Erick Pohlhammer no quería lágrimas a la hora de su partida. Se fue temprano y ya no está en condiciones de impedirlas en tanto(a)s que lo quisieron durante su intenso transitar marcado por las buenas vibras que transmitió generosamente, incomodando a tontos graves.
Supo hacer ruido con su premiado talento poético, pasión futbolera y desconcertantes ocurrencias. Aprovechó a concho el arbitrario tiempo que brinda el destino a sus transeuntes pasajeros.
En estos días se han multiplicado las palabras de cariño y reconocimiento por lo que sembró con humanidad desatada.
Quizás esperaría que alguien recordara algunos de sus versos dedicados hace años a la propia partida, en tiempos que nadie la imaginaba …
No vaya a mi funeral con cara de funeral
Vaya a mi funeral como se va en Tour Bus al mar
Vaya a mi funeral como se va a un carnaval
Como se va a ver a un marino a la Escuela Naval (…)
Cuando uno estira la pata no se lleva nada
Ni siquiera la suela usada de una alpargata
Váyase en radiotaxi por Avenida Matta
Si se desvía en el camino no venga nada(..)
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La juvenil poesía de Pohlhammer fue atrevida desde tiempos de la dictadura.
El año 1978 inauguró las páginas de la revista “La Bicicleta” con sus versos de “Los Helicópteros”
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…hasta que llegaron los helicópteros
y los helicópteros se establecieron desde allí hasta siempre
girando y sumbando como tábanos
de acero los helicópteros
girando sobre nuestros cerebros
que desde allí en adelante
se limitaron a recordar las épocas previas
a los helicópteros
épocas llenas de esperanzas aquellas
épocas que si bien
hasta que llegaron los helicópteros con su zumbido
que se inflitró hasta siempre
en las estructuras cerebrales de las generaciones posteriores a las nuestras
posteriores a las generaciones anteriores
que intentando llevar a cabo la esperanza
fueron sorprendidos por el ronquido de los helicópteros
poniéndose término así
a una visión de la vida de la historia y de las cosas
distinta a la llegada de los helicópteros
imponiendo estos
lo que sería denominado por los historiadores venideros
como “el sistema de rodaje de los helicópteros concéntricos”
que no fue otra cosa que
el continuo ir – venir -ir- venir -ir- venir
de los helicópteros
en torno a un mismo círculo bajo el cual
nacieron vivieron y murieron el resto de las generaciones.
¡Buen viaje Erick Pohlhammer!