Los actores ausentes

por Juan. G. Solís de Ovando

El estado de Israel bombardea poblaciones indefensas matando a miles de niños ante la mirada impotente de la comunidad internacional.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres declaró que Hamás no salió de la nada irritando al gobierno judío -que ha pedido su salida- pero sin que ello detenga su mano asesina.

La humanidad contempla en primer plano, con impotencia y estupor el horror del genocidio de palestinos desarmados e indefensos con su población diezmada intentando inútilmente escapar hacia ninguna parte.

Jordania, otrora amiga y cómplice de los israelíes ha llamado a consulta a su embajador intentando con ello presionar a Israel a detener esa matanza inútil y macabra.

Y nada. Netanyahu parece no oír gritos ni reclamos.

El secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, el gran aliado de Israel ha viajado ya por tercera vez al estado judío reuniéndose con el dirigente israelí y autoridades palestinas como Mahmud Abás, pero sin conseguir el cese al fuego ni la liberación de las salidas y entradas a Israel que permitan el tránsito de la ayuda humanitaria.

Un alto representante de la ONU Craig Mokhiber, funcionario del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los 6Derechos Humanos renuncia a finales de octubre después de servir durante décadas a ese organismo internacional al constatar la impotencia de los esfuerzos de las Naciones Unidas para impedir el genocidio y la matanza indiscriminada de civiles.

Un ministro del gabinete de NetanyahuAmichai Eliyahu se planteó la opción de detonar una bomba atómica sobre la franja de Gaza. La reacción del primer ministro israelí fue solo el desmentido a los dichos del ministro psicópata: no su dimisión.

Israel extiende también la guerra al Líbano so pretexto de atacar preventivamente las bases militares de Hizbulá.

En varios países de América Latina se suceden las protestas y movilizaciones por la invasión del estado de Israel a Gaza y al menos en dos de ellos -Chile y Colombia. -, los embajadores israelíes han sido llamados a consultas por sus respectivos gobiernos.

Europa y los países árabes han criticado la matanza indiscriminada de civiles, entre ellos más de la mitad niños, como respuesta a los ataques y asesinatos de poblaciones civiles indefensas en los kibutz fronterizos con Gaza.

Pero nada. Netanyahu y su gobierno resultan, hasta ahora, imperturbables e insensibles a cualquier reclamación humanitaria.

El mundo de hoy, en el siglo XXI se muestra impotente para impedir un holocausto perpetrado por una nación nacida en el siglo XX como consecuencia de un holocausto.

Mario Vargas Llosa escribía en una columna del diario El País que, con la sola excepción de la crisis de los misiles en el año 1962, nunca el mundo había estado tan cerca de una guerra atómica y no veía formade que las Naciones Unidas interviniesen con eficacia para evitar que la guerra en Israel y Gaza se extendiera, si USA no era protagonista de ello.

Entonces ¿cuál es la salida a la situación actual? ¿Qué es lo que falta?

Las preguntas no son inconducentes porque lo que muestra la situación actual es que las naciones más poderosas no son capaces de detener las locuras que como la invasión de palestina ahora arrastran a poblaciones indefensas hacia senderos de enfrentamientos, invasiones, guerras fratricidas sin que nadie los detenga.

Por eso, en momentos como este, prefiero soñar y creer que es posible un mundo mejor. Se me podrá reprochar aquello de que soñar no cuesta nada, pero soñar hace bien. Y permite, sobre todo, no asfixiarse en la fatalidad de los hechos, o peor aún caer en la resignación pusilánime. Es mejor permitirse soñar porque las utopías nacen de los sueños y éstos, a su vez, son su alimento.

El gran líder pacifista Mather Luther King mostró más y mejor que nadie que los sueños movilizan a los pueblos hacia mejores futuros y, por eso constituyen, a veces, el único modo de elevarse por encima de las coyunturas desbordadas de pesimismo y diagnósticos depresivos.

En una parte de su memorable discurso: Y have a dream dijo:

Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los negros y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos como hermanos y hermanas.

Y, desde este ejemplo, yo también tengo un sueño y este sueño arranca de la constatación de que los que no están y no cuentan, son los ciudadanos del mundo. Las personas comunes y corrientes que les toca, a la postre, pagar los costos de esas guerras. Están supuestamente representados por los dirigentes de países que actúan en forma inconsulta e inescrupulosamente, provocando muerte, miseria y odios.

