Raquel Señoret. La tercera sombra del pequeño dios

por Cristina Wormull Chiorrini

A Raquel que me dijo 
un día cuando tú te
alejas un solo instante
el tiempo y yo lloramosVicente Huidobro


Indudablemente, mucho se ha escrito de Vicente Huidobro, el creador del creacionismo y uno de nuestros poetas mayores. Algo se ha mencionado a sus dos primeras esposas:  Manuela Portales y Ximena Amunátegui, especialmente las anécdotas que las rodean. Pero poco se ha dicho y hay muy poca información sobre Raquel Señoret Guevara, su tercera y última esposa, poeta y traductora, aquella que lo acompañaba cuando murió en el año 1948, aquella que se casó con él apenas saliendo de la adolescencia, mientras el poeta bordeaba los cincuenta. Es posible asegurar que Vicente Huidobro tenía predilección por mujeres mucho más jóvenes que él ya que Ximena Amunátegui se escapó junto a él a la edad de 16 años cuando el poeta ya tenía 33.  La diferencia de veinte años de edad parece ser la constante en las parejas de Huidobro.

La bellísima Raquel Señoret nació en Viña del Mar, Chile, un 10 de octubre de 1922 y fue hija del político y diplomático Octavio Señoret Silva y de Sibila Guevara Raimers. La menor de una familia de 5 hermanos: Margarita, Octavio, Sibila y María Luisa, esta última casada con el escritor chileno Enrique Lafourcade. Su familia pertenecía a la alta burguesía viñamarina y se había asentado en la zona desde que sus antepasados, venidos de Francia e impregnados de los ideales libertarios de la Revolución Francesa, arribaron al país y participaron activamente en la lucha por la independencia Chile y en la Guerra del Pacífico. Su padre, continuando la tradición de la familia, abrazó la causa del Partido Radical llegando a ser senador de la república y presidente del partido, sufriendo la relegación bajo la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo.  También, a raíz de un altercado dentro del partido, sostuvo un duelo con Juan Antonio Ríos que luego sería presidente de Chile.

Raquel, adolescente, profundiza en sus lecturas de Homero, Fray Luis de León, Juan de la Cruz, Shakespeare, Góngora, Vallejo, Shelley, Poe y muchos más, fascinada por la literatura.

La madre de Raquel falleció cuando ella apenas tenía 7 años y por la influencia de la segunda esposa de su padre, pasó gran parte de su niñez en un internado para señoritas en Marolles-en-Hurepoix, una localidad cercana a París, bajo la tutela de su tío Alvaro Guevara, pintor casado con la pintora franco-inglesa Meraud Guinness. 

En 1931, todavía muy niña, regresa a Chile con su padre y se interesa por la literatura hasta que en 1939 viaja a Inglaterra donde su padre había sido nombrado embajador en el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Por ello termina sus estudios de literatura inglesa y francesa, latín y griego en el Seaford, un Finishing School que había sido trasladado a un balneario para protegerlo de eventuales ataques aéreos. Al año siguiente, cuando Raquel tenía apenas 18 años, fallece su padre en Lisboa, luego de una corta enfermedad.  Este mismo año, quizás para espantar la soledad, se casa con el escritor y militar inglés John Watney, matrimonio que a poco andar termina en divorcio quizás producto de su inmadurez y de que él se enrola y parte al frente.

Yo me embarqué hacia otras tierras a mi siga, escribió Raquel Señoret en su magnífica elegía a Sonia Araquistain. Aquella amiga de juventud, artista gráfica hija de un republicano español exiliado en Londres que se suicidó por amor en Londres lanzándose desnuda al vacío.

Durante la primera mitad de los 40, Huidobro se encontraba trabajando como corresponsal de guerra en París, encargado de redactar crónicas para la emisora internacional La voz de América. Mientras tanto, su familia vivía en Santiago.

Su segunda esposa, Ximena conoce entonces al poeta Godofredo Iommi y se enamora perdidamente de él anunciándole a Huidobro, en marzo de 1945, el término definitivo de su relación a través de una carta donde cierra el capítulo de su historia con el poeta con la frase “Comprendo que tu estrella sea distinta a la mía.  Y aunque el tuyo sea otro destino, sé profundamente que el mío es el mío”.

Ese mismo año, el poeta conoce a Raquel Señoret en la embajada de Chile en Londres y, por supuesto surge un amor a primera vista. Raquel ya había leído con especial interés al poeta desde que había descubierto el Mío Cid Campeador escrito por Vicente.  También ese año, Huidobro es dado de baja en sus labores como reportero. El término de la guerra se acercaba y decide volver a Chile, pasando por París y Nueva York, junto a Raquel Señoret.  Durante el viaje en barco desde Estados Unidos, Huidobro escribe El paso del retorno que dedica y regala a Raquel en su cumpleaños 22, y al llegar a Chile se radican en Cartagena, donde viven hasta su muerte un par de años después en 1948.  Ella será su última compañera.

