Ideas y Valores

por Mario Valdivia

Corre una queja de la poca importancia que le están dando las candidatas a la cultura. Aparentemente sus mensajes son muy pobres en ideas y valores. 

Con una amiga nos preguntamos por la cultura que se comprende a sí misma como un set de ideas y valores acarreadas por mensajes. No la que se entiende como conductas y sentimientos, de seguro. Bueno, no es que no vea esta parte, la del comportamiento cargado afectivamente – es obvio que la cultura es   comportamiento práctico -, sino que presupone que la acción obedece a ideas normadas por valores. Ahora, como los valores no son más que ideas éticas o morales, se trata de una cultura que se comprende a sí misma como ideas que presiden nuestra conducta. Ideas que se mensajean de preferencia por los medios de comunicación masivos.

Una cultura muy intelectualizada, entonces. Actividades en las alturas de mentes claras, no tanto el tanteo apresurado improvisador de la vida diaria terrestre. Otra que aquella acarreada por hábitos afectados, y después – de ser necesario – se puede justificar con ideas. Cultura de profesores, entonces, de sala de clases, de autoridades protegidas, a diferencia de la cultura de entrenadoras e imitadores, bailarines, plásticos, cocineros, artesanas y emprendedores, padres y madres, carretes juveniles, convivencias con mascotas, vecinos y vecinas. Una que da por obvio que no hay cultura en las bajuras si no es moldeada y motivada por conceptos de altura. Que se comunica intercambiando mensajes con ideas, y se enseña de arriba a abajo desde quienes las conocen a quienes las ignoran. Fatalmente un poquito condescendiente, autoritaria, generalizadora y abstracta. Latera con tutti, como cura en púlpito. 

Mi amiga me sale con el cuento de que el rock and roll acabó con el socialismo real. Podría ser verdad, después de todo hirió de muerte a instituciones mucho más venerables, como la Santa Madre. Es una posibilidad que puede hacerle mucho más sentido a un rockero que a un profesor de economía. Cero ideas, cero valores, puro meneo desordenado, el baile de los orangutanes lo llamaron viejos comunistas muy cultos. Participar en la cultura rockera consiste en bailar la música y cultivar su soltura, latearse con el orden, sospechar del buen criterio, despreciar la solemnidad, huir de los conceptos. Nada que ver con convertir el rock en ideas y comunicarlas en los medios de comunicación, sino añorar la tocata. Habría que diferenciar la cultura y el antropólogo que la estudia como tema, el rockero y la comentarista musical de la tele. Tener conocimientos, nada que ver con ser culto. Ni siquiera se parecen, salvo en la cultura profesoral, la sala de clases, el púlpito. 

Mi amiga dice que antes de preocuparse de la falta de ideas y valores de los candidatos, de la pobreza de sus mensajes, vale la pena cachar sus hábitos y sintonizar con las emociones que los mueven, la firme de su cultura. A fin de cuentas, deben ser ejemplares muy competentes de la cultura política, por algo llegaron donde están. ¿Cómo hacerle?, es la pregunta. Mi amiga sugiere confiar en nuestras emociones, antes de preocuparnos de los mensajes temáticos de los candidatos. ¿Nos apestan, nos caen bien, nos latean, nos producen sospecha, nos generan confianza, respeto, desprecio, vergüenza ajena, alegría, fastidio…? Asegura que vale la pena respetar las emociones que movilizan nuestro comportamiento habituado. Son las que, a nosotros, nos han traído a donde estamos. Después, si se quiere, podemos buscar ideas que las justifiquen y comunicarlas en sesudas columnas de opinión. Mi amiga asegura que a ella le caería bien el compadre que vota por X simplemente porque le cae bien. Al final, digo yo, es lo que hacemos de todos modos, cada una como parte de su culturita.                

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