Los 77 marciales fósforos que ilustran la portada del libro “Los más ordenaditos/Fascismo y juventud en la dictadura de Pinochet”/ van adquiriendo el mayor de los sentidos en el tránsito por sus 357 páginas, que incorporan esenciales documentos con revelaciones inéditas junto a fotografías de época, que capturan una lectura no exenta de ansiedad por el resultado de un acucioso trabajo de investigación emprendido durante más de una década por el antropólogo, historiador y también poeta (vaya combinación fecunda) Yanko González Cangas.
Para quienes presumen – algunos con fundamentos sólidos – un conocimiento ya suficientemente documentado de lo ocurrido durante los primeros largos años de la dictadura cívico militar de Pinochet, esta prolija indagación histórica aparece ratificando que aún existen muchos paños que cortar y cabos por atar, ocultados para borrar o quemar(como se hizo, literalmente, a fines de la dictadura) evidencias de un poder absoluto que pretendió lo máximo imaginable, incluida la imposibilidad democrática de cambiar el sendero cuidadosa y celosamente protegido por la incidencia irrefrenable de Jaime Guzmán y su entorno, al menos hasta 1983, post una Constitución elaborada a la medida de la cúpula cívico militar de facto en 1980, que cuatro décadas después recién avizora un cambio esencial.
La dictadura de Franco en España fue acogida como modelo señero por Jaime Guzmán con el entusiasmo de un Pinochet aislado internacionalmente como reacción a los crímenes de lesa humanidad de su régimen : “Ya estoy que rebalso de hispanismo y franquismo (…)Y no es cosa del pasado; hoy España lleva el pandero del Estado Corporativo, régimen nuevo y magnífico que el mundo retrógrado no quiere reconocer. Estoy archifranquista, porque he palpado que el Generalísimo es el Salvador de España, porque me he dado cuenta la insigne personalidad que es, lo contenta que está la gente con él, lo bien que se trabaja y el progreso económico que se advierte” declaraba el entonces cerebro civil de la dictadura en su elogio al modelo franquista. No es un detalle menor advertir y contrastar la demagogia fascista de Jaime Guzmán con el ingrato viaje del dictador chileno a los funerales del caudillo en noviembre de 1975.
No es un detalle menor advertir y contrastar la demagogia fascista de Jaime Guzmán con el ingrato viaje del dictador chileno a los funerales del caudillo en noviembre de 1975.
En cualquier caso esa apuesta de Guzmán fue esencial para inspirar una más que costosa inversión política y económica en captura de una juventud “virgen” de cualquier incidencia de rebeldía libertaria, apreciada como una amenaza mayor al “apoliticismo”, como se manifestaría simbólicamente con la espectacular puesta en escena(encargada al auto declarado intelectual fascista Vittorio di Girólamo) del primer encuentro de Chacarillas, con 77 seleccionados jóvenes emulando simbólicamente (con una caminata bajo lluvia al cerro) el sacrificio heroico de los 77 jóvenes masacrados en aquel desigual combate durante la Guerra del Pacífico(1882) en la Batalla de (La) Concepción.
“Los estudiantes van a la Universidad a estudiar, no a pensar…y si aún les quedan energías, para eso está el deporte” (Augusto Pinochet).
Esa captura juvenil, liderada por Jaime Guzmán(que después de 1983, en los inicios de la protesta social contra la dictadura y tras tensiones con el capo del crimen de Estado, Manuel Contreras, capitalizaría políticamente en los orígenes de la UDI) se replicó, con apoyo militar y concurrencia personal del dictador(que ya desplazaba y subordinaba a los demás integrantes de la Junta de Gobierno) a encuentros amigables y coloquiales con juveniles invitados (eventos que molestaban a Lucía Hiriart) a lo largo del país. “Miles de jóvenes recitando a voz en cuello una promesa de fidelidad a Pinochet en Talcahuano, una multitudinaria procesión de muchachos marchando desde el Fuerte Bulnes hasta el centro de Punta Arenas guiados por el Secretario Regional de la Juventud Iván Moreira Barros o cientos de jóvenes en motocicleta recorriendo con antorchas el pueblo de Paillaco para encender una “llama de la libertad”: estas tres escenas revelan, acaso, un ínfimo fragmento de una empresa mayor acaecida en dictadura, la tentativa de imponer una religión política basada en la sacralización de la juventud, signo inequívoco de un fascismo en progreso” señala Yanko González en la introducción de su aguda indagación y documentado relato.
Entre las joyas de “Los más ordenaditos” destaca un memorándum inédito de Jaime Guzmán dirigido a la Junta de Gobierno, donde establece las bases de su propuesta bajo el título “Para conquistar el apoyo juvenil”. Del revelador documento destacamos sólo unas líneas: (…)La rebeldía juvenil estalla siempre con una fuerza colectiva muy grande, a veces contagiosa, y en todo caso muy difícil de contener. Sin embargo, un respaldo significativo para el gobierno de parte de la juventud, junto con darle a aquél una imagen de vitalidad y solidez, se convertirá en un aporte positivo(…) Para ello el aporte generoso de la juventud en labores de reconstrucción nacional que se enmarquen en un engrandecimiento patriótico e imaginativo(…) juega un papel irreemplazable. Esa misión que en este aspecto cumplieron las juventudes de la Unidad Popular durante el gobierno de ésta, fue vital para mantenerle un apoyo y fervor popular que su gestión gubernativa no merecía(…) La desorientación juvenil frente a principios y valores es hoy casi total, y son justamente estas nuevas generaciones las que tendrá que hacer fecunda la tarea creadora y rectificadora de las conciencias, que el gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden se ha propuesto”
Más que necesaria y desafiante la lectura de “Los más ordenaditos…”
“Vamos a salir triunfantes, porque tengo tras de mí a la juventud de Chile” (Augusto Pinochet)
“El fascismo no estalla como un trueno en un cielo sereno”(Nicos Poulantzas)