Durante la Segunda Guerra Mundial un número desconocido (porque existen pocos datos estadísticos al respecto) pero estimado en millones de mujeres se incorporaron a las fuerzas de resistencia y espionaje al régimen nazista tanto en Europa como en la Unión Soviética. Noor Inayat Khan fue una de aquellas mujeres valientes, una pequeña y frágil fémina con un coraje y una fuerza moral difícil de creer debido a los prejuicios de género.
De prácticamente ni una de ellas se habló al final de la guerra y durante muchos años los escritores y editoriales ignoraron su valentía y arrojo.
A Noor Inayat Khan se la conoce como la princesa espía por ser, efectivamente, hija de descendientes de la realeza india. Nació en San Petersburgo en 1914 y su padre Inayat Khan, pertenecía a la aristocracia india y era maestro sufi que, precisamente por ello había conocido a su esposa en Estados Unidos en una época en que el viajó a esas tierras en el marco de expandir el Sufismo. La familia de Noor era muy culta y se relacionaban armónicamente en torno a la música que era una constante familiar. Ella, como su padre, componía música para piano y arpa.
Hija de padre indio, Hazrat Inayat Khan y de madre estadounidense. Ella fue tatara-nieta de Tipu Sultan, gobernante musulmán del siglo XVIII. Su padre era un Sufí musulmán que fundó la Orden Mística Sufí de Occidente.
Esta bella mujer se trasladó a Francia con su familia antes de la guerra y estudió psicología en la Sorbona, pero soñaba desde niña con ser escritora de cuentos infantiles. Su familia le había aconsejado tener una profesión como psicología antes de dedicarse a la escritura y cuando su padre murió repentinamente, ella que tenía 13 años, tuvo que hacerse cargo de su madre y sus tres hermanos. Trabajó y estudió su carrera hasta terminarla y se empezó a introducir en los círculos de poesía de París donde Noor publicó su libro de fábulas budistas para niños ‘Veinte Cuentos Jataka’. Pero llegó el nazismo y tuvo que emigrar con su familia a Londres a donde escaparon en el último barco que zarpó rumbo a la isla desde Bruselas.
Según datos de ANPI (Asociación Nacional de Partisanos de Italia), solo en Italia 35.000 mujeres formaron parte de las formaciones de combate, otras 20.000 tuvieron funciones de apoyo y 70.000 se unieron a los Grupos de Defensa de la Mujer, organizaciones partisanas pioneras del feminismo italiano. 683 fueron fusiladas o asesinadas en combate; 1.750 resultaron heridas; 4.633 detenidas, torturadas y condenadas por los tribunales fascistas; 1.890 fueron deportadas a Alemania. Por su heroísmo y participación en eventos clave de la Resistencia, 16 recibieron la Medalla de Oro al Valor Militar, la máxima condecoración, y otras 17 recibieron la medalla de plata.
Noor fue educada por su padre en los valores pacifistas del sufismo, pero los terribles hechos que sucedieron en Europa no la dejaron de atormentar y decidió enrolarse en la WAAF (sección femenina del ejército inglés) para ser, a poco andar, reclutada por el SOE (Servicio de Operaciones Especiales del MI5). Allí aprendió sobre comunicaciones por radio, aprendizaje que fue relevante en su vida futura, aunque sus superiores dudaron mucho en reclutarla por su complexión extremadamente débil. Para ajustarse a la verdad, ella no superó las pruebas de resistencia, pero su ingenio y el hablar francés a la perfección, fueron decisivos para considerar darle una oportunidad ya que el SOE precisamente buscaba personas que dominaran aquel idioma y también, por supuesto el inglés.
El SOE tenía como objetivo boicotear a los nazis que habían invadido Francia desde el interior, pero Noor imbuida del sufismo no había logrado nunca sujetar una pistola en la mano. Su moral y ética Sufi estaban grabadas a fuego en su espíritu. Pese a esto, la lanzaron en paracaídas sobre el territorio ocupado por los nazis acompañada de una maleta que contenía la emisora de radio para enviar mensajes en Morse y en clave. Sería conocida desde ese día con el nombre clave de Madeleine.
