Níger: Una chispa en la pradera

por Juan. G. Solís de Ovando

El golpe de estado en Níger, independiente de sus elementos típicos: pobreza extrema, estado fallido, señores de la guerra, terrorismo, colonialismo trasnochado, saqueo de materias primas, etc. constituye un acontecimiento que hay que tomar en serio. Y así lo considera Francia -principal involucrada- que junto con la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) advirtió de una posible intervención militar directa si no se devuelve al poder al depuesto presidente Mohamed Bazoum.

El plazo se ha vencido y ni Francia ni la (CEDEAO) se atreven a mover fichas, al menos militarmente. Y no es raro. El portavoz de la junta militar recién instalada ha roto los acuerdos militares con el país galo dejando en el aire a los 1.500 militares que se encuentran en suelo nigerino.

Porque en este país, uno de los más pobres de la tierra, Francia explota la extracción de uranio, vital para el desarrollo de la energía atómica que lidera en Europa. Pero la historia de la relación de este país con Níger no se diferencia mucho de la relación colonialista de los países del Primer Mundo con los africanos del siglo XX. De hecho, basta con observar como terminó la explotación de la mina de uranio de COMINAK, que la empresa AREVA/ORANO cerró en el año 2021 para entender las visiones resentidas que subyacen los acontecimientos: las casas demolidas; muchedumbres de mineros abandonados en el desierto; empresas contratistas que precarizaron un trabajo ya precarizado, y montañas de relaves que deja en el aire material radioactivo en suspensión. AREVA nunca pagó impuestos por la exportación de Uranio, ni por los materiales y equipos utilizados por la extracción. Solo pagaba el 5,5 por ciento sobre el uranio producido, aunque nadie sabía cuanto uranio producía. Eso explica, en parte, que los ingresos fiscales de Níger sean los más bajos del África occidental y que Francia sea en Níger el país más odiado de Europa.

Además, en esta guerra sucia, cubierta de sangre y miseria, se han ido destapando la connivencia de las empresas francesas explotadoras de uranio, rebautizadas ORANDO, en la financiación de la versión magrebí de AL QUEDA.

Si la situación de los franceses es mala la de los norteamericanos no es mucho mejor: las Fuerzas Armadas de EEUU, mantienen un contingente de más de un millar de soldados y se encuentran en estado de alerta.

Sin embargo y por mucho que se parezca a la historia del África colonializada de antaño, ahora hay importantes factores estratégicos nuevos, y esos son los que explican la odiosidad hacia occidente por parte no solo de los golpistas sino de parte del pueblo que los apoya sea inversamente proporcional a la simpatía que el movimiento militar muestra hacia los nuevos amigos de ese país.  El movimiento M62 de actitud antioccidental organizó una concentración de apoyo a los militares, durante la celebración del día de la independencia de Níger, que se convirtió al poco rato en un acto de simpatía con Rusia como lo testimoniaron las banderas de ese país que ondeaban en el estadio y los eslóganes contra la ocupación francesa.

Y por eso también, las sanciones económicas de la CEDEAO que han tenido ya repercusiones no han conseguido arredrar al movimiento antioccidental. Mas bien, los militares han reaccionado hacia adelante, cerrando el espacio aéreo de Níger, y provocando el pánico de turistas y asesores militares y civiles franceses y europeos evacuados con apoyo de Etiopía y otros países africanos.

La opción militar sigue vigente pero los militares golpistas no están solos. Tienen el apoyo de Rusia y detrás de este se encuentra Wagner, que, actuando como guardia pretoriana en África, sirve los intereses rusos realizando las tareas sucias de las guerras de ocupación territorial actual. Además, y en la medida en que Wagner se presenta como muro de contención de los grupos terroristas islámicos Rusia puede conseguir la dispersión de los medios militares occidentales que actúan en Ucrania.

Níger es apoyado, además, por los países que hace poco realizaron un camino similar: Guinea, Mali y Burkina Faso han declarado que el intento de una intervención en contra de Níger será considerado un acto de agresión en contra de todos ellos.

A su vez, Costa de Marfil, Nigeria, Benin y Senegal han manifestado su disposición a intervenir militarmente, así como las declaraciones del nigeriano Bola Tinubu, que ostenta la presidencia de la CEDEAO, se pone en el liderazgo de las soluciones de fuerza para restituir el poder a los civiles.

Esos son los efectos directos que el movimiento militar en Níger está provocando en la configuración política actual del Sahel, o sea esa franja territorial horizontal que componen los países de Eritrea, Etiopía, Sudán, Chad, Níger, Nigeria, Burkina Faso, Senegal, Mali y Mauritania, y que resulta ser una suerte de barrera entre el África desértica del Magreb y la selvática hacia el sur del continente.

Como ocurre en las partidas de ajedrez, mover cualquiera pieza del tablero involucra la suerte de la totalidad del juego, y por eso nadie quiere, de momento, patear el avispero. Pero inexorablemente las piezas se tendrán que mover como quiera que los intereses que están en juego se extienden mucho más allá del continente africano. Y por ello, y antes de seguir, pongamos atención en un factor que no se puede olvidar: La República Popular China.

