“Dime, infeliz Portales, ¿qué sentiste
cuando el amargo cáliz de la muerte
se presentó a tus ojos por la mano
de la negra maldad? Di, cuál sufriste
más agudo dolor? ¿Fue la injusticia… (fragmento del Canto fúnebre a la muerte de Diego Portales de Mercedes Marín de Solar)
Creo ser una más de los miles de chilenos que fuimos educados en la admiración sin mácula hacia un Diego Portales Palazuelos, como pilar fundamental de la consolidación del Estado de Chile, asesinado vilmente por malvados conjurados. Confieso que al correr del tiempo, varias fisuras se fueron perfilando frente a mi hasta perderle casi todo respeto cuando, a pesar del velo tendido por los historiadores que solo ensalzan sus virtudes, empecé a descubrir su tremenda misoginia, banalidad y despreciable conducta con las mujeres, especialmente con Constanza Nordenflycht, la mujer (por no decir la niña) que lo amó más allá de las convenciones, más allá del honor… engendrando sus tres hijos, para morir a los 29 años, poco tiempo después de su asesinato.
Pero también en ese camino, encontré a Mercedes Marín de Solar, precursora del feminismo chileno y considerada la primera poeta chilena, exponente del romanticismo, gran admiradora de Portales y quien obtuviera cierta fama y reconocimiento como la primera mujer que publicó en un diario (aunque sin su nombre, sino como “una señora chilena”) su Canto fúnebre, monumental poema de 324 versos, elegía escrita con ocasión del asesinato de Diego Portales, incluido en El Araucano, gracias a las gestiones de Andrés Bello.
Curioso enfrentarse a estas dos mujeres con visiones tan opuestas sobre el mismo personaje. Una sola cosa las unía: el amor y la admiración por ese hombre que, mirado desde el siglo XXI parece detestable. Dos amores distintos porque el de Mercedes estaba basado en la admiración que sentía por Portales y el de Constanza en la pasión que aquel despertó en ella cuando lo conoció apenas cumplidos los quince años y el le doblaba la edad.
La historia, la tierra, las bellas artes,
os ofrecen sus inmensos tesoros:
a todo puede elevarse vuestra inteligencia
que no cede en viveza y penetración a la del hombre
Mercedes Marín del Solar
Mercedes Marín nació en La Serena en 1804 y su padre fue José Gaspar Marín, el secretario de la Primera Junta Nacional de Gobierno. En esa época eran raras las niñas que iban a la escuela y los libros casi no existían. Pero Mercedes logró una extraordinaria educación a través de maestros privados logrando hablar francés e italiano, además del castellano y ejecutar diversos instrumentos junto al canto. Curiosamente, en vez de enamorarse, a los quince años escribía poemas.
¿Qué eres, dulce hermosura, ante los ojos
del mortal que seduces con tu encanto?
Objeto destinado a verter llanto,
juguete de sus pérfidos antojos.
(fragmento de La hermosura, Mercedes Marín)
Se casó muy joven y al igual que muchas otras jóvenes de la sociedad, se convirtió en “salonniére” o mujer que organizaba tertulias donde no solo se socializaba, sino que también permitían el desarrollo intelectual y el debate político. A sus reuniones solían asistir Andrés Bello, Domingo Faustino Sarmiento y Claudio Gay, entre muchos otros y también su hermano Ventura Marín y el poeta Ventura Blanco Encalada.
Mercedes Marín incursionó esporádicamente en la literatura privilegiando su vida familiar, pero eso no fue obstáculo para luchar por la educación de la mujer y no sólo colaboró con la Sociedad de Instrucción Primaria, sino que también redactó un pionero plan de estudios. Además de poesía, cultivó otros géneros literarios como la leyenda, la biografía y el ensayo; algunos de ellos fueron recogidos en el libro publicado por su hijo en 1874, Poesías de la señora Doña Mercedes Marín de Solar, único libro con sus obras hasta que el año 2015, el Centro de Investigaciones Barros Arana, con el apoyo de la DIBAM presentó sus “Obras reunidas” donde se incluye su poesía patriótica (himnos a las batallas de Yungay y Chacabuco) y versos religiosos, además de cartas, biografías (como la de su padre) y un ensayo sobre el valor de la educación de las niñas chilenas.
«una mujer literata en estos países era una clase de fenómeno extraño, y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigía de mí hasta cierto punto, el sacrificio de mi felicidad personal».
Varios colegios y liceos llevan hoy el nombre de Mercedes Marín de Solar en honor a su destacada labor en pro de la educación.
Constanza Nordenflycht era descendiente directa de Hernán Cortés y Francisco Pizarro, su abuela sufrió el maltrato y la violencia de su marido alcohólico y logró divorciarse con cinco hijos para morir muy joven en Santiago. La madre de Constanza se fue a Perú donde se casó con Timoteus von Nordenflycht , pero después de su muerte decidió volver a Santiago y así Constanza llegó en 1818, junto con su tía abuela María Rita de Azúa quien la trajo de compañía para aliviar la carga de su madre.
Constanza llegó a la capital chilena cuando tenía 10 años en 1818. Ya instalada en Santiago, pasó los días acompañando a sus tías, paseando por la ciudad y estudiando piano y todo lo que debía saber una dama distinguida. Poco tiempo después llegó su madre quien alcanzó a convivir con su hija un corto tiempo y murió cuando Constanza recién cumplía los 15 años.
