Plonchi-plonchi: La insoportable pesadez del poder

por Felipe de la Parra Vial

El estreno de la mítica obra de teatro “Baño a Baño”, de creación colectiva y actuación de Jorge Vega, Guillermo de la Parra y Jorge Pardo, después de 47 años, remeció las almas en los asistentes al Teatro Ictus el pasado jueves y puso en el centro el valor de las artes en las preguntas pendientes a la sociedad chilena e internacional. 

El “Ser o no ser”, corroboraba, una vez más, la interrogación de la dramaturgia de todos los tiempos.

Todo sucede en la soledad del poder. En un baño turco de un Chile de 1978 -año del primer estreno- donde los dueños del país dictan leyes en el código del juego feroz de la animalidad. En la masacre, como describe en su libro Manuel Guerrero Antequera. Sucede en el mismo baño turco de hoy, en el 2025. El mismo que se repite en un baño turco de Jerusalén.

“Este es el lugar donde TODO es siempre tibio. / Donde no hacen falta las estridencias del sol. / Aquí no hay posibilidad de muerte. / Aquí no hay desesperación, nunca habrá un desastre. / ¡Permanecemos con vida joven, hermosos, inagotables!”

Rezan Jorge Juan, Juan Ramón y Ramón Raúl, los dueños de los destinos del hombre.

En ese entonces, estos jóvenes estudiantes de Medicina -creadores de Baño a Baño- se revelaban a las reglas de juego que vivía el país. Hacían del teatro una puerta a la esperanza. 

Vestidos del absurdo, eran absurdos y creaban un nuevo género teatral en plena dictadura: “el teatro del abzurdo”

En 1978, se anunciaba la inminente guerra con Argentina y las fuerzas militares se desplazaban a defender la soberanía en la Región de los Ríos. A contrapunto, en el mismo año, Gladys Marín ingresaba clandestina al país para articular su partido, donde se había aniquilado su dirección en el 76. En el mismo 78, la iglesia católica organizaba el Simposio Internacional de los Derechos Humanos con una Cantata de autoría musical de Alejandro Guarello, con textos de Esteban Gumucio y con la interpretación monumental de Roberto Parada. “La espada de la palabra /…la de hierro castellano / la espada de la libertad” se tomaba el escenario.

Sin embargo, el Gran Chancho reina en el país. Verán violentos acusadores, piadosos defensores y los culpables de siempre. La hora de la justicia ha llegado al reino del Gran Chancho”. Define el texto de los personajes.

Los estudiantes de la Universidad de Chile, organizados en la Agrupación Cultural Universitaria, la icónica ¡ACU!, en cuatro días de agosto, cruzaban la calle del miedo e iluminaban el escenario del Teatro IEM (hoy, Normandie) con el Primer Festival de Teatro Universitario. Baño a Baño recibía la distinción máxima en medio de un aplauso que se agradecía con vítores en un país que emergía del dolor a la organización contra la dictadura.

Entonces, el Ángel, el encargado de las vituallas en el baño turco, informa: “En estos momentos, por la Avenida Independencia caminan numerosas personas, hombres, mujeres, ancianos y niños; lo mismo puede verse en la Vega, Recoleta y sectores adyacentes. Se aprecia un movimiento inhabitual de locomoción colectiva, vehículos particulares, bicicletas, carretones de mano y algunos vehículos de tracción animal. Todos ellos se dirigen hacia acá. (Gira hacia el baño.) ¡Señores! ¡Se acabó el vapor y la calefacción no funciona!”

En el Chile del 78, “el Manchao”, en los cerros de Valparaíso, articulaba las organizaciones sociales. En la institucionalidad golpista se había cerrado un capítulo con el fin a la DINA en 1977.  El reemplazo se realizaba por la Central Nacional de Informaciones, la CNI. Se cambiaba el filo de la masacre por el corvo en ristre. Los estudiantes de Medicina, con Don Coty a la cabeza y algunos invitados, cumplían un año de jugar baby-fútbol, sábado a sábado, en la cancha de la iglesia ubicada en la calle Colo-Colo. Los Familiares de Detenidos desaparecidos se encadenaban en el viejo Congreso y preguntaban: ¿Dónde están?

Entonces, los señores se sienten extraños. Intercambian la onomatopeya del “¡Plonchi-plonchi!” …  “Parece que el piso está húmedo” … “Plonchi-plonchi” …, susurran asombrados los señores del baño.

