Pablo Neruda, prologuista del poemario Desnuda, que fuera premiado aún inédito en los juegos florales de la Municipalidad de Santiago, dibuja a Matilde Ladrón de Guevara con su «perfil de espuma». La metáfora nerudiana, apela a la energía sin reposo, y a través de ella se descubre el porqué de la frase, de la captación intuitiva con que el gran poeta chileno diseña a su compatriota, quien, como Marta Jara, formó parte de aquella generación del ’50 también llamada del Parque Forestal por ser este uno de los lugares habituales de sus encuentros.
Matilde Ladrón de Guevara nació en los albores del siglo XX, en 1910 y fue una prolífica autora que más que una vida, habitó una novela desde su juventud, cuando fue elegida Miss Chile por su gran belleza a los 15 años. Nacida en una familia de buen pasar, estudió sociología, ciencias políticas y literatura en La Sorbona, en París, lo que unido a su estampa la catapultaron para ser corresponsal del quehacer de Hollywood de la revista Ecran y colaboradora de otros medios nacionales como la revista Zig-Zag o el diario La Nación de Buenos Aires y La marcha de Montevideo.
Matilde creció entre la élite intelectual chilena y desde niña se codeó con figuras emblemáticas del mundo de la cultura chilena. A través de la poesía, la novela y obras autobiográficas (en su mayoría), la autora abordó temas considerados tabú en los cincuenta, como el embarazo fuera del matrimonio, la homosexualidad y la infidelidad. Fue por tanto una escritora rupturista de los esquemas de su tiempo y vanguardista en la búsqueda de la reivindicación del rol de la mujer.
Y esperanza también o despedida
que se prende a los soles de la vida
con garras de naufragio y de delirio.
Besas en el crepúsculo la rosa.
Quemas la frente en la ebriedad fogosa,
y alzas en llama el último martirio.
Fragmento del soneto El crepúsculo, Matilde Ladrón de Guevara
Entre sus amigos se contaba, Pablo Neruda con el que trabajó como tesorera de la SECH mientras él la presidió y que, haciendo honor a su histórica galantería poética le dedicó versos alabando su belleza. Visitó a Gabriela Mistral en Italia y de su profunda impresión sobre su personalidad brotó Gabriela Mistral, rebelde magnífica., ese libro maravilloso “que subrayaba la condición rebelde de nuestra poeta», según Jaime Quezada, poeta y presidente de la Fundación Gabriela Mistral.
Esencialmente vanguardista fue una de las engrosó las filas del partido Femenino y una de las primeras mujeres en ingresar a la SECH…más conservadora en su vida personal, solo se le conocieron dos grandes amores: su esposo por 47 años, Marcial Arredondo, y el famosísimo y controvertido pianista alemán Walter Gieseking, con quien vivió un apasionado romance que ella revelaría en la novela Mi patria fue su música.
…me comprometí con el poema que me diste esta mañana, ¡Cuánto sabes de amor! Mi querida, con mis pensamientos te cubro de besos y caricias, de las más delicadas y tiernas, hasta las más increíblemente eróticas… parte de un mensaje de Walter Gieseking, pianista alemán, amante de Matilde
En la década del 60’ se enamoró de la Revolución Cubana y se trasladó a vivir en Cuba donde compartió estrechamente con Fidel Castro y el Che Guevara. Producto de sus vivencias en la isla escribió tres obras: Adiós al Cañaveral, Ché, Cubanía y Ché,Al volver a Chile participó activamente en el gobierno de la Unidad Popular siendo amiga y admiradora de Salvador Allende. Con posterioridad al golpe militar se exilió en Argentina.
«Fue una poeta de lucha, que partió en los años 50, cuando en Chile estaban publicando Parra, Alcalde, Barquero y Teillier, entre otros. La obra de Matilde no llega a esos niveles, pero llamaba la atención por su tono feminista», dice Naín Nómez, autor de la Antología crítica de la poesía chilena.
