Religión, política, y muerte “sin causales”.

por Sergio Canals L.

En Brasil, la “BBB: Buey, Bala y Biblia”, impulsaron el balotaje. En la primera vuelta, Lula obtiene un 48, %, Bolsonaro y su populismo conservador de derecha (que irrumpe con fuerza en el mundo), saca una votación ¿sorpresivamente? alta de un 43 %. Una ama de casa de 40 años afirma haberlo apoyado “porque está a favor de lo que dice la biblia”. Los analistas mencionan la importancia del apoyo a los valores tradicionales de la familia y la religión en su campaña, que se tradujo en un fuerte respaldo del electorado evangélico. Clave parece haber sido su discurso anticomunista, y contra las políticas de izquierda y su deriva identitaria elitista despolitizadora, que parece alejarla cada vez más de los problemas reales del pueblo ciudadano con “un sermón moralizante”. Un hecho probablemente similar a lo qué ocurrió en Chile en el rechazo constitucional. Bolsonaro no olvidó que él mismo, las personas del pueblo, los pobres, y la “clase media” (como un ente virtual), son religiosas y conservadores.

En Chile, de manera sincrónica, mientras el presidente leía poesía en medio de la vida y la belleza que nacían en el “desierto florido”, la ministra Orellana con aires de “policía moral”, desafiante y con la certeza ideológica apodíctica y arrogante de la ausencia definitiva de Dios, anunciaba que el gobierno enviará un futuro proyecto para legalizar el derecho para terminar con la vida. Para otorgar la muerte en vida “sin causales” a ese, el otro del alma aún sin rostro. Ese que nunca podrá preguntarse “¿Para qué son los días?” Nunca podremos responderle con el poeta “Los días son donde vivimos. / Llegan, nos despiertan / una y otra vez. / Son para que seamos felices en ellos, / donde podríamos vivir sino en los días?”.

La vida, la vida del ser humano, son desde sus inicios inapropiables. Son parte de una propuesta ética y política relacional responsable “del vínculo (amoroso) con la tierra, el mundo vivo y con la alteridad”. El ser humano en gestación (como embrión y feto) procreado, es el flujo de la misma alteridad en desarrollo. Es un ser pre individualizándose desde su primera célula. La ética contraria, sería la de la de la “apropiación unilateral basada en los términos de la propiedad (cosa, número, objeto)”, la que “lleva a la dominación, la lucha y la muerte”.

 “El ser humano es el único que se pertenece a sí mismo” (¿y a Dios?), en nuestra condición de ser seres con otros, desde los otros y para los otros.

Días antes, el arzobispo católico de Concepción afirmaba que los verdaderos males que nos aquejan son morales y espirituales. Subyacen a los sociales y políticos y tienen su origen en “actuar al margen de Dios”. Desde la gracia de la fe en la gracia, tiene razón. El ser humano es “el oyente libre de la palabra de Dios” afirmó Rahner. Si lo desea, escucha, y miles de millones sí lo hacen. La religión otorga certezas y sentido. Reduce la incertidumbre de la complejidad existencial de la vida. Otorga orden al mundo frente a nuestra finitud.

Sólo Dios, el amor gratuito y la belleza resisten la muerte.

La materia, la política, y la democracia, no la resisten. La propician.

(Citas: Poeta Philip Larkin, “Decepciones”; Yves Charles Zarka, “La in apropiabilidad de la Tierra; Principio de una refundación filosófica frente a los desafíos de nuestro tiempo”).

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