Los números dicen mucho, aunque no todo. Actualmente, el volumen del comercio de la RPCH supera los cien mil millones de dólares, superando a cualquiera otra potencia, incluido USA, y según las fuentes chinas en el año 2035, superaría los trescientos mil millones de dólares.

Pero, en realidad, para la China actual -que ya se dirige decididamente a incidir en el tablero mundial-, se trata de una cuestión esencialmente política, como lo comprueban dos hechos: La primera visita oficial del presidente Xi Jinping, al poco de ser elegido el año 2013 la realizó al continente africano. Y el año 2018, nuevamente reelegido, envió a su nuevo ministro de asuntos exteriores, Qin Gang. Y aunque es cierto que los chinos han mantenido una tradición de gratitud a las repúblicas africanas que durante décadas sostuvieron el apoyo al ingreso de la República Popular China a la ONU, no es menos cierto que este país en la actualidad está interesada en ampliar su influencia política a partir de la extensión de una forma de cooperación económica directa, rápida y muy eficiente: los países africanos exportan recursos que los chinos necesitan, a cambio de apoyo financiero y tecnológico por parte del gigante asiático.

Esta ofensiva estratégica de los chinos es percibida por occidente como un peligro para su hegemonía y por ello han reaccionado con un ambicioso plan de inversión en modernización y desarrollo digital. De momento, solo parecen ser, buenas intenciones.

Y por eso también, EEUU ha reaccionado, aunque tarde y mal, a la ofensiva China de cooperación, organizando cumbres y reuniones multilaterales para intentar relanzar sus lazos de cooperación con los países africanos.

Tarde y mal. Acaso esa sea la mejor conclusión que puede desprenderse de las palabras de la presidenta de la Comisión Europea Ursula Von Der Leyen, cuando refiriéndose a la cooperación con África señaló:

Somos muy buenos financiando carreteras, pero no tiene ningún sentido para Europa construir una muy buena carretera entre una mina de cobre de propiedad china y un puerto de propiedad china.

La declaración de la líder europea es tan cínica como evidenciable y tiene que ver con la diferencia entre relacionarse puntual y mercantilmente como lo ha hecho occidente o con el compromiso estratégico de incidir en el desarrollo de las naciones africanas. Ese proyecto estratégico que les permite al gigante asiático el acceso al cobalto del Congo, el litio de Zimbabue, y los sesenta millones de hectáreas de potencial agrícola de Angola, entre otros.

Además, los chinos son para muchos africanos, un ejemplo de que se puede salir de la pobreza y el subdesarrollo en relativamente poco tiempo, mientras los occidentales detrás de sus discursos democratistas han dejado tras de sí regímenes militaristas, con gobiernos títeres de las potencias occidentales, corruptos, que perpetúan el atraso y la pobreza.

Cierto o no, los africanos empiezan a creer que después de décadas de frustración y atraso hay que buscar otras alternativas y allí están China y Rusia para ayudarlos.

Cierto o no, los africanos empiezan a creer que después de décadas de frustración y atraso hay que buscar otras alternativas y allí están China y Rusia para ayudarlos.

Refuerza esto último, el otro factor que hay que tener en cuenta: el terrorismo yihadista en que Rusia apoyó a los desesperados estadounidenses en derrotar a los yihadistas en Siria, lo que constituía una monstruosa paradoja, pues Rusia era el aliado principal del gobierno sirio de Bashar al-Asad, el enemigo de EEUU y cuyo pretendido derribamiento había justificado su intervención militar y la pérdida de miles de soldados en esa guerra inútil y fracasada. Pero explica algo muy importante: Rusia, hasta ahora, no ha desarrollado la guerra sucia por medio del financiamiento, implementación de armas y medios militares a bandidos disponibles en el mercado objetivo de cada coyuntura. Utiliza medios militares propios, incluidos entre éstos su brazo armado de milicias contratadas por el estado ruso para desarrollar estas tareas de limpieza territorial de grupos subversivos. Y este es el papel de Wagner que ya se encuentra en el continente africano para desempeñar su papel cuando Rusia lo requiera.

Y aunque es cierto que el episodio de la insubordinación de Yevgueni Prigozhin, en la guerra de Ucrania, arroja dudas sobre el control del complejo militar de la Federación Rusa y el liderazgo de Putin, no cabe duda que esta fuerza mercenaria pero dependiente de Rusia seguirá jugando un papel clave en otros continentes cuando la situación política y militar lo reclame.

La crisis del 62, que enfrentó a EEUU y la Unión Soviética desde un punto aparentemente irrelevante, ese pequeño país caribeño llamado Cuba, enseñó, que el equilibrio mundial se juega, muchas veces, desde sus puntos más débiles. Este puede ser el caso de los acontecimientos de Níger y sus repercusiones en el SAHEL y el continente africano, tan inestable como los átomos de uranio.

Alguien recordará las enseñanzas del presidente Mao:

Una sola chispa puede incendiar la pradera.

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