Aunque fue una escritora con relativas buenas ventas durante la década de los sesenta, los críticos literarios sostuvieron posiciones encontradas acerca de su escritura y algunos, como Ignacio Valente la descalificaron tildando sus obras de folletinescas. Sin embargo, Joaquín Edwards Bello fue un apasionado defensor de su obra.
En tres oportunidades fue nominada al Premio Nacional de Literatura, el 2006 fue cuando más cerca estuvo de obtenerlo, pero nunca lo recibió. A modo de consuelo, el año 2009 la Sociedad de Escritores Latinoamericanos y Europeos le entregó el Premio a la Trayectoria. El mismo año en que Matilde murió. Fue su regalo de despedida de una vida casi centenaria que atravesó por completó el siglo XX.
«Chile es un matriarcado y Matilde Ladrón de Guevara lo comprueba con su personalidad y gran talento. Aunque controvertida, llegará lejos con su valentía y sinceridad». Joaquín Edwards Bello
Para culminar una vida que puede calificarse de muchas formas, menos de no haber sido vivida, a fines de los noventa inició quizás la que fue su mayor lucha para lograr liberar a su hija Sybila Arredondo, ex esposa de Jorge Teillier y viuda de José María Arguedas quien fue detenida y encarcelada en Perú, acusada de ser parte de Sendero Luminoso. Esta lucha duró más de una década (14 años) y Matilde apeló a todas las instancias para liberarla, incluso a realizar huelgas de hambre que no lograron acortar un día la condena de su hija acusada de traición a la patria, tráfico de armas para la guerrilla, tenencia de explosivos y calificado por el entonces presidente Alan García como “una de las mujeres más peligrosas del Perú”. Creyó que no volvería a abrazar a su hija en este mundo. Sin embargo, Sybilla fue liberada el 2002 y decidió radicarse en Francia. Volvieron a abrazarse muchas veces y la última vez que se vieron fue dos semanas antes de la muerte de Matilde. Producto de esta experiencia surgieron sus dos obras finales: Sybilla en Canto Grande y Por ella, un libro testimonial que recoge la experiencia de tener a su hija presa, escrito en el 2003, luego de la liberación de su hija.
La abundante y hoy casi desconocida obra de Matilde Ladrón de Guevara incluye, entre otros, “La rebelde Gabriela”, “Destierro”, “La ciénaga”, “Muchachos de siempre”, “Gabriela Mistral, rebelde magnífica”, “Adiós al cañaveral”, “Madre soltera”, “Che”, “En Isla de Pascua los moai están de pie”, “Leona de invierno”, “Mi patria fue su música”, “Y va a caer”, “Pórtico de Iberia” y “Diario de una mujer en Cuba” Estos son solo algunos de sus libros entre los que encontramos poemarios, cuentos, novelas, ensayos y testimonios que forman parte de la producción de Ladrón de Guevara, con méritos más que suficientes para ser incluida como una más de aquellas escritoras de la “generación del 50” que, para el destacado crítico literario, Fernando Alegría…se caracteriza por destilar “una angustia indefinida que da origen a una rebeldía sin causa ni propósito, y que, en el fondo, no es sino el reflejo del sentimiento existencialista que aplasta a las nuevas generaciones en Europa y Norteamérica. Los integrantes del grupo negarán su filiación sartreana y dirán que su actitud se debe a un reflejo de la decadencia social del momento y que, ante la posibilidad de ignorar el lado oscuro de la misma, prefirieron encararla, utilizando la escritura como un instrumento de catarsis que puede servir para trasformar la sociedad por medio del arte”.
Sea de esta o de otra forma, Matilde Ladrón de Guevara fue protagonista esencial del siglo XX y testigo privilegiado del devenir literario y político de las transformaciones que atravesaron el siglo pasado. Una mujer bella, talentosa, corajuda y audaz.