María Luisa Bombal: Conflictos de una mujer burguesa

por Francisco J. Zañartu. G

Quien relata se delata.

Un viejo profesor de castellano, a inicios de los años 70, acostumbraba decir a sus estudiantes que quien relata se delata, es decir, es casi imposible que un autor no plasme sus conflictos en los textos. La voz que narra puede vivir en otro siglo, otra cultura, tener otro sexo u otra edad, sin embargo, el escritor, en algún momento, dejará entrever sus trances, pasiones amores y dolores.  

En nuestra novelística un caso emblemático de aquello es la ora de María Luisa Bombal Anthes (1910 – 1980) Una muchacha viñamarina, de clase alta, educada en las Monjas Francesas que, a comienzos del Siglo XX, produce una obra centrada en personajes femeninos, con un mundo interno que les permite escapar de su realidad hostigadora.  En “La última niebla, la protagonista no puede respirar y su única opción es huir en la noche de la cama, donde está con su marido. 

La narradora, explica de este modo, la razón de la angustia:

“…A mi alrededor, un silencio indicará muy pronto que se ha agotado todo tema de conversación y Daniel ajustará ruidosamente las barras contra las puertas. Luego nos iremos a dormir. Y pasado mañana será lo mismo, y dentro de un año, y dentro de diez; y será lo mismo hasta que la vejez me arrebate todo derecho a amar y a desear, y hasta que mi cuerpo se marchite y mi cara se aje y tenga vergüenza de mostrarme sin artificios a la luz del sol.” (Pág. 5)

Mientras camina por el campo, ella conoce a un hombre con el que tiene una pasión que la acompañará por el resto de su vida, aunque pasen años sin verse. La figura del amante juega un importante papel en la búsqueda del deseo femenino. Este simboliza las pasiones físicas de la mujer y la demanda de atención y cariño que no recibe: “Mi amante es para mí más que un amor, es mi razón de ser, mi ayer, mi hoy, mi mañana” (Pág 8)

El amor clandestino es parte de la cotidianeidad de la autora.

Es en el año 1931 cuando ella, con veinte años, viaja a Chile desde Paris donde ha vivido desde la muerte de su padre en la década del 20. En Valparaíso conoce a Eulogio Sánchez Errázuriz, pionero de la aviación civil, con quien mantiene una relación sentimental escondida, puesto que Eulogio, a pesar de estar separado, sigue casado. Esta pasión dura muy poco y, con una promesa de matrimonio frustrada, Sánchez se aleja. María Luisa no soporta tal situación, le escribe cartas que él no responde. Un día, trastornada, asiste a una cena en casa de su frustrado amor, se dirige al cuarto donde este guarda las armas de fuego, coge una pistola y se dispara en el brazo. Milagrosamente se salva, llevando de recuerdo una cicatriz. «Me arruinó la vida, pero nunca lo pude olvidar» afirma María Luisa. 

La historia con Eulogio no termina ahí. En 1940, luego de una estancia prolongada en Buenos Aires y tras su primera visita a Estados Unidos, María Luisa Bombal regresa a Chile. En 1941 camina lentamente por las calles del centro de Santiago hasta situarse frente a la puerta del Hotel Crillón. Allí espera a Eulogio Sánchez, quien, después de años sin verla, no la reconoce. Luego de encararlo, le dispara, hiriéndolo solo en el brazo. Fue encarcelada, pero solo cumplió una condena de pocos meses, puesto que el herido la eximió de toda culpa. Una vez absuelta, viaja a Estados Unidos. Cuando se le pregunta por el motivo de su acción, ella declara: «Al matarlo mataba mi mala suerte, mataba mi chuncho».

La profesora de la Universidad Católica, Patricia Espinoza, destaca en su texto “La última niebla de María Luisa Bombal: excentricidad, desacato y eroticidad en el devenir identitario femenino” (2005)

 “La develación de un territorio privado en crisis posibilita el discurrir de una conciencia que construye un mundo distanciado de lo real, fenómeno que en la narrativa de mujeres chilenas pertenecientes a la alta burguesía se evidencia con gran fuerza en producciones de principios del XX, pero que en el caso de Bombal adquirirá características particularmente rupturistas debido, sobre todo, a la irrupción del erotismo como fuerza constituyente de la intimidad. (1)

En Buenos Aires, se casa con el pintor Jorge Larco, ilustrador de Lorca. El matrimonio es por conveniencia. Él es homosexual y acepta el casamiento por condiciones sociales. Entre ellos existe una gran amistad, pero no hay amor y se divorcian.

