En estos últimos tiempos este primogénito de raza rusa ha saltado al escenario mundial de las violencias locas y atrocidades que comete y que son alimentos para atacarlo por sus reales o supuestos enemigos.
Lo claro genealógicamente hablando y de claro realismo político es que Wladimir es un hijo de Putin.
Asumiendo que, durante la Unión Soviética, se le otorgó a Ukrania el status común y equivalente a muchos otros territorios como partes integrantes de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, entonces, desaparecida la URSS, Ukrania reivindicaba su propia independencia en tanto república con inmenso apoyo de su población.
Wladimir consideró tal intento inaceptable. Y se propuso reducir por la fuerza militar tal pretensión. De allí la decisión de invadir. Y se armó la guerra.
Su mando militar propuso invadir el este (Donbast) que tiene una población mayoritariamente rusa. Lo lograron con el fin de consolidar de manera terrestre la anexión de Crimea (2014) para poder consolidar el estratégico control del mar negro.
Casi al mismo tiempo se había producido el cambio de Gobierno en Kiev. En las elecciones había ganado un popular actor de segunda categoría y humorista de la TV, Boludomir Zelensky, que se arropaba con un nacionalismo ukraniano que trataba de consolidar su independencia, reclamando ser parte de la Unión Europea y nada que ver con la pretendida Rusia imperial de Putin.
Entonces, desatada la guerra se producen los diversos alineamientos que el hecho provocaba en el mundo mundial. USA, la Unión Europea, China y otros que no pesan empezaron a hablar.
Los desarrollos bélicos raros y brutales (obvio) abren paso al tema que me propongo describir.
Putin y sus estrategas militares consideran “prudente” no involucrar directamente a sus fuerzas para reprimir las obvias reacciones bélicas defensivas de Ukrania.
Y …EUREKA se aparece la posibilidad de usar las huestes del rey del hot dog en Rusia.
Yevgeny Prigochin. No olvidar este nombre. Dará que hablar. Cuando hable.
Individuo con elemental formación militar, realiza (como se dice ahora) un emprendimiento exitoso y logra instalar unos 400 kioskos en Moscú, San Peterburgo y Rostov para vender hot dogs, producto emblema de USA, en plena guerra fría. La población rusa se enloqueció con el famoso sanguche.
Con cierta y notable sagacidad consideró que los kioskos le daban una red de contactos con mucha población. Y entonces montó un negocio adicional y más lucrativo. A la mayonesa se le podía poner un polvito blanco sabroso. Pasó entonces a dominar el tráfico de la mayonesa en Rusia.
Prigoshin se convirtió en multimillonario. Su ímpetu emprendedor y con su vocación militar empezó a reclutar gente para armar su destacamento WAGNER y ofrecer servicios. Empezó inscribiendo unos 10.000 marginales y flaites que engancharon en la idea. El mercenario gana buena plata les dijo. Y les relataba la experiencia de la Legión Extranjera francesa. Tal como entendía su visión geopolítica le aseguraba un buen negocio.
Y así no más fue. Putin puso plata para que comprara desde calcetines, uniformes con insignias ad hoc, cascos, armas diversas, y otras necesidades como tanques de segunda mano refaccionados.
El contrato consistía en aniquilar las fuerzas de Ukrania. No he podido averiguar si el pago era contra resultados (cuántos muertos, tanques destruidos, infraestructura aniquilada, etcéteras). Lo que me parece normal en estos negocios. Al fin y al cabo, el mercado manda.
Pero algo ha pasado. Y vale la pena explorar.
Wagner se subleva y avanza contra Putin. Desde sus bases en la parte de Ukrania ya dominada, avanza contra Moscú en pleno territorio putinesco.
Reclama pagos atrasados. Y Putin lo llama traidor, acusándolo de No haber cumplido los términos del contrato.
Y entonces los estrategas se preguntaron ¿cómo salimos de esto? Putin y Prigoshin se ponen de acuerdo para vender la franquicia Wagner a Lukachenko de Bielorusia. Este acepta. Y la rebelión se retira.
A fin de cuentas, hay varias guerras rondando en el mundo a cuyos contendientes se le puede vender a Wagner. Así es la economía de mercado. ¡¡¡Es el mercado estúpido!!!!! ¿Entiendes?
Luis Rafael de las Rocas – CEO del Observatorio 68 de Santo Domingo.