Los actores -dos Jorge y un Guillermo- 47 años después ya no necesitan maquillarse para caracterizar sus personajes. Se definen “viejos, tetones y charchetudos”. De los veinteañeros protagonistas, hoy abuelos, los señores del poder exhiben panzas naturales que hacen de sus actuaciones que no requieren de ningún efecto especial.

Los señores juegan al cachipún y los invisibles sobreviven al juego, a la apuesta que perfila sus intereses. ¿Serán los mismos que se reunían desnudos en la piscina del subterráneo del Club de la Unión?

En la oquedad del baño cantan su himno victorioso. Imagino que imaginan el plan para vender las empresas estatales y el verbo solo rima con las ganancias. Se celebra entre el vapor y los desafíos del “toro” la sociología del nosotros primero, del nosotros segundo y solo nosotros.

“Por las grandes avenidas de la ciudad, Vicuña Mackenna, Independencia, Recoleta, Santa Rosa y Alameda, -El Ángel comunica indolentemente- avanzan numerosos grupos de personas, de distinta edad, sexo y condición social. Salen a su encuentro cientos de mujeres y niños desde sus casas. Algunos cantan, otros bailan. A pie o en vehículos, se dirigen alegremente hacia acá. (Gira hacia el baño.) ¡Señores, se cortó el agua!”

Era un principio de un fin, como reza la última novela de Muñoz Valenzuela. En el país comenzaba su camino de la rebelión. Las barricadas eran las mejores luces. Alguien inventaba las algaradas en el centro de las ciudades y se lanzaban panfletos con poemas. Otros imaginaban las marchas del hambre y los días de protesta nacional. En la calle Tarapacá se estrenaba “Baño a Baño” por primera vez. La ACU soñaba con cambiar el mundo. 

El Ángel (Se adelanta hasta un extremo del escenario, sobre él cae una luz brillante.): “En la esquina de Avenida Matta y Santa Rosa se pueden ver algunas parejas, un vendedor de dulces, un par de escolares y tres señoras. Una con un bolso de pan y verduras. Se acerca un bus de la línea «La Granja»… lo detienen y se dirigen hacia acá (Gira hacia el baño.) ¡Señores, se acabó el jabón!”

La obra de teatro es un espiral que gira en todos los sentidos. La vida es vertiginosa, suave, tibia y, de repente, pierde los estribos. Todo comienza en Los Poderes y las Leyes…y desemboca en el caudal de la veneración del Gran ChanchoLa Dominación es el verbo. El Régimen de Vida se desarrolla en una atmósfera vaporosa, sensual, se escucha al Modern Jazz Quartet: «Autumn in New York» de V. Duke.Compiten el mundo naciente de la subsidiaridad con la Samba del Toro Muerto…hasta que asoman Los Presagios. Y la alegría de plástico invade el escenario en la Discotheque. Cantan El Himno. Y el augurio es pájaro y llueve… La SangreEl Canon aparece con su vara para medir.

Jorge Juan no puede ocultar el miedo y la arrogancia… “Este es el lugar donde todo es siempre tibio, donde no hacen falta las estridencias del sol, seremos íntimos, inviolables, definitivos”. 

“Porque así…”

El arte dramático vuelve a su domicilio conocido de la catarsis después de las muertes. Baño a Baño es una propuesta teatral vigente. Es el espejo de los días de la dictadura de 1978, sin duda. También podría haber sido el anuncio del Estallido Social de Octubre del 2019. O podría ser un presagio de lo que va a suceder en los próximos días. Nadie puede decir lo contrario con cierta autoridad. O puede estar sucediendo ahora en Gaza, en el 2025.

La obra dirigida por Alexis Moreno, la producción de Maura Aranda y con la participación de Francisco Germain, como el Ángel, le dieron matices y luces muy interesantes a la actual puesta en escena. La música de Rogelio Isla y Carlos Cid se escucha con emoción en la memoria de los que fuimos asistentes a la primera función.

“Baño a Baño” goza de maldita salud. Vive en la desgracia de la historia anunciada y en la alegría de los teatristas. La mala noticia es que la temporada termina este domingo 12 de octubre en el Teatro Ictus. 

Entonces, al igual que en 1978, todos nos sentimos extraños. Incómodos. “¡Plonchi-plonchi!” … “Parece que el piso está húmedo” … “Plonchi-plonchi” …, susurran asombrados los señores del baño.

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