Seis meses después de la muerte de su madre, Constanza, de 15 años, vio por primera vez a Diego Portales, de quien se enamoró, aunque este la doblaba la edad.
Portales tenía ya treinta y un años cuando en una visita a la marquesa tía de Constanza, donde su carácter jovial, bromista y de conversación ágil, alegre y salpicada de comentarios livianos lo convertía en un personaje deseado en las reuniones familiares, conoció a la jovencita. Personas como la marquesa, mujer extremadamente religiosa, olvidaba sus oraciones y dejaba pasar las sabrosas picardías de Portales que ponían una nota alegre en las tertulias.
Portales se convirtió así en asiduo visitante y un día, se acercó a Constanza y la invitó a una cita solos, a un encuentro privado en la casa de «una señora de confianza». La joven salió junto con su sirvienta a una modesta casa que quedaba en La Chimba, al otro lado del río Mapocho donde tan solo había una cama sobre el suelo de barro. Mientras la sirvienta esperaba en un cuchitril cercano, éste se convirtió en el lugar de encuentro entre los amantes, que se siguieron viendo cada vez que Portales visitaba Santiago.
Constanza tuvo a su primera hija (Rosalía), apenas cumplidos los 16 años, bajo “palabra de matrimonio” y luego de haber sido recluida en el campo. Al permitírsele volver a la ciudad, luego de haber recuperado su figura, fue trasladada al segundo patio, junto con los sirvientes. Constanza intentó infructuosamente, durante meses, que Portales concretara el matrimonio, pero él se mantuvo alejado hasta que en una visita a Santiago se volvió a encontrar con ella a escondidas en la casa de citas de La Chimba y, producto de esta cita, ella quedó embarazada de su segundo hijo (Ricardo) que nació también en el campo cuando Constanza cumplía los 17. Portales se enfureció y volvió a Valparaíso sin querer verla ni conocer al hijo recién nacido al que se inscribió como hijo natural de una madre que escondió su nombre bajo las iniciales A.T.
Al
pasar los meses, la tía volvió a recibir a Constanza con la promesa que
olvidara a Portales. Las condiciones esta vez fueron draconianas y solo podía
estar cerca de sus tías para rezar el rosario y en los paseos sociales, donde
debían aparentar normalidad para evitar las habladurías, pero se vestía con
ropa heredada de sus primas y solo podía comer la mitad de la ración de los
alimentos que se servían en el solar. Fue durante ese tiempo cuando Constanza
enfermó gravemente y
Portales viajó a Santiago con la intención de casarse con ella en artículo de
muerte. La joven, se recuperó y Portales
escapó al puerto sin cumplir su promesa.
A poco andar, Portales asumió como Ministro de Interior, Relaciones Exteriores y Guerra y Marina y Constanza esperó que él reconsiderara su postura y decidiera casarse con ella. Por supuesto eso no sucedió y él se alejó de ella aduciendo que sus deberes lo mantenían demasiado ocupado, pero cuando el dejó el puesto, ella viajó a Valparaíso donde, producto de su encuentro quedó embarazada del tercer y último hijo de ambos. Éste no fue reconocido por el político y fue apadrinado por una de sus sirvientas y su marido.
«después de revisar hipótesis que decían que la muerte de Constanza ocurrió poco tiempo después de la de Portales, y por amor», quiso demostrar que lo único que ella «había recibido fueron miserias, patadas, soledad e hijos, muchos de los cuales no llegaron a nacer. Si de algo murió, fue de desamor» [(Marta Blanco, en entrevista a El Mercurio de Valparaíso)
Luego de la muerte de Constanza, el presidente José Joaquín Prieto legitimó a los tres hijos de Constanza Nordenflycht y Diego Portales.
Sobre los desgraciados amores de Constanza se han escrito, al menos tres novelas: Don Diego Portales, de Magdalena Petit (1937) quien defiende al político; La emperrada (2001), de Marta Blanco, y Constanza de Nordenflycht. La querida de Portales (2005), de Eugenio Rodríguez. Los dos últimos libros son críticos con el político, que dejó embarazada por primera vez a Constanza cuando ella tenía 15 años y, a pesar de haber tenido tres hijos con ella, sin contar a varios que murieron antes de nacer, se negó a casarse.
Dos mujeres muy diferentes fueron Mercedes Marín de Solar y Constanza Nordenflycht. La primera, una mujer talentosa que renunció a cultivar mejor sus grandes talentos para priorizar su vida familiar y religiosa, con una vida tradicional y sin sobresaltos. La segunda, una delicada y apasionada que sacrificó todos sus privilegios y enfrentó el desprecio de la sociedad por amor. Ambas nos entregan una visión totalmente diferente sobre Diego Portales Palazuelos.
5 comments
Buen artículo. Se muestra como Portales fue un cretino sentimental.
¡Qué historia! Muy interesante. No conocía ese lado abusivo de Portales. Gracias por los aportes, Cristina.
Diego Portales un bellaco, machista y anormal. La historia deberá destacar que se caracterizó por un egoísmo descomunal.
Un artículo muy interesante.
Excelente investigación y texto.
Que haya más.
Excelente, hoy Portales calificaría como esos galanes seductores que atraen a las mujeres, pero se convierten en tóxicos, agresivos y misóginos cuando el encanto de la conquista se diluye. El llamado “fresco de mierda”, aunque hoy tal come ayer, miles de mujeres se dejan atraer como moscas a seductores narcisistas.