El trabajo de Rosalind Franklin hizo posible uno de los descubrimientos más importantes del siglo pasado: clarificar la estructura de doble hélice del ADN, vital para la comprensión de la vida.
Entre más investigo sobre la vida de las mujeres, más me sorprende la brevedad del tiempo en que han sido respetadas como personas y del inverosímilmente largo período de la historia en que el género femenino fue ignorado y, más aún, insultado, minimizando su capacidad intelectual hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo veinte, por ser generosa con el presente. Grandes mentes científicas y humanistas fueron así ocultadas o tuvieron que luchar tenazmente para obtener el reconocimiento, generalmente en forma póstuma.
Grandes mentes científicas y humanistas fueron así ocultadas o tuvieron que luchar tenazmente para obtener el reconocimiento, generalmente en forma póstuma.
Uno de los casos más sorprendentes, no el único, por supuesto, es el de Rosalind Franklin, la mujer, la científica, la química y cristalógrafa británica que descubrió la estructura de la vida, considerada por muchos como la científica más importante después de Marie Curie. Esta mujer no vivió hace doscientos, trescientos o más años atrás, sino que nació a poco andar el siglo veinte, de hecho, este año se cumplió el centenario de su natalicio el 25 de julio de 1920 y murió prematuramente en 1958, a la edad de 37 años, producto de un cáncer de ovario que hoy se asocia a las largas horas de exposición a los rayos X.
murió prematuramente en 1958, a la edad de 37 años, producto de un cáncer de ovario que hoy se asocia a las largas horas de exposición a los rayos X.
Siendo muy joven, partió a trabajar a París donde aprendió la técnica de difracción de Rayos X en la que se convertiría en experta a nivel mundial y aplicaría a la investigación de la molécula del ADN. En el plano estrictamente personal, durante su estadía en París adquirió una gran pasión por los bistrós, la comida en el campo, la cocina, las montañas, esquiar y acampar. Hizo amigos para toda la vida y, cuando volvió a Inglaterra en 1951, consiguió una plaza en el King’s College de Londres. Es entonces cuando le encargaron el estudio de la estructura del ADN y empezó a experimentar con la difracción de rayos X y al poco tiempo creó la icónica «Foto 51» junto a Raymond Gosling, un estudiante de doctorado que colaboraba con ella. Solo obtener la fotografía 51 le exigió 100 horas de exposición a la radiación, y algunos años, después, probablemente, le ocasionó el cáncer que terminó con su vida.
Pero en el King’s College, si bien las mujeres eran tratadas con respeto, no tenían el mismo estatus que los hombres. En este centro de investigación se mantenía, con orgullo de casta, la “trivialidad” de no dejar entrar a las mujeres en la sala de profesores ni permitirles compartir un café con sus colegas, todo en el marco del gran machismo de la ciencia en Inglaterra.
la “trivialidad” de no dejar entrar a las mujeres en la sala de profesores ni permitirles compartir un café con sus colegas, todo en el marco del gran machismo de la ciencia en Inglaterra.
Mientras permaneció en el King’s College, Rosalind perfeccionó el aparato para obtener imágenes con ADN, cambió el método para obtener fotografías y consiguió junto a Gosling, una nitidez nunca antes lograda. En noviembre de 1951 dio una charla para exponer sus resultados y entre el público se encontraban Watson y Crick, también interesados por la estructura del ADN, e invitados por Maurice Wilkins, rival y compañero de Rosalind Franklin. En aquel seminario, Watson y Crick empezaron a conocer el trabajo de Rosalind Franklin y a utilizar sus datos.
Wilkins, en los meses siguientes, enseñó a Watson y Crick las imágenes de ADN de Rosalind Franklin, rara vez con su permiso y la mayor parte de las veces sin que ella lo supiera. El año 1953 vieron tres imágenes y, entre ellas, la famosa fotografía número 51. La número 51 la consiguió Franklin con la ayuda de Gosling en mayo de 1952 y, años después, Watson recordó que: En cuanto vi la foto quedé boquiabierto y se me aceleró el pulso
Wilkins, en los meses siguientes, enseñó a Watson y Crick las imágenes de ADN de Rosalind Franklin, rara vez con su permiso y la mayor parte de las veces sin que ella lo supiera. El año 1953 vieron tres imágenes y, entre ellas, la famosa fotografía número 51. La número 51 la consiguió Franklin con la ayuda de Gosling en mayo de 1952 y, años después, Watson recordó que: En cuanto vi la foto quedé boquiabierto y se me aceleró el pulso
Estas imágenes, más los datos de la charla de Rosalind Franklin de noviembre de 1951, y otros antecedentes proporcionados por Wilkins, llevaron a Watson y Crick a su propuesta de la estructura del ADN y la publicaron en la revista Nature en abril, solo un par de meses después de ver la número 51.
