El 10 de mayo se conmemoró el día de la madre y el comercio lo celebró como una de las fechas madres en la venta.
Hace algunas décadas este día se celebraba en octubre, en el contexto de la semana del niño y sin grandes aspavientos. Se le dibujaba una tarjeta y se daba un entusiasmado beso a la progenitora. Con eso bastaba.
Hoy nos enfrentamos a comerciales del tipo: “Regala a tu madre, lo que ella se merece. “Perfume La femme” por solo $99.999” No sé cuántos niños podrán regalarle un perfume de ese precio a su mamá. Como no tengo a mi progenitora viva, ni siquiera dudé.
En esta fecha, al igual que todos los años, rendí mi pequeño y sentido homenaje a las madres de los detenidos desaparecidos. Aquellas mujeres que llevan casi 50 años buscando a sus hijos. Recuerdo a Ana González con su bello rostro lleno de dignidad, encadenándose en el congreso de Santiago arriesgando su vida a cada minuto, mientras Sergio Diez – embajador de Chile ante la ONU – negaba la existencia de Detenidos Desaparecidos en nuestro país. ¿Cómo olvidar a Filma Canales? Directora, profesora de cine, y guionista, realizadora de cortometrajes. Mujer muy católica que murió sin encontrar a su hijo Juan Maino. Tampoco quiero olvidar a Malva Hernández, profesora del Pedagógico que, durante años, busca a su Rodrigo, joven mirista, estudiante de filosofía, que lo tomaron cuando todavía no cumplía los 20 años y aún no encuentran su paradero.
También se me vienen a la mente las madres de algunas de las víctimas de la dictadura. Ahí está Luisa Toledo, mamá de 3 jóvenes asesinados en la Villa Francia, recuerdo a María Maluenda, evocando a José Manuel, degollado luego de ir a dejar a su hijo al colegio.
Hace unos días, la televisión expuso algunos casos de niños, niñas y adolescentes asesinados en dictadura. Debieron pasar 50 años para que se atrevieran a mostrarlo.
Otro aspecto interesante de abordar en esta fecha fue lo sintomático que resulta celebrar el día de la madre en un país de huachos y donde algunas de las mayores ofensas tienen que ver con nuestras progenitoras (Concha de tu madre, hijo de puta), por otra parte, decirle “huacho” a alguien es proferir un insulto mayor.
Aunque parezca redundante, no debemos olvidar que el padre de la patria fue ”El huacho Riquelme”
Respecto a esta condición, la huachitud, ha sido trabajada por distintos autores. De la premio nacional de Humanidades Sonia Montecino conocimos ”Madres y huachos: alegorías del mestizaje chileno” (Catalonia.1991), y del también premio nacional de Historia, Gabriel Salazar supimos de “Ser niño huacho en la historia de Chile( LOM 2006), donde podemos aprender de las distintas clases de huachos que han existido a través de la historia. Los huachos son parte de nuestro ADN, siempre los ha habido y no solo son niños sin padres o mamás, sino también son hijos de padres despreocupados, sin oportunidades económicas, sociales, o educacionales.
Los huachos, generalmente, son niños de mamás abusadas por el patrón, que quedan al abandono y sin cariño debido a que su madre no quiere tenerlos y su padre se hace el desentendido. Esto es una secuencia, debido a que la madre era abusada y después las hijas de esta, eran profanadas por los hijos de los patrones y así sucesivamente.
El autor nos aclara que los huachos siguen estando vigentes en pleno siglo veintiuno, caracterizado en los llamados “flaites” de hoy en día.
Esta condición de huacho ha potenciado el matriarcado, con el consiguiente Complejo de Edipo. Muchos nos sacaríamos los ojos al descubrir que estamos enamorados de nuestra madre. Desde honorables presidentes, grandes empresarios hasta gloriosos futbolistas y cantantes dedican sus triunfos a sus madres. Hace algunos años, conversando con Rita Ceballos, alumna de Trabajo Social y funcionaria de Gendarmería comentaba que los delincuentes más osados, se rinden frente a sus madres. Jamás defenderían a su padre, su esposa o su hija, como protegen a la mamá. (El día más hermoso, es hoy el de mi madre.
A inicios del año 2000, Don Francisco entrevistó a los dos chilenos más famosos del momento: el recién electo presidente de la República, Ricardo Lagos Escobar, y el único chileno pichichi del fútbol español, Iván Zamorano Zamora. Ambos, con una historia de vida muy distinta, coincidían en una sola cosa: habían sido educados por mujeres solas.
Parece entonces que la frase de Silvio Rodríguez a la madre vietnamita: “Madre necesitamos de tu arroz” es parte de nuestro ethos y debería colocarse en el escudo nacional.