“La primera forma de esperanza es el miedo, el primer semblante de lo nuevo, el espanto” (Heiner Müller).
Cuando el presidente y su gobierno andan más rápido que el pueblo, este se queda atrás, y si anda más lento, el pueblo lo atropella. Si la aceleración es demasiada y el camino áspero con una señalética que falta o confusa, se tropieza o se desbarranca. Los líderes reales hacen los caminos con el pueblo ciudadano, gestionan y conducen participativamente eligiendo los mejores, aunque sean a veces inseguros. Toman riesgos. La velocidad con lentitud, permiten los cambios que van de bifurcación en bifurcación, llenos de azar y acontecimientos que llevan muchas veces a lo desconocido e impredecible. Es lo propio de la sociedad del riesgo y la incertidumbre.
Bordes, principios, límites, diferencias, otros territorios, identidades y fronteras. Pasaportes, “listado de obligaciones”, murallas, alambradas, y policías políticas territoriales que pueden llegan a ser como en Irán, “policías morales”. Territorialización y desterritorialización permanentes.
Movimientos y futuros partidos políticos de “centro”, “centro izquierda” y “centro derecha”, siempre conservadores. Liderados por Chile Vamos a la cabeza, promulgan un listado de obligaciones, para que esta vez, el proceso y contenidos constitucionales “no se (nos) escape de (nuestras) manos”. Su foco parece ser sólo el poder. El centro es una entelequia de poder. Una invención irreal destinada a impedir los cambios desde las izquierdas y las derechas. Una especie de liberales conservadores a la vez. Pero la verdad, es que son funcionales al modelo neoliberal de mercado que ya abrazaron. Aborrecen de los cambios que siempre catalogan de extremos, si no son funcionales a ellos y a esta forma de ver el mundo.
¿Leyes de amarres constitucionales ocultas a través de “principios” para dificultar e impedir cambios y transformaciones? Miedo y espanto que retroceden dejando lugar a un simulacro arrogante de serenidad y aparente sosiego que intentan transformar en una nueva audacia y valentía perdidas hace algún tiempo. Pero realmente lo que se muestra en la superficie, es la “lógica espectral y anónima” omnipresente y hegemónica del mercado global (y local) neoliberal.
Según ZIZEK, habitamos en la “segunda modernidad post política” de la “política identitaria”, donde (como de forma acendrada en Chile) “lo particular fragmentario intentan constituir lo universal en un flujo incesante de “la actividad de las identidades fluidas y mutables y su construcción de múltiples coaliciones ad hoc”. Como psiquiatra, agrega que “todo esto tiene algo de falso y se acaba pareciendo al neurótico obsesivo que habla sin parar y se agita continuamente precisamente para asegurarse que algo-lo que de verdad importa-no se manifieste-, se quede quieto.” Habla del “consumismo apolítico” de la “economía despolitizada (…)”, y yo agregaría las desigualdades injustas, como “fantasía (s) fundamental(es) ignoradas de la política posmoderna” que deben ser llevadas a la realidad de “una repolitización” económica social.
En esta realidad post política, el otro anónimo, el pueblo, ha sido desplazado de su posibilidad de hablar y participar como sus libertades fundamentales, despolitizando las áreas de reivindicaciones específicas, para “impedir la universalización metafórica simbólica de estas”. Es decir, que se transmuten en políticas. Para esto, se intentan resolver de forma puntual las demandas con comités de expertos y técnicos manteniéndolas realmente sin solución política y sólo práctica, lo que genera frustración, ira, y finalmente violencia.
“Si (los políticos) van a organizarse con un comité de expertos, el pueblo reaccionará nuevamente desde la calle. Eso ya lo estamos viendo con los estudiantes (…) Saldrá más gente al camino de lo que ellos esperan.” (Gabriel Salazar; La Segunda 26/ 9)
Es lo que se quiere hacer con las fronteras o bordes de la nueva Constitución. Despojarla de la verdadera política, con “bordes” pseudo políticos que continúen el flujo permanente de despolitización del modelo económico político que impide al corto y mediano plazo los verdaderos y necesarios cambios radicales que sólo pueden ser impulsados por la política real y valiente.
Presidente, sigamos nuevamente. A veces hay que ser intolerantes.
(Referencias en comillas: Slavoj Zizek; “En defensa de la intolerancia”)
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Weon se te olvidó el pueblo, los pobres weon, los marginales weón, solo te quedaron tus entelequia de niñoto de Izquierda…