Despedimos a un grande y quisiera concentrarme en su inmenso legado humano artístico y cultural, ignorando lo despreciable de las autoridades que le negaron- durante 17 años- el derecho a vivir en la patria que hizo crecer con su creación literaria y musical. Y que con ese mismo sello de ignorancia y resentimiento le negaron un Premio Nacional merecido por una obra que ya hizo historia y será inmortal.
Allí en las cercanías de la Cordillera de Nahuelbuta, en Nascimiento, acostumbró su oído a los sones musicales y la lectura de cuentos infantiles por sus padres en noches de piano junto a sus cuatro hermanos. Sus viejos lo imaginaban dedicado a otros saberes, pero tempranamente Patricio ya apostaba porfiadamente por la escritura. Su genio musical se agregaría, haciendo historia por añadidura, también tempranamente ¡ y de qué manera!
A los 15 años, en tiempos escolares, intentó, con mala suerte, mostrarle un primer relato al consagradísimo Augusto D/ Halmar. Cumplidos los 16, en Chiloé, se las ingenió para entregarle un cuento al grandote Francisco Coloane, alojado en el Hotel Plaza de Ancud, quien valorándolo trajo aquel relato a la capital, para difundirlo entre escritores y críticos, animando su tempranísima vocación. El título se conocería después como Despedimiento del angelito. Difícil imaginar entonces que pasadas unas décadas Coloane y Manns firmarían libros juntos en presentaciones en Europa.
Su primera novela fue parida apresuradamente el año 1963 como respuesta a una emergencia extrema. El entonces joven reportero Manns se ganaba la vida en radio Balmaceda. En circunstancias que cubría periodísticamente una masiva manifestación sindical (Huelga de la Salud) en la Alameda, recibió el impacto de una bomba lacrimógena en sus ojos. Estuvo meses inhabilitado por una fotofobia, mientras su obsesión se acentuaba para escribir la tan ansiada primera novela. La pasión escritora y angustia del lesionado reportero periodístico que escribía durante las noches, aprovechando la máquina de escribir de la radio, se transformó en una apresurada carrera por parir el desafiante libro. Superó aquella ceguera de más de tres meses y entonces vio la luz la novela “Parias en el Vedado” y de allí no pararía con su máxima pasión, fundada en una indagación siempre exigente en su rigor y en juego con la imaginación creativa.
En estos días se recuerda el trayecto virtuoso de Manns, especialmente por la música y ¡cómo no hacerlo! Pero al tenerlo más presente, en su reciente partida, pongo el acento en aquella virtud narrativa, plagada de acontecimientos tan desafiantes como históricos que marcaron su existencia. Valga mencionar que en dicha calidad de reportero ya referida cubrió con aplicada frialdad – años después lo reconocería así – las horas previas al fusilamiento del Chacal de Nahueltoro en aquel acontecido 1963. En la primera conversación que tuve con él reconoció que enfrentar situaciones extremas fue decisivo para abordar novelísticamente el tema de la muerte tan presente en su narrativa posterior, algo en que también incidió su juvenil y cruda experiencia en las minas de carbón en Lota.
De mis conversaciones con Patricio Manns no puedo dejar de rescatar aquella experiencia, también temprana en su escritura, de la novela “El corazón a contraluz”, resultado de una aplicada indagación que le tomó cinco años, algo más que dificultados por su ya forzada lejanía de Chile. Esa notable narrativa instalada en espacios privilegiados por la pluma de Manns – como fue Tierra del Fuego- devela bien su genialidad para un relato donde la ficción se cruza casi imperceptiblemente con la realidad histórica del encuentro y contraste entre dos personajes entrañables, contrastando la brutal práctica exterminadora de Lulius Popper – no exenta de una formación académica y calidad de conferencista, funcionales a su arrollador poder – con el encanto, belleza, cultura y sabiduría de la joven aborigen selknam Drimys Winteri, que termina humillándolo y derrotándolo desde la magia de una fuerza inasible para el devastador, a las luces de entonces aparentemente invencible, y frustrada para un amor que las sombras de Popper no pueden superar.
Valga aquella referencia como una simple alusión al genio narrativo de Patricio Manns. El año 1973 obtuvo el Premio Municipal de Literatura, siendo frustrada su entrega formal por las circunstancias del golpe de Estado. Quizás una señal marcadora para la ignorancia de los poderes que, pasadas largas décadas de una creación literaria y musical monumental, le negaron reiteradamente sendos premios nacionales.
Su fecunda historia de patria y exilios deja una huella imposible de ignorar y está incorporada entrañablemente en el sentimiento y razón de millones de chileno(a)s que lo continuarán escuchando y leyendo por generaciones.
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