En 1944 se traslada a vivir a Estados Unidos, donde se casa con el conde francés Raphael ‘Fal’ Saint-Phalle y Chabannes. Nace su hija Brigitte. 

Sus últimos años los pasa en la casa de reposo de Héctor Pecht. Sumida en el alcohol, visita constantemente el hospital, afectada de crisis hepáticas. 

María Luisa Bombal fallece el 6 de mayo de 1980 en Santiago de Chile, víctima de un coma hepático masivo en el hospital El Salvador. Sus restos fueron cremados en una ceremonia llevada a cabo en el Cementerio General. Su hija Brigitte no está presente y solo se entera días después cuando su tía Blanca –hermana de María Luisa– le da la noticia.

Demasiada personalidad para ser mujer.

El año 31, al volver a Chile, toma contacto con las personalidades intelectuales de la época. Conoce a Marta Brunet, una escritora un poco mayor que la adentra en el mundo artístico santiaguino e interactúa con figuras como Pablo Neruda y Julio Barrenechea. La impresión que despierta entre los escritores es unánime: “tiene demasiada personalidad para ser mujer”. Ella, libre de prejuicios, sigue participando de las tertulias en algún café del centro o en alguna casa. ​No pocos estudiosos han especulado sobre la influencia en la obra de Bombal de otros reconocidos escritores con quién entabló amistades en su círculo literario. 

El profesor de la Universidad Católica, actual decano de la Facultad de Letras, Patricio Lizama escribe y edita con la profesora Macarena Areco, el libro, “Biografía y Textualidades: Naturaleza y Subjetividad Ensayos sobre la Obra de María Luisa Bombal» (2015) en el que destacan:

«La madurez literaria alcanzada por la escritora chilena no puede desvincularse de Borges, Neruda y Storni. La causalidad mágica y la posición en el campo literario, el viaje inmóvil y el viaje funerario, la representación de la mujer, son problemáticas que Bombal apropia y más tarde articula con un sello propio».

María Luisa se transforma en una lectora audaz y por sus manos pasan “Victoria” de Knut Hamsun, “María” de Jorge Issacs y “Los cuadernos de Malte Laurids Brigge”, de Rainer Maria Rilke los que  toma como libro de cabecera. También recurrirá a Hans Christian Andersen, autor que su madre le leía cuando niña y a Selma Lagerlöff. Fue también gran lectora de Paul Valéry, Charles Baudelaire, Paul Verlaine, Arthur Rimbaud, el Fausto de Goethe y Thomas Mann.                    

Bombal se transforma en una de las grandes narradoras del siglo XX en Chile y, si bien no recibió el Premio Nacional de Literatura, ella dice que no le importa, pues sus libros son los más robados en las bibliotecas. Respecto del Premio Nacional no debemos olvidar que Huidobro, Lihn, Teillier y Bolaños tampoco lo reciben y que Gabriela Mistral obtuvo primero el Nobel que el Nacional. ​

Sara Vial (1927 – 2016) escritora nacida en Valparaíso, amiga personal de María Luisa Bombal y Pablo Neruda, no olvida las palabras de Braulio Arenas[1] (1913 – 1988) “¡Cómo quieres tú que le den el premio a una mujer asesina y borracha!” Cabe señalar que Arenas, poeta surrealista y predilecto de la dictadura, obtuvo el Premio Nacional en 1984. No se puede atribuir la marginación de Bombal a asuntos políticos, ya que ella fue una declarada pinochetista.  

La escritora chilena adquiere una causalidad mágica en el campo literario y la representación de la mujer. Estas son problemáticas que Bombal apropia y articula con un sello propio. “La amortajada” (1938) fue citada por el escritor mexicano Juan Rulfo como una gran influencia en su juventud. Lucía Guerra, estudiosa de la obra de Bombal, escribe en “María Luisa Bombal: Obras completas” (2005),  

“[e]l escritor mexicano señalaba a José Bianco que La amortajada era una novela que lo había impresionado profundamente en su juventud”, de donde se infiere: “no obstante el importe folclórico y político atribuido a Pedro Páramo, (1935) la noción de los personajes muertos y aún rondando por la vida son un eco intertextual de la novela de María Luisa Bombal”.  De hecho, algunos estudiosos proponen a Bombal como la verdadera creadora del Realismo mágico.

El cuarto de vestir.

Al revisar algunos textos de M.L. Bombal, se puede establecer la relación existente entre el espacio interno y el externo. El cuento “El árbol” publicado por primera vez en Buenos Aires el año 1939 en el libro “Las islas nuevas” y luego en Santiago el año 1941 junto a “La última niebla” da cuenta de ello.

