A Carmen Berenguer, Jorge Guzmán y
Guillermo Núñez, trabajadores de la cultura
recientemente fallecidos
Aseo y ornato
En una entrevista dada hace más de 25 años, el exsenador, embajador y ministro del Interior de la dictadura, Sergio Onofre Jarpa (1921 -2020), declaró que una bonita pintura servía para adornar una pared. La opinión molestó a diversos artistas que, consideraban su obra como el producto de una reflexión y un oficio, es decir, algo bastante más importante que el simple adorno. de una pared. Es probable que si hubiese estado vivo el tío abuelo del ministro, Onofre Jarpa Labra (1849 – 1940), pintor romántico, ensayista y profesor de grandes maestros como Alberto Valenzuela Llanos, hubiese sido el más molesto con las declaraciones de su poderoso sobrino.
Ciertamente el exministro hubiera estado feliz con un ministerio de Aseo y Ornato. No solamente él. Esta es, quizás, su opinión más transversal.
El Ministerio de Cultura, las Artes y el Patrimonio, ha existido, desde el gobierno de Lagos y fue creado porque sería muy mal visto que en el país de dos premios nobeles y con un presidente socialista, no hubiera una repartición pública dedicada al arte y el patrimonio.
A pesar de lo anterior, en este ministerio ha habido ministros que nunca supieron que lo fueron. Luciano Cruz Coke, ministro en el primer gobierno de Sebastián Piñera renunció para ser candidato a Senador por el norte. De pronto, alguien le dijo que no cumplía una norma básica para pasar de un cargo a otro, renunciar al ministerio un año antes de la elección. El destacado actor y actual parlamentario, contestó “Bah, yo no sabía que era ministro, si sólo era vicepresidente de un consejo para la cultura”
En el segundo gobierno del mismo presidente, se nombró, a mitad del periodo, a Mauricio Rojas, lo que provocó una de las grandes movilizaciones de los artistas por sus diatribas contra el Museo de las Memoria. Estas hicieron que Rojas durara 90 horas, aunque para ser más exactos duró sólo 89, puesto que ese fin de semana se adelantó la hora. Luego, en el mismo gobierno, asumió la Sra. Teresa Valdés Chadwick, una dama que, a diferencia de Cruz Coke, siempre supo que era ministra, el problema es que fue la única que supo. Cero relaciones, con los trabajadores del arte la cultura y el patrimonio.
En el actual gobierno, debido al consenso de que el ministerio no estaba funcionando, el presidente sacó del hospital al exejecutivo televisivo Jaime de Aguirre, conocido autor de “La alegría ya viene” y lo puso en el cargo. Este llevó todo, menos la alegría, al ministerio. Se retiró de la Feria del Libro en Frankfurt, tuvo una enconada pelea con el BAFOCHI y los trabajadores se quejaron por su falta de interlocución
Todo esto es lo que ha pasado, sin embargo, el futuro no se ve muy promisorio. El cantante Pablo Herrera, el mismo que dijo que había que correr bala a todos los migrantes, declaró que quería ser ministro de cultura en el gobierno de Evelyn Matthei. No deja de ser curiosa la forma de llevar a cabo la cultura.
Al paso que vamos, la situación no da ni para ministerio de Aseo y Ornato.
Transversalizar sin tranzar
La pregunta que sigue es bien obvia: ¿Cómo lograr que desde el estado haya una preocupación por las artes y el patrimonio? Dejaré fuera la palabra cultura puesto que también son parte de ella, las pichangas de barrio los domingos, el pastel de choclo y las ferias libres.
No ha sido fácil, pues se han intentado varios métodos para que las artes y el patrimonio sean un tema asumido por el país, más allá del gobierno. No confundir el estado con el gobierno es un lugar común que se dice constantemente, pero se practica muy poco.
El primer método que se intentó fue el de los fondos concursables. Dichos fondos han generado una casta que se siente con el derecho propio a ganárselos. Frases como: “Se pasarían de huevones si no me lo dan – Si este país no me reconoce me voy de Chile – A Gabriela Mistral tampoco la reconocieron” las escuchamos a diario. Conocido es el caso del actor que esperaba ganarse el fondo para cambiar el auto, el productor que hacía proyectos a terceros, esperando que cuando estos se lo ganaran le pagaran un porcentaje no menor (Si no se lo ganaban, igual cobraba) Así nos encontramos – en Santiago y regiones – diversas formas de usufructo. Frente a esto, tenemos grupos folklóricos que deben hacer un bingo para comprarse una guitarra, grupos de teatro que trabajan con jóvenes en poblaciones o colegios y talleres literarios y de lectura con mujeres en diversos centros de madre.
Está claro, ellos no se merecen ganar un fondo. No dan el ancho.
Parece ser que una posible respuesta está en el propio gobierno, emulando lo que hizo la ministra Antonia Orellana en el caso de las mujeres y la equidad de género. Poner en cada ministerio una oficina a cargo del tema. No se trata de burocratizar el asunto, ni de llenar el tema cultural de funcionarios, sino establecer una red que involucre a todos con el tema y que diseñe un programa que baje a la comunidad, a los barrios, CESFAM, liceos, etc. Sería bueno que el Ministerio de Agricultura se involucrara en potenciar la cultura campesina y el de Minería la de los mineros. En otras palabras, que el tema cultural sea transversal y no quede en los pasillos de un ministerio minusvalorado.
Parafraseando a Lotty Rosenfeld habría que decir: No + Ministerio de Aseo y Ornato.
2 comments
Muy bueno el comentario. Sólo que la palabra es transar, no tranzar. En buena onda.
Gracias