La gran novela de amor de Camus y María Casares.

por Cristina Wormull Chiorrini

Albert Camus y María Casares, el francés de Argelia y la gallega exiliada, el escritor y la actriz. Él, autor de La peste y El mito de Sísifo, figura intelectual central del siglo XX; ella, actriz de la Comédie- Française y del Teatro Nacional Popular, gran dama de la escena.

Te deseo, amor, de la mañana a la noche. No sé qué me pasa. Nunca he estado así e incluso me da un poco de vergüenza”. María Casares (fragmento carta a Camus)

Es falso, lo sé por mí mismo, que el amor ciegue. Al contrario: hace perceptible lo que, sin él, no llegaría a la existencia y que, sin embargo, es lo más real en este mundo: el dolor de la persona que amamos”. Albert Camus, fragmento carta a María Casares.

 Recuerdo una noche hace muchos años, cuando un grupo de amigos nos juntamos especialmente para ver una película, un clásico del que habíamos oído y leído, pero que se había filmado muchos años antes, cuando nuestros padres eran jóvenes:  Casablanca con Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en los roles principales.  No hay palabras para describir la fascinación con que la miramos, las emociones que nos provocó esa romántica y heroica película que ha transcendido el siglo para convertirse en uno de los clásicos de clásicos de la cinematografía junto a Ciudadano Kane y otro selecto grupo de filmes.  Y hago esta reflexión para entrar en la apasionada historia de amor entre Albert Camus, el francés argelino miembro de la Resistencia francesa, de quien muchas veces se destacó su gran parecido físico con Bogart y María Casares la gallega exiliada en París, tan bella como Bergman, quizás más apasionada y libre que aquella.

Hace casi un lustro, la editorial francesa Gallimard publicó el intercambio epistolar entre María y Albert durante los 15 años que duró su relación sentimental que solo terminó con la muerte de Camus en un accidente automovilístico.  Son 865 cartas que nos hablan de amor, que constituyen una verdadera novela de amor, la historia de una pasión de antología entre dos intelectuales apasionados por la vida, pero siempre conflictuados por la realidad que les tocó vivir, por los ires y venires del amor y la enfermedad (Camus siempre estuvo torturado por la tuberculosis que lo amenazó desde su temprana juventud).

“He recibido la foto del diario americano que me has enviado”, escribe la actriz. “En verdad, el parecido (con Bogart) se está volviendo prodigioso y peligroso para mí en tus ausencias”. Casares

Como decía, no cuesta imaginar a Albert y María como a Bogart y Bergman, en un balcón de París en un lejano 1944 cuando se produjo el desembarco aliado en Normandía. Esa fue precisamente -el 6 de junio- la primera noche de los dos amantes.

Todos sabemos quién fue Albert Camus, el premio Nobel de literatura más joven de la historia desde Kipling (tenía tan solo 44 años cuando lo obtuvo), autor de un enorme número de obras que resuenan en nuestros oídos, pero ¿quién fue María Casares? Sin duda muchos conocen a esta gran dama del teatro francés, una de las sagradas del teatro, pero son muchos menos que los que se han codeado con Camus y sus letras.

Cuando María y Camus se conocieron, ella tenía apenas 21 años y él 31. Ella era una promesa del teatro francés de su época y ya a esa temprana edad había trabajado en obras tan importantes como Deirdre de los dolores de Millington Synge, El viaje de Teseo, de Georges Neveux, y Solness el constructor, de Henrik Ibsen. Esta gallega, apenas cumplidos los 14 años había viajado a París exiliada junto a su familia, a raíz del golpe militar de Franco y continuó sus estudios en un liceo donde aprendió el francés.  Gran parte de esta etapa de su vida fue contada por la misma María en su autobiografía (un tanto barroca, como su personalidad) Residente privilégiée (publicada en los ’80).  Hay que tener en cuenta que ella vivió como refugiada hasta 1975, cuando recién el gobierno francés le otorgó la nacionalidad francesa.  A España volvió en 1976 para interpretar El Adefesio de Alberti, con gran éxito, logrando ser reconocida tardíamente en su país de nacimiento.

Cuando Camus conoció a María en 1944, ya había publicado El extranjero, novela que lo había hecho famoso, pero vivía solo en París y era miembro de una red de la Resistencia…había dejado a su esposa Francine en Orán, la Argelia francesa velando por su seguridad.  Albert contactó a María con la Resistencia y los exiliados españoles y, como ella dijo, el se convirtió en «padre, hermano, amigo, amante y a veces hijo». Al término de la guerra, Francine regresó desde Argelia y provocó el quiebre de la relación entre María y Albert por el nacimiento de los gemelos hijos de éste. Se volvieron a encontrar cuatro años después, en 1948, por casualidad, pero ya no se volvieron a separar. Para María, Albert fue el único hombre que ella amó de verdad; un amor que permaneció más allá de la muerte, aunque se volvió a casar muchos años después de su partida.  Muchos aseveran que para Camus (que tuvo muchos amores), ella fue el gran amor de su vida.

