Performances, ofensas a la moral y a la bandera, trifulcas menores entre el apruebo que rechaza y el rechazo que aprueba, muchas querellas, filtraciones de contactos no ordenados por el presidente con un líder guerrillero que es “más que un líder” de la violencia, una ministra expulsada y el “comandante” detenido pacíficamente mientras almorzaba con violencia de fuego y amenazas permanentes de la Araucanía. Se especula y pelea por los nuevos y futuros ministros en el comité del segundo tiempo político, sea cual sea el resultado del plebiscito. El nuevo hombre fuerte, el ministro de Hacienda, pronostica el futuro y estabilidad del gobierno en medio de la incertidumbre económica.
El sistema oscila entre el orden y el desorden. En un flujo lleno de desorden ordenado. Arriesga el desorden para alcanzar un nuevo orden. Cerca de este punto de bifurcación plebiscitaria que ya es, la inestabilidad crece con la aparición de eventos contingentes leídos y percibidos como nuevas realidades productos del azar. Imposibles de pronosticar, pero con diferentes niveles de probabilidades de ocurrencia, emergen a través de una red de posibilidades e intensidades que modifican las trayectorias y generan turbulencias en los flujos psico políticos y socioculturales históricos de hoy. “Sólo las intensidades pasan, circulan”.

El campo social se polariza de forma creciente y el gobierno se hace permeable a las demandas populares. “Las dinámicas polarizadas conviven y se comunican”. Más bien, hoy sólo coexisten a pesar del llamado del presidente para la convivencia de estas potencias “heterogéneas y conflictivas sobre un mismo espacio”. No hay acuerdos reales de convivencia. “Pero la polarización como dinámica de conjunto reconduce las singularidades de la crisis hacia la integración en las invariantes del orden…Anula el punto de vista de la crisis”. Quizás necesitamos de la polarización.
“¿Qué pasa sobre el cuerpo de una sociedad? Flujos, Siempre flujos. Una persona (votando) es un corte de flujo, un punto de partida para una producción de flujos y un punto de llegada para una recepción de flujos. O bien una intersección (hoy plebiscitaria) de muchos flujos. Flujos de todo tipo. Los flujos materiales y “semióticos” preceden a los sujetos y a los objetos. Flujos, eventos y azar. Sólo probabilidades e incertidumbre en medio de múltiples campos dinámicos de fuerzas energizantes.
“Cuando una sociedad entra en fase de crisis o se acerca al colapso, nos permite vislumbrar el horizonte de la posibilidad”. El futuro del 4 de septiembre se juega no sólo en el poder de lo cuantitativo numérico, un resultado y nuevas probabilidades, sino también en el poder de lo cualitativo continuo / discontinuo. Sólo el cambio constante garantiza la estabilidad futura.

La crisis del 2019 nunca ha terminado y sólo se ha debilitado como impulsora del actual cambio transformacional. El plebiscito sólo será una gran perturbación en medio de la errancia política azarosa actual. Seguimos en fase de crisis debilitada cercana al colapso. Pero nos permite vislumbrar el horizonte de la posibilidad de un cambio fundamental en medio de un flujo creador permanente.
Se necesita pasar de la virtualidad a la realización de lo posible en un nuevo organismo país desplegado. Se necesita de la “potencia” cómo condición necesaria para transitar en este nuevo flujo virtuoso transformacional. La potencia de una nueva constitución abierta, como creación colectiva del pueblo ciudadano que se “apropia del pasado a través de los derechos imaginativos sobre el futuro” y el cambio.
(Referencias de textos de Diego Sztulwark, Franco “Bifo” Berardi y Felix Guattari; “La ofensiva sensible”, “Futurabilidad”, “Líneas de fuga, por otros mundos posibles” respectivamente).