Por Felipe De la Parra Vial
“Y el verso cae al alma / como al pasto el rocío” / Poema 20, Neruda.
En los últimos días del año pasado, el legendario conjunto de la Nueva Canción Chilena, Inti Illimani, encabezado por Jorge y Marcelo Coulón, estrenó en Santiago su nuevo álbum “Agua” con el músico italiano Giulio Wilson, en tres conciertos en el Teatro Nescafé de las Artes, después de una exitosa gira internacional y nacional. A las horas siguientes, se subían a un avión para iniciar el año en un concierto en Berlín. Por esas mágicas convergencias del destino, el Inti Illimani volvía 50 años a la capital alemana, donde había actuado por primera vez en el X Festival de la Juventud y los Estudiantes, y hacía su estreno en la televisión europea.
“Somos agua y sentimiento / Somos agua que no olvida / Somos agua en movimiento / Somos agua, somos vida / Agua consagrada / Agua organizada / Sin agua, no somos nada”[1].
Cantan. Y no se sabe si son ellos o es el público emocionado, de pie. El agua brota cristalina en el decir, serpenteante, transparente, que salta en cascada para que nadie la alcance, que se va de río rebelde, donde no se rinde, que no se deja alcanzar, viva de milenaria de nieve, que vuelve siempre, como agua nuestra, de toda la vida, que vuelve a todas las manos.
Cantan. Un himno de 50 años para los días de hoy, para el futuro. Sí, el mismo Inti Illimani, que no se queda viviendo como un grupo musical de tributo de sí mismo, tautológico, que sobrevive con los éxitos del pasado. Deja de ser un museo.
“Vale la pena, amarse todavía / Dejar la prisa y cultivar la paciencia / Caminar lejos sin notar la distancia / Sentirse grande, incluso en minoría.[2]”
Cantan. La audiencia sale a las calles imaginarias entre el aplauso y la emoción, la memoria y los días de hoy, como si vivieran en otro Chile, como un contradiscurso a los noticieros y matinales que se vive en los medios de comunicación, como si el país tuviera de capital la perversa “seguridad ciudadana”, en rogativa a Estado de Sitio.
“En los días de la vuelta / dale una vuelta a tus días / vuelta a la nueva cultura / la cultura de vivir.[3]”
La propuesta musical del Inti Illimani y Giulio Wilson abre las ventanas para el aire fresco, que invade las calles de la utopía. Nos recuerdan las artes como la constructora de la épica de los pueblos libres, que siempre se sueñan. Apunta a la crítica de la cultura que se concursa como una financiera, que prioriza la subsidiaridad que esconde y olvida al Estado y que se encubre en la preferencia de la hacienda pública. A esa cultura que se pone al final de la fila, de los territorios y de los artistas.
Cantan. Y sus voces siguen siendo universales, nuevas, populares, chilena e italiana, andina y clásica. Todos cantan y bailan. Cambian el mundo otra vez en la defensa del medioambiente.
“Quiero vivir la vida / una vida nueva / para ser mejor / para cambiar el rumbo / ‘sotenibile’ (en italiano) / como una flor que en el desierto crecerá[4].”
El Contrapunto
El contrapunto a la luminosidad illimanezca (Illimani y amanezca), es volver al río de Heráclito de Éfeso y entender la vida desde los opuestos.
En Argentina, los cielos se nublan en las Artes y la Cultura.
La Unión de Escritoras y Escritores de nuestro país hermano denuncia al gobierno del presidente Javier Milei que “manifiesta una frontal hostilidad hacia las trabajadoras y los trabajadores, la democracia, la república y su carácter federal, lo que también quiere decir hacia la libertad de expresión.[5]”
En Argentina, el gobierno trabaja en apagar las luces de la cultura, apuesta al “apagón cultural” del porvenir neoliberal, “elimina la Ley de precio único del libro, desregula la importación, elimina el Fondo Nacional de las Artes y el Instituto Nacional del Teatro, desfinancia y limita el funcionamiento plural y representativo de la Conabip y el INCAA.[6]” Como señalan las escritoras y escritores trasandinos “convertirá a la industria en una selva en la que su presa será, entre otras, la constelación de librerías —alrededor de 1.300 en todo el país.[7]”
Desaparecen el Fondo Nacional de las Artes y el Instituto Nacional del Teatro (me suena parecido a Chile). Queda a medio camino el Instituto Nacional del Libro y elimina el financiamiento que apoya el funcionamiento de más de 1.500 bibliotecas populares en todo el país, creadas y sostenidas por las propias comunidades locales, –fundada por Sarmiento en 1870.
Por eso y por esto otro, el cantar del Inti Illimani y Giulio Wilson nos recuerdan que vale la pena, en los días de la vuelta, darle una vuelta a los días.
Nos enseñan que el futuro está más cerca de lo que se cree de las constituciones que nunca fueron.
Cantan.
“Si la calle no se suelta / no se suelta el porvenir / el porvenir va a venir / si la revuelta perdura / frente a la nueva cultura / la cultura de vivir[8].”
- Crédito: Sebastián Domínguez para Teatro Nescafé de las Artes. Foto del World Tour.
[1] De la canción “Agua”.
[2] De la canción “Vale la pena”.
[3] De la canción “Revuelta”.
[4] De la canción “Sostenibile”. Cantada en italiano.
[5] Declaración de la Unión de Escritoras y Escritores de Argentina. 28 de diciembre de 2023.
[7] Ídem, anterior.
[8] De la canción “Revuelta”.
1 comment
Exlente trabajo de memoria histórico musical, para no sepultar. Gracias