 “Raquel Señoret llegó tarde a la vida de Huidobro, ella tenía apenas más de veinte y el poeta era un cincuentón recién salido de sus aventuras bélicas en la Segunda Guerra, donde fue herido. Algunos dicen que más que su esposa fue su enfermera. Era muy linda, y de un dinamismo sorprendente: feminista a todo dar, comprometida con la causa comunista, trabajó en la clandestinidad hasta el final y lo más importante, fue una tremenda poeta, que vale la pena conocer…” Marilú Ortíz de Rosas, Pequeño dios.

Tres años después, en 1951, Raquel se casa con Pedro Burchard, arquitecto y pintor, con el cual tuvo tres hijos, pero este matrimonio termina cuando estos son todavía muy niños.

 “Estoy para luchar con la mano tendida/en contra de toda oscuridad que nazca/y engañe con la dulzura del renacido”. Rescatada a la visión que nació en las leyendas/escuché como las mismas anunciaban la vuelta/de la dulzura y la amistad verdaera/entre todos los seres y cosas del universo/cambiaban de mano la piedra blanca”. De Arrancada a mis sueños, escrita por Raquel Señoret el 4 de septiembre de 1958, con ocasión de la derrota de Salvador Allende en su segunda campaña a la presidencia por tan solo 30 mil votos.

A través de la década del 50, Raquel participa en seminarios, encuentros y festivales de poesía. Gana un premio en los Juegos de poesía y el premio Leonardo Penna y ya en 1956, publica sus poemas en revistas como 

Extremo, donde aparecen Esa manoHacer rodar el día hacia la noche y Canto de un poeta, este último dedicado a Huidobro. También, es incluida en diversas antologías poéticas, como la de Eduardo Anguita, Antonio de Undurraga y Luis Enrique Délano.

Sin título, la primera publicación de Raquel Señoret, ve la luz recién en 1960 y es un libro luminoso -hoy imposible de encontrar- marcado por la tragedia y la angustia.  Fue publicado doce años después de la muerte de Vicente Huidobro, como catarsis de Raquel para quien no murió la poesía con la partida del poeta, aunque ella casi murió de pena. Esta publicación fue muy bien acogida y comentada por escritores y críticos destacados como Hernán del Solar, Ricardo Latcham, Jorge Teillier y Juan Damier, entre otros. 

Raquel Señoret fue siempre comunista y nunca lo ocultó.  Esto le significó ser perseguida políticamente durante la dictadura de Augusto Pinochet, régimen al que se opuso activamente.  Fue despedida de su trabajo en el Ministerio de Economía y subsistió haciendo traducciones técnicas aprovechando sus profundos conocimientos del inglés y el francés.  Gran amiga del poeta estadounidense Allen Ginsberg, autor de Aullido y perteneciente a la generación beatnik, tradujo una parte importante de su obra al español. Asimismo, tradujo a Thomas Dylan y Saint John Perse en la pequeña oficina que le permitieron instalar:  Traducciones técnicas Bellavista-Forestal.

Durante ese tiempo escribió muchísima poesía, auque por sus problemas económicos no la publicó, pero consta que en 1980 inició el Infinito y su reflejo y en 1984 empezó a trabajar en El sortilegio de la imaginación. Finalmente, en 1987 escribe Presencia en el tiempo.  Estos tres libros fueron reunidos en Anagogías que publica Editorial Documentas en 1989.  El libro incluye 8 ilustraciones de las pinturas de sus hijos con Burchard y de los tíos de estos y fue presentado en la IX Feria Nacional del libro por el novelista y filósofo Alejandro Canseco-Jeréz.

La obra de Raquel Señoret está sintetizada en Sin Título Anagogías, pero existe mucha poesía publicada en revistas especializadas de la época que no se encuentran catalogadas y que ameritaría una investigación al respecto.  

Raquel Señoret no solo fue la última esposa de Huidobro y la pareja de Burchard, también fue una mujer amada y admirada por poetas como Enrique Lihn, músicos y artistas.

Raquel Señoret murió en noviembre de 1990 a la edad de 68 años de una prolongada enfermedad, según fue informado escuetamente en la ocasión, incluso su obituario señala, erróneamente, que habría sido la primera mujer de Huidobro. Una muestra más de la ingratitud hacia nuestras grandes mujeres que han pasado sin gloria por nuestro país y de cuyo quehacer poco o nada se sabe.

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