En reciente entrevista con El Mercurio, el alcalde de Valparaíso se refirió críticamente a las opciones políticas asumidas por el actual gobierno, imputándole una claudicación a las ideas propias en ámbitos de su gestión: ”a uno lo eligen para gobernar con las ideas que presentó en su programa, en su propuesta, y no con ideas ajenas”.
Sharp parece olvidar que en la primera vuelta de la elección presidencial del 2021 el candidato ultraderechista, Jose Antonio Kast (JAK), alcanzó el primer lugar con el 28% de la votación, mientras Gabriel Boric sumaba el 25,7%. Para conseguir el 56,2% en su elección en segunda vuelta, el actual mandatario sumó, en buena medida, la adhesión de los votantes de la ex Concertación que apoyaron al abanderado de Apruebo Dignidad.
El nuevo escenario político no significó, como dice Sharp, una supuesta ”claudicación a las ideas propias”, sino un ajuste del programa de primera vuelta, acogiendo algunas de las propuestas del socialismo-democrático, paso necesario para derrotar a JAK. Más aún, luego del resultado del plebiscito constitucional, el mandatario optó por ampliar la coalición que lo respalda, abriéndose a la participación directa en su gabinete de aquellos sectores que incomodan al alcalde porteño.
La experiencia histórica ilustra suficientemente que quienes se proponen modificaciones al sistema económico-social requieren reunir sustantivas fuerzas para enfrentar a los adversarios refractarios al cambio social, minoritarios pero poderosos. Valga consignar que la poca claridad sobre una estrategia de desarrollo del país continúa siendo un desafío pendiente para el progresismo. Si se carece de aquella nitidez programática se hace, a lo menos, más difícil convocar a las mayorías sociales y políticas.
En el actual contexto interno y externo, condicionado entre otros factores por los efectos de la pandemia y la guerra en Ucrania, se hace más evidente la necesidad de asumir los desafíos de cambios estructurales, que surgen de las urgentes demandas sociales, con una mirada que trascienda lo inmediato y el corto plazo. En ese entendido cabe exigir diligencia y eficacia gubernamental.
En aquello sí se puede demandar nitidez y decisión ante el poder legislativo, aunque algunos proyectos se entraben y/o sean rechazados por la derecha y sus aliados, de tal modo que la obstrucción opositora pague los costos ante la ciudadanía.
Por lo mismo es tan decisivo hacerse cargo de lo prioritario en las definiciones que continué asumiendo el gobierno en materia de sus principales reformas contenidas en el programa con que llegó a La Moneda. El riesgo es perder aquella mirada que trasciende el corto plazo y transitar a ciegas y/o solo en términos reactivos, de marchas y contramarchas.
En este desafío mayor poco contribuye la miopía política, o perder la brújula, como ocurre con los dichos del alcalde Sharp. El desafío mayor es sumar el máximo de las fuerzas políticas y sociales, en la convicción de que el gobierno del Presidente Boric representa la mejor oportunidad para avanzar en resolver los urgentes problemas que afectan a la inmensa mayoría de chilenas y chilenos.