Necesidades urgentes y discusiones apasionadas.

por Rafa Ruiz Moscatelli

Fracasó una estrategia sanitaria. Cortar las oleadas de virus requiere repartir dinero para garantizar la inmovilidad. Es difícil que alguien decida morir pasivamente en su casa por falta de alimentación. Las postergaciones dañan al gobierno. El debate constitucional es el eje reparador de la crisis política.

Vivimos una situación política tan complicada como alentadora. En medio de una pandemia global se fortalece un apasionamiento político en las discusiones y debates generados por las medidas sanitarias y la próxima elección de   constituyentes.  La realidad, a pesar de la censura y autocensura de los grandes medios, revela un creciente descontento económico social y una intranquilidad por la pandemia que atraviesa a toda la población. Como señalo con precisión el Dr. Bernucci, Secretario Nacional del Colegio Médico “la estrategia oficial de controlar el virus fracasó”. Se debió emplear una estrategia para cortar su expansión, que requería restringir, seriamente, la movilidad de los habitantes y visitantes en todo Chile

¿Cambiará la estrategia sanitaria el gobierno?

¿Lo harán o no? ¿Será algo nuevamente a medias? Es la duda que nos corroe a todos. Esta proviene de una pérdida de confianza que se originó cuando no se abordó con energía una corrupción instalada con autoritarismo y desregulación financiera. El dinero proporciona bienestar y genera malas costumbres.  Esto se agravó cuando la codicia invadió las instituciones y hasta los impedidos de hacer negocios por ejercer cargos institucionales se tentaron y los más inescrupulosos metieron manos en dineros públicos a imagen y semejanza de algunas prácticas privadas. La prioridad de los negocios en la mentalidad de la población y las visiones consumistas desatadas, crearon ocupaciones, actividades y negocios ilícitos derivados del narcotráfico internacional, del comercio de armas, sustracción de vehículos y otros delitos encadenados. Esa red de compromisos comerciales ilícitos en Chile adquiere cierta masividad, aunque por ahora sin la densidad mafiosa de otros países. El control del estado sobre estas actividades está minado por la debilidad política y la concepción estratégica de autoridades que toleran los desbordes económicos y reprimen sin piedad los desbordes políticos. Esa convicción es la madre del desmadre que aprecia la población.

La opacidad creciente no es ajena a la deficiente aplicación de “la estrategia de corte de circulación del virus”. Gobierno y grandes empresarios se resisten a liberar recursos directos a los trabajadores que arriesgan su salud obligadamente. La Renta Básica Universal es la forma pacífica e institucional más adecuada para esta década que vivimos en peligro. Sería desastroso fallar por convicciones mezquinas agudizando las consecuencias de la pandemia incluidas las económicas. Existen mecanismos que permiten corregir errores y aprovechar eficazmente la asignación de recursos existentes. Es muy difícil que alguien decida morir pasivamente por falta de alimentación.

Al mismo tiempo, la postergación de las elecciones exigida por el agravamiento de los efectos de la pandemia no cambiará la voluntad mostrada por los candidatos a la constituyente y sus partidarios. El debate y la difusión que hacen por diversos medios y organizaciones, sociales, partidarias, y en otras instancias de la sociedad civil, empleando redes sociales con gran creatividad ante las limitaciones acentuadas por la cuarentena. Los canales de TV han estimulado nuevos espacios. De la franja poco se puede decir, con un diseño plagado de imperfecciones pese a los intentos encomiables de grupos independientes por sacar alguna ventaja.

¿Candidatas y candidatos empoderados?

En los debates no hay neutralidad. Se intenta abordar temas de relevancia como los del agua,  el rol del estado en el desarrollo económico, o de principios y valores democráticos. Se vislumbran informadas y apasionadas intervenciones sobre los cambios al presidencialismo y al rol del parlamento. Estas discusiones televisadas toman alguna distancia de pensamientos diminutivos respecto de la capacidad de los legos para dialogar y rebatir los pensamientos más conservadores. Los postulantes a la constituyente se empeñan en un empoderamiento mayor.

Pude apreciar como una muchacha de Valparaíso no se amilanaba ante un encopetado que la trataba de mentirosa cuando ella describía la situación de los que perdieron el agua y aún no la recuperan. También el debate equilibrado, pero sin conciliación, entre tres candidatos más que contradictorios en su ánimo constituyente. Algo ciertamente indigerible para los que aún defienden la constitución de Pinochet. Aunque algunos de esos herederos impongan una distinción entre “discutir o imponer una carta magna”.

Intentando potenciar su audiencia aparecen artistas o actores populares. Con buena voluntad se puede distinguir un espíritu cívico y pedagógico multiplicado dentro de los límites de las redes sociales. Se asume que el soberano no quiere votar por una o un constituyente que se desaparezca después de la elección.

Este proceso que elevó la discusión política hace algunos años con los cabildos, está influyendo en los contenidos de las otras elecciones. No basta con repetir como loros recetas de políticas públicas que después no aplican o se diluyen en tratativas de tecnócratas.

También te puede interesar

Deja un comentario