¿Pero qué ocurriría si como resultado de conversaciones sobre política global, sobre el poder global, y de la formación de redes conversacionales globales movilizadores de debates globales se articulan visiones políticas globales para proteger a todos los seres humanos, plantas, animales y esas agrupaciones, de diferentes partes del mundo, movilizan una visión común sobre la convivencia mundial? ¿y si a partir de un manifiesto para la paz mundial un grupo de seres humanos en su calidad de ciudadanos del mundo, se constituyen en una articulación política global para proclamar su voluntad de construir un mundo diferente?  ¿Por qué no soñar con una agrupación que al modo de un World Peace Party (Partido para la Paz mundial) sea capaz de movilizar a sus decenas de millones de militantes del mundo tras declaraciones universales? ¿ Y por qué no soñar con que esos millones de ciudadanos del mundo comprometidas concurran puntualmente a debatir -sin intermediarios- sobre una nueva arquitectura del mundo sin guerras, sin hambre, y sin discriminaciones y que proclamen algo así como los nuevos derechos universales que declaren, por ejemplo: a todos los pueblos se les garantizará el derecho a comer para sobrevivir y para ello habrá una reserva mundial protegida de alimentos y que declare también que Nada ni nadie podrá impedir que un ser humano se traslade de un lugar a otro del mundo, como no sea por razones de salud u otro motivo grave y declarado previamente en una norma internacional.

Creo que no todo es malo y apocalíptico en el mundo de hoy. Tampoco creo que todo lo que proveen las redes y la inteligencia artificial nos lleve solo e inexorablemente a reforzar los mecanismos de dominación. Es cierto que hoy podemos y de hecho estamos siendo manipulados por los proveedores de redes que actúan en el ciber espacio. Absurdo sería desconocerlo, ignorarlo. Las fake news están a la orden del día y deciden elecciones. Pero también podemos aprovechar estos espacios para fundar organizaciones mundiales que nos movilicen en un espacio universal. Tenemos la posibilidad de que gracias a esas y otras redes alternativas, construir conversaciones universales para tratar sobre preocupaciones universales. Y podemos ir más allá. Mucho más allá y movilizarnos con acciones de carácter también universal para que en algún momento estas se articulen de tal forma que los gobiernos no puedan ignorar su fuerza y su poder.

No sabemos cuál es exactamente la solución a la imposición de los gobiernos para aplastar impunemente a los pueblos. Pero sabemos que este es el camino. El camino de la paz pasa por imponerla desde y con los ciudadanos del mundo. Cuando la gente común y corriente despierte y adquiera conciencia plena de que el sistema representativo tiene limitaciones porque el pacto social se muestra demasiado amplio y turbio para saber por qué mata o manda matar niños con nuestro dinero, o manda a morir a nuestros hijos en guerras ajenas para solventar a intereses ajenos se movilizará mundialmente. Y en los países en donde los pueblos no pueden participar sabrán que son apoyados por los ciudadanos del mundo que atentos, desplegados y movilizados pueden proveerlos de información, conocimientos, y todas las herramientas de este mundo digital para apoyar y sostener su lucha.

No sabemos cuál es exactamente la solución a la imposición de los gobiernos para aplastar impunemente a los pueblos. Pero sabemos que este es el camino.

Es momento de parar y detenernos a pensar por un minuto si realmente sirven las naciones y los gobiernos y las organizaciones que los unen a través de tratados para administrar las preocupaciones del mundo actual y llegaremos a una conclusión obvia: no sirven. Y no sirven porque esos países sin representar verdaderamente a esos pueblos se gobiernan internacionalmente por el chantaje nuclear, los clubes atómicos, y los derechos a veto de los países más poderosos por sus armas en esos organismos internacionales. Por supuesto, hay allí muchos funcionarios y trabajadores que trabajan de buena fe, denodadamente y sin respiro. Pero el problema no está allí. Está en una arquitectura mundial que ya se encuentra desbordada y caduca. Incapaz de conducir al mundo hacia la paz; el objetivo para el cual fueron creados.

Si los actores secundarios, hasta ahora, los ciudadanos del mundo, las personas comunes y corrientes siguen sin contar, esto seguirá en una pendiente de muerte y guerras cada vez más peligrosa. Y ese puede ser, verdaderamente, el levantamiento del final de todo.

Hay que actuar antes de que sea demasiado tarde.

¿Utopía? Si. Claro. Una utopía democrática.

¿Quién se anima?

Yo ya tengo mi mano levantada.

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