En el artículo, Watson y Crick mencionan a Rosalind Franklin, entre otras personas, y sin ninguna mención especial a sus datos y sus fotografías
En el artículo, Watson y Crick mencionan a Rosalind Franklin, entre otras personas, y sin ninguna mención especial a sus datos y sus fotografías pese a que Rosalind en 1951 había escrito que sus resultados sugerían una estructura helicoidal con 2, 3 o 4 cadenas y con los grupos fosfato hacia el exterior. Esto lo escribió 16 meses antes del famoso artículo de Watson y Crick. Cuatro años después de la publicación del artículo, en 1962, Watson, Crick y Wilkins recibían el Premio Nobel por sus estudios sobre la estructura del ADN. Ni Watson ni Crick mencionaron a Rosalind Franklin en sus discursos de aceptación. James Watson escribió sobre ella que el mejor lugar para una feminista era el laboratorio de otra persona.
De haber seguido con vida, el comité de los Nobel debería haber reconocido también la contribución de Rosalind Franklin a la investigación sobre la estructura de la molécula del ADN, pero la Academia no entrega premios en forma póstuma.
De haber seguido con vida, el comité de los Nobel debería haber reconocido también la contribución de Rosalind Franklin a la investigación sobre la estructura de la molécula del ADN, pero la Academia no entrega premios en forma póstuma.
Es curioso, pero son las tonterías que Watson hizo en los cincuenta y relató en los sesenta, las que iniciaron el reconocimiento y la admiración con que Rosalind Franklin es hoy recordada. Sus colegas del King’s College la consideraban demasiado “francesa”, o sea, liberal en sus costumbres, vestidos, intereses intelectuales y temperamento. Era directa y apasionada, le encantaba el debate, era seria y, a veces, dura y abrasiva. Watson fue el más cruel y en La doble hélice, su libro de memorias de aquella época escribe párrafos que rozan el insulto, descalificándola como mujer y como científica. Posteriormente fue muy criticado en la comunidad científica y por el público en general, por declaraciones abiertamente homofóbicas y racistas.
Watson fue el más cruel y en La doble hélice, su libro de memorias de aquella época escribe párrafos que rozan el insulto, descalificándola como mujer y como científica. Posteriormente fue muy criticado en la comunidad científica y por el público en general, por declaraciones abiertamente homofóbicas y racistas.
Pero además de la fotografía, la experta registró en sus cuadernos de laboratorio mediciones y observaciones precisas que serían decisivas para el avance de la ciencia.
Detalló, por ejemplo, las distancias relativas de los distintos elementos repetitivos en una molécula de ADN. También anotó detalles que sugerían que la molécula de ADN constaba de dos partes iguales y complementarias
Franklin dejó el King’s College aburrida de sus desavenencias, especialmente con Wilkins, y se fue a trabajar a la universidad de Birbeck de Londres donde con un equipo a su cargo, dirigió investigaciones acerca de las estructuras moleculares de los virus, que llevó a descubrimientos notables. Dentro de los virus que estudió se incluyen el virus de la polio y el virus del mosaico del tabaco. Continuando su investigación, su compañero de equipo y beneficiario Aaron Klug, fue el único ganador del premio de Química en 1982, «por su desarrollo de la microscopía cristalográfica de electrones y su elucidación estructural de complejos ácido nucleico-proteína biológicamente importantes». Este trabajo fue exactamente lo que Franklin había iniciado, y presentó a Klug. Es altamente plausible que, si ella hubiera estado viva, habría compartido el Nobel con él.
Franklin dejó el King’s College aburrida de sus desavenencias, especialmente con Wilkins, y se fue a trabajar a la universidad de Birbeck de Londres donde con un equipo a su cargo, dirigió investigaciones acerca de las estructuras moleculares de los virus, que llevó a descubrimientos notables.
En forma póstuma, como parece habitual en las mujeres científicas hasta el siglo pasado, Rosalind ha recibido innumerables reconocimientos. Entre ellos, la Royal Society del Reino Unido estableció el premio Rosalind Franklin para ayudar a las mujeres en la ciencia y la Galería Nacional de Retratos en Londres agregó en 1998, su retrato junto a los de Francis Crick, James Watson y Maurice Wilkins. Google honró a Rosalind Franklin con un doodle en el que se la puede apreciar observando la estructura de doble hélice del ADN frente a la Fotografía 51, y así se han multiplicado los honores con los que no quiero aburrir en estas líneas.
En forma póstuma, como parece habitual en las mujeres científicas hasta el siglo pasado, Rosalind ha recibido innumerables reconocimientos.
También el cine, el teatro y la literatura le han rendido homenaje y el rol de Franklin en el descubrimiento de la naturaleza del ADN es el tema de la película para televisión Life Story; la escritora Deborah Gearing escribió la obra Rosalind: Una cuestión de vida, publicada por Oberon Books en 2006; Photograph 51, obra de teatro escrita por la dramaturga estadounidense Anna Ziegler, se publicó en 2011 y se estrenó en Londres en 2015 teniendo como protagonista a Nicole Kidman en el rol de Rosalind Franklin. Este siglo ha empezado en forma auspiciosa para las mujeres reconociendo sus grandes aportes tanto en el avance de la ciencia como en el desarrollo de todas y cada una de las áreas del saber. Pero Rosalind Franklin y muchas otras pagaron un alto precio para lograrlo y entregaron sus vidas en ese sendero.
se estrenó en Londres en 2015 teniendo como protagonista a Nicole Kidman en el rol de Rosalind Franklin.