a optar por liderazgos llamativos, llenos de plumajes donde desaparecen ideas y proyectos, con políticas de fuegos artificiales y avisos con ofertones de supermercados, abriendo espacio al populismo por derechas y por izquierdas: esto buscaba la ultraderecha y J.A. Kast con sus viajes y conexiones internacionales neofascistas.

Una parte de la ciudadanía ha perdido interés por el proceso constituyente.  Sus gestores han desmotivado a muchos.  Con esto los candidatos al Consejo han sido perjudicados. Habrá que porfiar para que la franja televisiva sea un eje de comunicación masiva y no mera y predecible representación partidista. Es un deber casi personal leer, revisar, discutir, todo lo que elaboren los expertos y lo que se sepa de ellos para concluir en un juicio razonado sobre lo que podemos incidir en el tiempo inmediato.

En marzo casi todos quisieron clavar una pica en Flandes. La ultraderecha insiste en su defensa primitiva, evangelista, del individualismo capitalista. La crisis de incertidumbre de la economía y la sociedad debilitó la democracia, especialmente entre aquellos cuya primera regla de sobrevida es mantener lo que hay y eliminar las ideas y acciones en su contra. Este intento de apoderamiento orgánico de congelar la realidad y el pensamiento lo más posible durante su existencia terrenal, postula defenderse haciendo un uso primitivo de afirmaciones bíblicas  para rechazar los postulados de las identidades sexuales y de género y legitimar el lucro y la ambición sin límites. Y acuden tramposamente a postulados liberales como la libertad de información, para no ser limitados y menos enjuiciados por publicar información falsa. Los ultraderechistas estadounidenses y chilenos ya probaron la miel de esparcir los miedos a través de la mentira. Ahora buscan legitimar el derecho a publicar falsedades.

Otra arma del ideario global de la ultraderecha es la educación. Ellos, como, el senador De Santis de Florida EE.UU, consideran que las ideas y conocimientos discutidos en las universidades  son adoctrinamientos contrarios a los postulados conservadores, señalando que esa ilustración  contamina la pureza del sistema, alterando la ingenuidad y dulzura de los seres nutridos en el  individualismo sistémico del capitalismo cuya esfinge es el dinero. Concluyen también que la meritocracia corrompe a los jóvenes disminuyendo su idealismo en los negocios y la fuerza de las tradiciones. Ellos reclaman pureza y cierto desconocimiento informativo en la sociedad para poder mantener las cosas tal como están y no estar debatiendo hechos incómodos como la desigualdad que alteran la claridad emocional de los conformistas. Estamos otra vez ante la refundación de la defensa de la ignorancia. De ahí al cuchillo como argumento hay un solo paso.

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