Tengo que dejar de casarme con hombres que se sientan inferiores a mí. En algún lugar debe haber un hombre que pueda casarse conmigo sin sentirse inferior.
Mi cara es una máscara que no puedo quitarme: siempre tendré que vivir con ella. La maldigo.
Cualquier chica puede ser glamorosa. Todo lo que tiene que hacer es quedarse quieta y parecer estúpida.
(Hedy Lamarr)
Durante los meses transcurridos desde marzo a la fecha, se ha acentuado mi pasión por recorrer la internet en alas de algún dato o información que despierta mi interés. Una pasión que data de muy antiguo, pero que hoy encuentra un camino luminoso al amparo de la WiFi y el Bluetooth. De esta forma, en mis navegaciones por internet me di de bruces con una información que, primero me pareció poco creíble y que al comentar con mis hijos millennials me costó soportar miradas incrédulas y enfrentar sus caras de escepticismo ante mi afirmación de que la Wi Fi y el Bluetooth habían sido inventados por una mujer, es más, por una actriz que nunca habían oído nombrar. Por supuesto que sus ágiles dedos iniciaron una búsqueda inmediata en las redes a través de sus celulares para cotejar que su madre no se había vuelto loca o entrado en la etapa de la demencia senil … Mi hijo mayor fue el primero que, con ojos sorprendidos, reconoció que no estaba desvariando y comunicó que era cierto, que esa actriz considerada una de las mujeres más bellas del mundo y de la pantalla, esa mujer que nació en un tiempo pretérito, un 9 de noviembre del año 1914, en Austria, hace más de un siglo, cuando el mundo no existía para los millennial, esa mujer, una actriz glamorosa, fue también inventora e ingeniera de telecomunicaciones y patentó una versión temprana de comunicación de espectro ensanchado, que es parte de la base de las tecnologías inalámbricas como Bluetooth, Wifi y otros componentes de las redes inalámbricas modernas sin las cuales ni siquiera imaginamos poder vivir, más aún en tiempos de pandemia donde se han convertido en los soportes de nuestras relaciones sociales y laborales.
una actriz glamorosa, fue también inventora e ingeniera de telecomunicaciones y patentó una versión temprana de comunicación de espectro ensanchado, que es parte de la base de las tecnologías inalámbricas como Bluetooth, Wifi
Hedy Lamarr nació en Viena con el nombre de Hedwig Eva Maria Kiesler. Fue la única hija de un banquero de Lemberg y una pianista de Budapest que, aun siendo de origen judío, se habían criado en el catolicismo. Desde niña destacó por su brillantez intelectual siendo considerada por sus profesores como superdotada. Creció escuchando las interpretaciones de su madre al piano y ella misma, desde pequeña, tocó este instrumento a la perfección y con apenas 16 años comenzó sus estudios de ingeniería. Tres años más tarde los abandonó porque la vena artística, que también destacaba en su personalidad, pudo más, al menos en aquel momento, y empezó a trabajar en el teatro como alumna del director Max Reinhardt.
Desde niña destacó por su brillantez intelectual siendo considerada por sus profesores como superdotada.
Hedwig Eva Maria Kiesler (que pasaría a la historia como Hedy Lamarr) llegó a ser una diva del cine americano, pero también una notable ingeniera que llegó a patentar el primer sistema basado en el espectro ensanchado, invento que no se desarrolló hasta tres años después de que la patente caducara, de modo tal que Lamarr no llegó a recibir los réditos correspondientes a su invención.
Hedwig Eva Maria Kiesler (que pasaría a la historia como Hedy Lamarr) llegó a ser una diva del cine americano, pero también una notable ingeniera que llegó a patentar el primer sistema basado en el espectro ensanchado
En 1933, en el auge del cine mudo, se convirtió en la primera mujer en aparecer desnuda en una película comercial y también en la primera en simular un orgasmo en la gran pantalla, fue en el film Éxtasis; ese mismo año fue obligada por sus padres a casarse con su primer marido (llegaría a tener seis) Friedrich Mandl, el matrimonio duraría apenas 4 años y Hedwig (pronto Hedy Lamarr) logró escapar con lo puesto para recordarlo siempre con horror.
