Hay lugares que se convierten en leyenda, espacios donde los sueños y anhelos de aquellos ciudadanos comunes se transforman en ansias para vivir y respirar un suspiro de personajes míticos objeto del deseo de muchos. Entre ellos se encuentra el Chelsea Hotel, ese viejo edificio de ladrillo donde murió de alcoholismo el poeta Dylan Thomas, también el escenario de la turbia muerte de la pareja sentimental de Syd Vicius, el lugar donde Bob Dylan compuso algunas de sus mejores canciones y el lugar donde innumerables músicos como Jimi Hendrix, los miembros de Grateful Dead, Arthur Miller o Thomas Wolf habitaron. También, y no menor, fue el escenario de la noche de amor de Janis Joplin y Leonard Cohen.
Este año, durante este mes de octubre, la Dama blanca del rock habría cumplido ochenta años, la misma edad que otras leyendas vivientes como Mick Jagger y Paul McCartney ya han enterado… el mismo año en que Jimi Hendrix y Jim Morrison también los habrían alcanzado. Los dos primeros continúan vivos, los tres últimos murieron, a la edad de 27 años, con poca diferencia de meses.
Janis Joplin nació en 1943 en una conservadora familia religiosa de Texas que nunca entendió su personalidad ni su talento que fue combatido como pecado y padeció desde muy niña las críticas de sus compañeros que la apodaron “el chico más feo de la escuela”, lo que la llevó al convencimiento de ser irremediablemente fea y a renegar de “sus ojillos de cerdo”, razón que desencadenó sus inseguridades y complejos que desembocaron en relaciones sentimentales autodestructivas tanto con hombres como mujeres. Inseguridades que nunca pudo superar pese al abuso del alcohol y de drogas como la metedrina y la heroína que causaron estragos en su salud física y emocional (llegó a pesar solo 35 kilos). Apenas cumplidos los 18 años se alejó de su familia, a la que no regresó jamás, y empezó a cantar en bares, fuertemente influida por Bessie Smith, Odetta, Ma Rainey o Billie Holiday, todas afroamericanas.
Te recuerdo claramente en el Hotel Chelsea.
Ya eras famosa, tu corazón era una leyenda.
Volvías a decirme que preferías hombres bien parecidos,
pero que por mí harías una excepción. De Chelsea hotel, Leonard Cohen
Su tierra natal siempre le fue hostil y ya a los 19 años se trasladó a San Francisco donde se sintió libre para vivir y sumergirse entre la generación beatnik, el hipismo y la contracultura emergente rodeada de músicos que la ayudaron a presentarse en escenarios y estudios, imponiendo su voz siempre afinada a pesar de “desgarrarla” de manera constante como una forma de manifestar su emocionalidad más cruda. Así, Janis poco a poco pasó a ser la dama blanca del rock, la bruja cósmica y, finalmente, Pearl, a través de un intenso y breve lapso de tiempo que la convirtió en un ícono para muchos que a fines de la década del sesenta, se enfrentaban a una sociedad represiva y conservadora producto de la Segunda Guerra Mundial y las políticas macartistas, y donde las mujeres se agrupaban en los movimientos feministas, los jóvenes en la lucha contra la guerra de Vietnam, y emergían con fuerza los movimientos pacifistas y las luchas por la reivindicación de los derechos civiles de la población afroamericana. Una década extraordinaria y convulsa. Pero, pese al éxito, no logró ser impermeable a las críticas que la cuestionaban constantemente incluso en su sexualidad (nunca quedó absolutamente claro si era heterosexual o lesbiana).
Se le conocen muchos amores, la mayoría de ellos hombres, pero también, al menos dos mujeres importantes en su vida: Jae Whitaker con quien compartió un año de su vida y Peggy Caserta, la última novia formal que tuvo y probablemente el gran amor de su vida.
Cuenta la leyenda que Peggy obsequió unos jeans Levis a Janis y desde ese día ambas comenzaron una relación que iba más allá de una amistad. Se sabe que Peggy fue más significativa en la vida de la Dama Blanca del Blues, pero que la adicción de ambas a la heroína terminaría por separarlas.
Entre sus amores masculinos estuvieron David Niehouse con quien viajó durante la primera parte de 1970 por todo Brasil como dos típicos beatniks, y a Seth Morgan, un joven estudiante de la Universidad de California con quien pasó sus últimos meses de vida y con quien se comprometió para casarse.