En aquellos años posteriores a la segunda guerra mundial, años para Camus cruzados por dudas existenciales, morales y políticas, por la guerra de Argel que él vivió como tragedia personal, logra , sin embargo, creaciones inolvidables para el teatro como Los Justos donde confiará a María el papel principal, Calígula y a continuación El hombre rebelde; reúne sus crónicas en  Actuelles, escribe El exilio y el reino, El Primer Hombre y  La caída cuyo título original era, según lo que le dice a Casares, ¡El grito!.  También, la adaptación de Los endemoniados

Él le escribe: «Te beso mi hermosa tierra, mi trabajo, mis ojos claros» o: «Mi morena, mi sal, te abrazo de manera deliciosa, con entusiasmo, amorosamente»; «La vida sin ti, es la nieve eterna, contigo es el de las tinieblas, el rocío del desierto «(1951);” Te beso mi secreto, mi amor». 

Ambos se convirtieron en estrellas en el París de los cincuenta. A él, gran seductor, le agradaba que compararan su físico con el de Bogart. La relación de María y Albert fue doble:  laboral y amorosa.  María no triunfó a través de su relación con Camus -ella ya tenía su carrera al conocerlo- pero se potenció porque él la incluyó en numerosas de sus obras.  La relación entre Casares y Camus fue caótica, a menudo clandestina, pero ardiente, con altos y bajos, rupturas y reencuentros, una carrera incesante hacia el otro.

Gran parte de la relación entre estos dos extraordinarios seres se ha conocido a través de su epistolario.  Hay temporadas en las que se escribían de modo obsesivo, en las que se llegan a mandar varias cartas a lo largo del día y de la noche.  El año 1951 se enviaron casi 300 cartas.  Hay que ubicarse en la época, en que el correo era lento y aumentaba la ansiedad por las respuestas… Hoy nos parece inconcebible el tiempo que transcurría entre una carta y su respuesta y viceversa…el correo electrónico, el whatsapp y tantas otras formas de comunicarse en forma casi instantánea, nos han hecho olvidar el género epistolar, la poesía erótica o los relatos de viaje… que se desarrollaban a través de la correspondencia manuscrita. Pero para una relación amorosa como la de Camus y Casares, la carta era imprescindible, era el acicate a la pasión.

“Te me apareciste como un último salvavidas lanzado en medio de una vida que a partir de entonces estaba vacía. Me agarré a él con todas mis fuerzas y voluntariamente cerré los ojos a todo lo que podía poner en peligro esta última esperanza”, le escribe Casares.

En octubre de 1957, se anuncia el Nobel de Literatura para Camus. “Qué fiesta, joven triunfador, qué fiesta. María”, escribe Casares en un telegrama. “Nunca te he echado tanto de menos. Tu Alonso”, responde el escritor, conocedor del teatro clásico castellano. “He recibido la foto del diario americano que me has enviado”, escribe la actriz. “En verdad, el parecido se está volviendo prodigioso y peligroso para mí en tus ausencias”.

El 17 de octubre de 1957, se anuncia el Nobel de Literatura para Camus. “Qué fiesta, joven triunfador, qué fiesta. María”, escribe Casares en un telegrama. “Nunca te he echado tanto de menos. Tu Alonso”, responde el escritor, conocedor del teatro clásico castellano. A los 44 años, era el galardonado más joven desde Kipling.

Su relación fue apasionada y corrió paralela a la carrera como escritor y a la coronación de la misma con el Premio Nobel, como a la consagración total de María como actriz. Viajaron por el mundo y mientras él daba conferencias, ella emprendía giras teatrales muy exitosas desde Rusia hasta América pasando por el Oriente Medio, África y Europa.  A través de sus cartas mantuvieron un diálogo permanente buscando ocasiones para encontrarse.  Quizás esta permanente expectativa del encuentro fue la que mantuvo esta ferviente pasión, esa urgencia que no tiene posibilidad alguna de convertirse en una relación plena o rutinaria.

De hecho, Camus le escribió su última carta el 30 de diciembre de 1959, pero a Casares le llegó tan solo el 4 de enero de 1960, días después de la muerte del escritor.  “Estoy tan contento de verte otra vez que me río mientras te escribo (…) es apropiado cenar el próximo martes en París, digamos en principio, para aprovechar las posibilidades de la carretera», escribió.

Para María, la muerte de Camus representó una tragedia mayor.  Siguió trabajando obsesivamente en el teatro y recibió muchos reconocimientos durante el resto de su vida, y entre ellos, fue Condecorada con la Legión de Honor, también recibió el cotizado Premio Molière en 1989, por su papel en Hécube, de Eurípides.

La historia de estos dos amantes se puede seguir paso a paso a través de sus cartas que emocionan y nos traen junto con el relato de una gran historia de amor, detalles de una época apasionante e incierta, donde todo estaba cambiando. Tiempo de postguerra, de la Guerra fría, de la invasión de Hungría y la guerra de Argelia… y, por sobre todo al amor y la forma en que lo vivieron una de las mejores actrices del siglo XX y un escritor que no solo fue galardonado con el Premio Nobel sino que es figura insigne de la escritura francesa contemporánea.

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1 comment

Rosa noviembre 26, 2021 - 12:20 am

Que linda historia. Yo extraño escribí cartas era mágico eso.

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