Los encargados del SOE apostaron bien puesto que Noor resultó ser una de las mejores espías de su equipo y es una injusticia mayor que la mayoría de los libros de historia hoy ni siquiera la mencionen a pesar de ser la primera mujer que logró enviar mensajes de radio desde Francia hasta Inglaterra informando los movimientos de los alemanes. Apenas llegada a su destino, casi toda la operación de espionaje montada en París por el SOE fue capturada en una redada. Ella fue la única operadora que logró escapar por lo que sus informaciones eran esenciales. Y cuando le ofrecieron volver a Londres, ella se rehusó, a menos que llegara otra persona a sustituirla.
Su madre no se enteró de las andanzas de su hija hasta el final de su vida. El SOE le entregaba periódicamente cartas escritas por Noor a su familia antes de su aventura, para que no sospecharan que se encontraba en Francia en una misión tan vital y peligrosa.
Para entender el grado de valentía de Noor, hay que decir que el promedio de vida de un o una agente de la resistencia en territorio nazi alcanzaba a unas tres semanas. Noor consiguió escapar de hotel en hotel, cargando la maleta de 14 kilos, durante cuatro meses hasta que la descubrieron, no por un error de ella, sino por la traición de Renée Garry, hermana de un agente francés que la vendió a los alemanes.
Se necesitaron seis hombres para realizar el arresto de Noor y fue encarcelada en la prisión de Pforzheim en Alemania, donde, por casi diez meses fue golpeada, torturada y sometida a dietas de hambre sin que ella revelara detalles de su misión. Intentó dos veces fugarse y por ello y la valentía demostrada, fue calificada de “peligrosa” y enviada a un campo de concentración donde fue ejecutada el año 1944 cuando apenas tenía 30 años. La leyenda cuenta que su última palabra antes de recibir un disparo en la nuca fue “Liberté”
Maurice Buckmaster, un excoronel, jefe de Noor, dijo que «nadie había mencionado la extraordinaria belleza de Noor». Desde sus compañeros y comandantes en el SOE hasta el gobernador de la cárcel de Pforzheim quedaron todos conmovidos
De su vida personal o afectiva hay poca información, pero se habla de que habría estado involucrada amorosamente con un pianista y luego con un agente del servicio secreto inglés.
Francia, Alemania e Inglaterra siguen recordando a Noor como una de las mujeres más valientes de la Segunda Guerra Mundial y cada 14 de julio, cuando se conmemora en Francia la toma de la Bastilla, a las puertas de Fazal Mazil, la casa en las afueras de París, donde vivió durante su infancia, acude una banda militar que toca en agradecimiento de la labor que desempeñó.
Noor Inayat Khan recibió póstumamente la Cruz George, la mayor condecoración británica junto con la Cruz Victoria. Años después fue condecorada por Francia con la Croix de Guerre con estrella de plata y se le dedicaron dos memoriales. En Gordon Square, Londres hay un monumento en su recuerdo, el primero dedicado a una “mujer asiática” en el Reino Unido.
Stacy Erickson escribió un poema llamado «Resistencia» y se lo dedicó a Noor en 2010, pero no pude encontrarlo en toda la red. La vida de Noor estaba llena de coraje y una admirable visión – que hace que sea inspiración para las futuras generaciones y vale la pena leer sobre ella libros como el que escribió Shrabani Basu: “Princess: The life of Noor Inayat Khan”. También se pueden encontrar algunos documentales que rescatan parte de su vida y que han sido realizados en los últimos años.
Al cerrar no puedo dejar de remarcar la inmensa valentía que significa aceptar un trabajo que era prácticamente una condena a muerte o, cuando menos a la tortura y la prisión. Desplazarse sola en un país invadido, clandestina, sin apoyos afectivos ni materiales. Una proeza que tantos hombres y mujeres han realizado en distintas circunstancias bélicas y que ha contribuido a que muchos hayan sobrevivido o alcanzado una mejor vida gracias a su anónima entrega.