Entre Lennon y Lenin

Juntos y revueltos.

Al escribir estas líneas, lo primero que debo aclarar es que el nombre lo extraje de una revista de los años 80, “Kritica, segunda etapa” En ella, el joven estudiante de sociología Manuel Canales firma con el apodo de John Lenin. La idea me pareció genial y quise firmar como Groucho Engels, sin embargo, el editor me censuró, diciendo que mi nombre era sólo una mala imitación de los comentarios del joven sociólogo. Con el paso de los años reconozco que el censor tenía razón.

Hace más de 40 años que soy amigo del censor.

Hechas las aclaraciones del caso y pidiéndole el Royalty a Canales, intentaré dar cuenta del entrecruce estético que se produjo entre los que salieron de la adolescencia durante la UP y los inicios la dictadura. Aquellos a los que les (nos)fue natural mezclar a Cat Stevens con Rolando Alarcón, Deep Purple con Los Jaivas, The Beatles con Los Quila y a Violeta Parra con Janis Joplin. Decir que los nacidos entre el 50 y el 65 fueron los que provocaron ese entrecruce es olvidar parte de la historia. Se debe recordar que años antes Víctor Jara llegó de improviso a un ensayo de Los Blops y mezcló el folklore con la guitarra eléctrica. Juan Pablo Orrego, guitarrista del conjunto, declaró, cuando se conmemoraron los 50 años del asesinato de Víctor Jara: “él nunca nos habló de política. Tenía claro que no ingresaríamos al Partido Comunista”

Víctor Jara era un artista que, aunque militaba políticamente, tenía clara la importancia de experimentar nuevas formas creativas. Esa necesidad de experimentar creativamente fue asumida por los veinteañeros de los 70/80.

La lucha contra la dictadura era tan necesaria que cabía todo, menos los dogmas estéticos. Buen ejemplo de ello fueron las agrupaciones culturales juveniles que se crearon en esos años. La Unión de Escritores Jóvenes, la Agrupación de Plásticos Jóvenes y la Agrupación Cultural Universitaria, entre otras. En estas había desde militantes de partidos de izquierda a evangélicos, de marihuaneros a muchachos de la pastoral y de hippies a independientes. Todos ellos eran jóvenes que veían en esas instancias la única forma de mostrar la canción de amor escrita la noche anterior, después de salir arrancando semidesnudo de la casa de la novia o el poema escrito por el joven estudiante de Ingeniería cuando iba hacer clases de Matemáticas a una población.

El testimonio y el recuerdo de esos jóvenes -hoy jubilados o en proceso de jubilación- se mantiene. ¿Cómo olvidar el trabajo hecho por un grupo de jóvenes del Centro Pastoral Alameda -vinculado a los SSCC– con las canciones de Serrat o no rendir un homenaje a Tati Penna (1960-2021) una de las grandes voces de la generación, parte del Grupo Abril, perteneciente a la Parroquia Universitaria?

Los que antes del golpe leían en el micro “El estado y la revolución” de Lenin – sin saber ni que era el estado ni la revolución -debieron guardar, quemar, el libro porque en Chile ya no existía estado y hablar de revolución era, particularmente, peligroso.

El papel del pueblo.

El tema no es sólo musical. En lo que a plástica se refiere, los murales se acabaron por razones obvias, un joven con un tarro de pintura era un peligro. En ese instante la muralla, el papel del pueblo según los muralistas mexicanos, da cabida al graffiti. Los llamados a protesta se instalan en los muros de pueblos y ciudades. Con esta expresión el arte se hace expansivo y se incorpora el humor, una de las grandes armas de lennonistas y leninistas. Aquello tampoco es nuevo, Bergson declara que el carnaval es una de las grandes manifestaciones humorísticas políticas populares.  Volviendo a los graffitis recordamos que en Ñuñoa aparece uno que dice: “La pequeña Lulú no es virgen. Firmado: Toby” o el rayado frente al Estadio Monumental que declara: “Jesucristo viene. Pepsi lo trae.”

El graffiti tiene un sentido de lectura e interpretación generalizado e inmediata y, por tanto, su mensaje político es multiplicador. Es por esto que, una mañana aparece en una calle de la Población San Gregorio el siguiente mensaje: “Ninguna calle llevara tu nombre Pinocho concha de tu madre”. En esos mismos días, cuando se rumorea que Contreras será hospitalizado por cáncer al recto se lee, frente a la clínica Las Condes: “Mamo, el cáncer marxista se te fue a la raja”. Cabe hacer notar que aquel rayado duró sólo algunas horas.

La mofa también abarca a los compañeros y en una pared, a cuadras de la Escuela de Ingeniería la Universidad de Chile, se dice:” Partido Socialista 45 años de lucha” Alguien le agregó abajo (Interna)

Lo mejor de estas manifestaciones populares era que no tenían firma y eso a nadie le importaba. De pronto los graffiti se transformaron en grandes papeles que cumplían el mismo rol. La noche en que se fugaron de la cárcel un grupo de presos políticos del FPMR, aparece un papel en la Plaza Italia que decía: “Ni Caszelly hacía túneles tan buenos”, ese venía firmado por el grupo Chachón.

La monocromía

La dictadura quería un país monocromático. Todos debían ser lo más parecido posible, nadie debía diferenciarse. Se recordará que los primeros días después del golpe, los militares le cortaban el pelo a los hombres y los pantalones a las mujeres. Cada uno debía cumplir un rol pre- establecido: la mujer madre, esposa o hija, el joven estudiante o conscripto, el hombre trabajador y proveedor y los niños obedientes.

Una de las formas de protestar fue no ser obediente y una manera de desobedecer era romper esa monocromía. Esta rebeldía tuvo efectos en muchos jóvenes militantes de izquierda que debieron acceder a leer y disfrutar con Borges, el escritor que ha venido a saludar al dictador, percibir el proceso de derechización de Vargas Llosa y seguir siendo lectores del peruano que apoyó a Piñera. Un gran desafío fue conocer y reconocer a Ezra Pound (1885- 1972) poeta, ensayista, músico y crítico estadounidense. Figura destacada de la poesía modernista, ideólogo fascista,​ ferviente seguidor de Benito Mussolini y un furibundo antisemita.

Durante los años 80 se lograron cosas impactantes En la Universidad me tocó conocer a un cuadro militante que reconocía, públicamente, que no soportaba a Sylvio Rodríguez. La militancia tiene sus representantes lennonista-leninista lo que se acrecienta cuando vuelven del exilio, entre otros, de Mauricio Redolés y Desiderio Arenas (1950-2016) Este último músico trabaja con Los Quilapayún y Los Ángeles Negros. El día que nace su hija, este autor, le escribe un bello poema que dice: “Afortunadamente naciste mujer, así podrás ser puta, pero nunca milico” se debe destacar que en esa época no existían las Fuerzas Armadas femeninas.

Final

Al terminar estas líneas sólo me queda decir: “Gracias Canales por favor concedido”