El texto comienza con una breve dedicación a Nina Anguita. Sigue con la descripción de un pianista donde se enfatizan los detalles y luego aparece Brígida, quien con dificultad reconoce la música, sin embargo, de niña toma lecciones de piano por voluntad propia y no como sus hermanas que estaban obligadas a ir a las clases. En cuanto ellas lograron volverse expertas tocando piano, deja los estudios al año de iniciarlos. Brígida es la menor de las seis hermanas y, por tanto, la última y menos cuidada, a la que dejaban de lado. No quería estudiar, había jugado con muñecas hasta grande y era profundamente ignorante, nunca le importó que le pidieran matrimonio como a sus hermanas. Brígida, en este ambiente onírico, se conecta con Luis, un amigo de su padre, que la recibe cuando todos la abandonaban. 

“Más tarde, Brígida se casaría con Luis, porque con él no se sentía incómoda de ser quien realmente era: tonta y juguetona. Desde muy niña, cuando todos la abandonaban, corría hacia Luis. Él la alzaba y ella le rodeaba el cuello con los brazos, entre risas que eran como pequeños gorjeos y besos que le disparaba aturdidamente sobre los ojos, la frente y el pelo ya entonces canoso (¿es que nunca había sido joven?) como una lluvia desordenada. “Eres un collar —le decía Luis—. Eres como un collar de pájaros”. (2)

La relación de Brígida con Luis sigue su curso, normal para las mujeres de la época. Ella se siente olvidada. Él se aleja. Ella busca su hombro y le ruega que se quede cinco minutos más. Él siempre tiene algo más importante que hacer. La tristeza la embarga y se refugia en el cuarto de vestir donde divisa el árbol que le trae tranquilidad. María Luisa Bombal escribe «¡qué calor hacía en ese cuarto por las mañanas! La pareja tiene una pelea y ella, teniendo todas las intenciones de insultarlo, descubre que no conoce ningún insulto. Cuando decide irse de la casa en la que vivía con Luis, suena un estruendo en la ventana. Era el del árbol y, desde ahí, Brígida cada vez que peleaba con Luis o lo repudiaba y no podía más de rabia, iba silenciosa hasta el cuarto donde estaba el árbol y abría la ventana.

 El árbol representa muchas cosas, la naturaleza en la que se refugiaba Brígida y el cuarto de vestir. Y así sigue el cuento, centrado en la conexión entre Brígida y el árbol (que no era cualquiera). El texto continúa narrando como ella establece una reciprocidad con su medio ambiente.

El árbol le da un espacio que mezcla lo interior con lo exterior. 

”Ella se había levantado a su vez, atónita, temblando de indignación por tanta injusticia. “Y yo, y yo —murmuraba desorientada—, yo que durante casi un año… cuando por primera vez me permito un reproche… ¡Ah, me voy, me voy esta misma noche! No volveré a pisar nunca más esta casa…” Y abría con furia los armarios de su cuarto de vestir, tiraba desatinadamente la ropa al suelo.

Fue entonces cuando alguien o algo golpeó en los cristales de la ventana.

Había corrido, no supo cómo ni con qué insólita valentía, hacia la ventana. La había abierto. Era el árbol, el gomero que un gran soplo de viento agitaba, el que golpeaba con sus ramas los vidrios, el que la requería desde afuera como para que lo viera retorcerse hecho una impetuosa llamarada negra bajo el cielo encendido de aquella noche de verano.”

Como vemos en la escritura de esta autora, existe una relación bivalente entre el espacio físico y el interno que nos permite enfrentar activa y creativamente la lectura de una mujer que, a pesar de no haber obtenido el premio nacional, es un pilar de la narrativa chilena. 

Los conflictos de esta mujer burguesa siguen presentándose en todos los estratos sociales, a casi un siglo de haber sido narrados por la Bombal.


[1] De Braulio Arenas, el escritor Erick Pohlammer decía que era Braulio Apenas.

También te puede interesar

2 comments

Federico Gana Johnson marzo 10, 2024 - 2:07 am

Gracias Pancho Siempre me ha interesado María Luisa Bombal, me intriga y apasiona su forma de er, finalmente destructiva. Tu crónica me deja plenamente bien informaado, eres un excelente profesor y guía, además de un texto bien escrito!. Te abrazo!!.

Reply
Pancho Z marzo 16, 2024 - 3:14 pm

Gracias Federico. Es estimulaqnte compartir la literatura con una persona como tú.

Reply

Deja un comentario