Visita obligada en el Museo del Prado, en Madrid, España, esta es una de las pinturas más magistrales y comentadas del pintor que no acostumbraba a firmar sus obras.
Pintada en el taller de Diego Velázquez en 1656, la obra retrata a la infanta Margarita, hija del rey Felipe IV, la obra es de estilo barroco y trata de mostrar otro ámbito de la nobleza. Inicialmente se llamó “Retrato de la señora emperatriz con sus damas y una enana”. Después de un incendio en el S XVIII se tituló “La familia del señor rey Felipe Cuarto” Más tarde se le puso “La familia”. Muchos nombres para un solo cuadro que ahora se conoce como “Las meninas”, denominación que se empezó a utilizar desde 1843 y que viene del portugués. Se llamó así porque de esa forma se solía nombrar a las criadas que cuidaban a la infanta.
La obra llama mucho la atención por el contraste de luces y sombras que Velázquez trabajó inspirado en la técnica del italiano Caravaggio. También por el tamaño real de cada uno de los personajes y sus actitudes. Lo interesante del cuadro es que retrata la vida familiar en la corte con la infanta Margarita como centro. Velázquez se esmeró en lograr la creación de un mundo de claroscuros en su taller del Palacio Alcázar de Madrid con una técnica innovadora en la que él mismo aparece como un individuo más dentro del cuadro. Los espacios claves de luz y los personajes que interactúan entre sí, le entregan a la obra una calidad inigualable y de esta manera es la visita fija de todos los turistas al Museo del Prado en Madrid.
Cuando la vi en persona por primera vez, me llamaron la atención sus dimensiones. Yo esperaba un cuadro mucho más pequeño. Recuerdo la gran cantidad de gente aglomerada alrededor de la inmensa obra y la figura de la infanta al centro como un angelito impoluto que ilumina su sector del cuadro. Si bien es un retrato, la apuesta de Velázquez fue más allá al construir una imagen mucho más amplia y con muchos personajes integrados dentro de su taller-estudio. Dentro del cuadro se encuentran los reyes reflejados en un pequeño espejo, presumiblemente el Velázquez de la pintura los está retratando. También están las cuidadoras de la niña y Maribárbola, una enana alemana que integra el grupo de bufones de la corte. Al lado de ella se encuentra Nicolasito Pertusato, un bufón de la corte italiana que juega con un perro, al que sobajea con uno de sus pies. Quizás la persona más impensada dentro del cuadro, pero que destaca a la distancia es José Nieto, jefe de tapicería de la reina, quien aparece al fondo detrás de una puerta, lejos de todo. Es una figura clave para el artista porque al tener la puerta abierta, introduce otro espacio de luz que ilumina el cuadro. Si fuera un juego de adivinanzas policíacas, Nieto, por su actitud en la pintura, sería el principal sospechoso del supuesto crimen.
Mirar con detención y tomar los detalles analizados por los especialistas en este cuadro puede ser muy entretenido. Da para una novela escrita en una parrafada eterna e infernal tipo “Ciencias ocultas” de Mike Wilson o un cuento que bien podría ser de terror por el contexto en que se observa la obra. No existe un significado único de lo que simboliza “Las meninas”, pero los expertos barajan varias teorías. Una de ellas tiene que ver con el carácter político de la pintura como el reflejo la esperanza de la sucesión monárquica, la salvación de la dinastía en manos de la infanta Margarita. Otra de ellas señala que ante todo la pintura es la que triunfa, más allá del retrato, más allá de los efectos mecánicos que muchos pintores barrocos utilizaron en esos años. El hecho que la infanta se encuentre iluminada al medio de la obra demuestra que existe futuro para los reyes en medio de un mundo que aparenta ser subyugado, triste y oscuro. Velázquez aparece en una esquina del cuadro, interpretándose a sí mismo, como un sujeto capaz de manejar al dedillo todas las alternativas palaciegas sin temor y con el pincel en la mano. Como diría un cocinero: el hombre sabe lo que hace. Tiene el sartén por el mango.