Antes de su fallido primer matrimonio había rodado cinco películas, la checoslovaca Éxtasis y cuatro más en Alemania, en Hollywood rodaría unas 30 películas más con dispar éxito, pero, con todo, logró hacerse un hueco como uno de los rostros más bellos del cine.
Cuando Hedy Lamarr llegó a Estados Unidos llevaba con ella toda la información confidencial que había acumulado durante su matrimonio y se la ofreció al gobierno americano -su todavía marido era simpatizante del fascismo pero ella, como judía, no podía en modo alguno sentirse cercana a Hitler-; pese a que no fue tomada en serio por las autoridades y se le aconsejó limitarse a colaborar vendiendo bonos para financiar la guerra, continuó compaginando su carrera artística con sus trabajos de ingeniería, hasta lograr patentar, junto al compositor George Antheil, su sistema de comunicación secreta. Antheil era un pianista y compositor norteamericano, admirador de Stravinsky e inmerso en los movimientos dadaísta y futurista quien había protagonizado un escándalo mayúsculo en el Teatro de los Campos Elíseos de París, con el estreno de su obra Ballet Mécanique. La “orquesta” de este ballet estuvo compuesta por dos pianos, dieciséis pianolas sincronizadas, tres xilofones, siete campanas eléctricas, tres hélices de avión y una sirena. A pesar del apoyo de figuras como Erik Satie, Jean Cocteau, Man Ray y James Joyce, la reacción mayoritaria del público fue de un rechazo violento y prácticamente destruyeron el teatro.
Cuando Hedy Lamarr llegó a Estados Unidos llevaba con ella toda la información confidencial que había acumulado durante su matrimonio y se la ofreció al gobierno americano
A pesar del apoyo de figuras como Erik Satie, Jean Cocteau, Man Ray y James Joyce, la reacción mayoritaria del público fue de un rechazo violento y prácticamente destruyeron el teatro.
El sistema patentado por Lamarr y Antheil no fue utilizado inmediatamente porque ofrecía todavía dudas y dificultades para su desarrollo. Pero años más tarde, tras la evolución de los microtransmisores, la empresa americana Sylvania Electronics completaría su desarrollo reconociendo la patente de la “transmisión en espectro ensanchado por salto de frecuencia”, de Lamarr y Antheil aprobada en agosto de 1942 cuando Estados Unidos ya estaba en guerra con Japón y Alemania.
Pero años más tarde, tras la evolución de los microtransmisores, la empresa americana Sylvania Electronics completaría su desarrollo reconociendo la patente de la “transmisión en espectro ensanchado por salto de frecuencia”, de Lamarr y Antheil aprobada en agosto de 1942 cuando Estados Unidos ya estaba en guerra con Japón y Alemania.
A esta actriz, ingeniera de telecomunicaciones e inventora su glamour le jugó en contra y eclipsó sus otras facetas. Los años y el escaso, por no decir nulo reconocimiento a su talento como inventora la amargaron profundamente. Cuando por fin, el año 1997, le anunciaron la concesión del Pioner Award se quedó imperturbable y comentó escuetamente. “Ya era hora” (it’s about time). La ceremonia de entrega tuvo lugar en San Francisco y asistió en su representación, su hijo. Ese mismo año, junto a Antheil, recibió el Bulbie Gnass Spirit of Achievement Award, así como una distinción honorífica concedida por el proyecto Milstar. En 1998, la Asociación Austriaca de Inventores y Titulares de Patentes le concedió la medalla Viktor Kaplan y, como colofón, en el verano de 1999, el Kunsthalle de Viena organizó un proyecto multimediático de homenaje a la actriz e inventora más singular del siglo XX.
Hedy Lamarr falleció junto con el siglo, precisamente el año 2000. En Austria y otros lugares del mundo, el Día del Inventor se celebra el 9 de noviembre en su honor.
Hedy Lamarr falleció junto con el siglo, precisamente el año 2000. En Austria y otros lugares del mundo, el Día del Inventor se celebra el 9 de noviembre en su honor.
2 comments
Súper interesante!me atrae su lectura al poner en vigencia hechos reales de forma amena!
Impresionante que una bella cara tapara una inteligencia de tal magnitud. A menudo se dice que no hay que juzgar un libro por su portada. Este es un caso claro en que hombres incapaces de reconocer el increible talento de ingeneria perdieron años de avances. Una mujer inteligente terroriza a los hombres de poca valentia