Y también a quien no sería un amor propiamente tal, pero con quien vivió una sola noche de pasión en el Chelsea Hotel, aquel que la inmortalizó en una canción inolvidable: Leonard Cohen, el canadiense que murió hace pocos años, poco después de obtener el premio Príncipe de Asturias (el único músico en obtener este galardón literario. Cohen integra el Rock´n Roll Hall of Fame en USA y en Canadá. Es uno de los grandes que destacó tanto en la escritura como en la poesía y la música. Uno que ha logrado innumerables versiones de sus canciones y cuyos poemas son éxito de ventas en las librerías más cultas. Por su obra fue postulado al premio Nobel de Literatura, al mismo tiempo que Bob Dylan, quien al final se llevó el gran título de ser el único músico en obtener el galardón literario.
La leyenda cuenta que Janis regresaba a su cuarto cuando se cruzó en el ascensor con Leonard. Janis le preguntó si sabía dónde se hospedaba el guapo Kris Kristofferson, que le había regalado “Me and Bobby McGee”. Cohen, en un rápido reflejo le habría contestado algo como, “Señorita, está usted de suerte el día de hoy: yo soy Kris Kristofferson”. La broma hizo gracia a Janis y ambos pasaron la noche juntos, sólo fue una noche, pero dio lugar a una de las mejores y más controvertidas canciones del canadiense.
Los primeros discos de Janis fueron Big Brother & the Holding Company y Cheap Thrills, que iniciaron la expresividad salvaje de su manera de cantar, a la vez indestructible y suplicante. Cheap Thrills (y su bellísima cubierta diseñada por el destacado artista Robert Crumb) sobresalió por apropiarse de estilos como el doo wop, el soul o el blues y asignarles una impronta rockera, en la que se lucen temas como “Piece of My Heart” o su inolvidable versión de “Summertime”.
Janis Joplin fue disruptiva en muchos aspectos. Siempre con un ánimo rebelde tanto en la música como en su vida personal, la gran ‘Bruja Cósmica’ logró ganarse el cariño de sus fanáticos con su personalidad apasionada y vibrante.
Considerada como una de las mejores artistas de la contracultura en los años 60, a lo largo de su carrera, Joplin se destacó por sus composiciones llenas de melancolía y desamor, las cuales interpretaba a través de su característica voz que marcó un antes y un después en la historia del rock.
Además de interpretaciones con Big Brother, Janis grabó Got Dem Ol´Kozmic, Blues Again Mama! y Pearl, entre otros. El último, editado de manera póstuma, sirvió como eslabón final en la cadena para afianzar la leyenda de Janis como cantante definitiva en la historia de la música popular.
En la portada de Pearl, publicado póstumamente Janis luce la impronta hippie del sueño de comunidad y de amor, ropas sueltas, accesorios, su cigarro y una botella. Pero, sobre todo, se la ve bella, sonriente, pícara.
A finales de 1970, se trasladó a Los Ángeles a grabar Pearl. Tras la grabación salieron a festejar con la banda a un bar. Pero, al día siguiente, 4 de octubre de 1970, Janis Joplin fue hallada muerta en su habitación del Landmark Motor Hotel por una sobredosis de heroína, según el estudio forense. Pero no se encontraron jeringas en el lugar. Todo un misterio.
Joplin despliega una asombrosa versatilidad vocal mientras infunde un dramatismo y una pasión tangibles a sus palabras¨, señaló el crítico Jim Harrington.
Su muerte fue, en sí misma, todo un hito: no sólo por las circunstancias dudosas en que fue encontrado su cuerpo, sino porque ocurrió cuando ella tenía 27 años, cifra que se repitió en el tiempo en el deceso de diversas figuras de la música que pasaron a integrar con ella el infausto Club de los 27.
Cuando su disco póstumo, Pearl (su apodo) vio la luz, sus cenizas ya habían sido esparcidas en el mar, en la costa de aquel Pacífico que la catapultó a la fama. Como parte de su testamento, Janis había dejado 2.500 dólares para celebrar una fiesta en caso de que muriera. Sus amigos cumplieron su deseo y la celebraron con 300 personas. La invitación a su velorio mostraba el espíritu que primó entre su familia y amigos:
“Las bebidas corren por cuenta de Pearl”.
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Felicitaciones Cristina, fantástica y maravillosa crónica sobre Joplin. Refleja la vida, su carrera como la gran e inolvidable artista que fue, sus canciones, amigos y amores. Todo en el contexto artístico, cultural y social de una época inolvidable.