Senilidad política

por Jorge A. Bañales

Por Jorge A. Bañales

A los 80 años, cinco meses y cinco días de edad el presidente Joe Biden confirmó que se postulará para la reelección en 2024. El anuncio congela la renovación generacional en el Partido Demócrata y empobrece las opciones para los votantes.

El asunto de la edad

En su sabiduría milenaria la Iglesia Católica ha dispuesto que los obispos arquidiocesanos y diocesanos, incluidos los cardenales, presenten al Papa su renuncia al cumplir los 75 años de edad (Canon 401 §1 del Código Canónico, 1983).

         El presidente Biden, nacido el 20 de noviembre de 1942, no sólo es ya el presidente de mayor edad en la historia de Estados Unidos, sino que ambiciona un segundo mandato que, si gana la elección, se iniciaría cuando haya cumplido los 82 años. Obviamente, no se le ha contagiado la sapiencia de la iglesia de la cual es miembro.

         En tiempos en que el idioma correcto el riesgo corre de ser políticamente incorrecto y de ofender siempre a alguien en alguna parte, mucha cautela se toma al referirse a la edad de un político. Puede incurrirse en el pecado de “ageism”, o discriminación por la edad, el prejuicio de que cuán joven o cuán vieja sea una persona le descalifica para una labor.

         Puede ocurrir, también, que la persona misma incurra en lo que un uruguayismo llama escupir de cara al viento.

         Corría el año 1972 y el entonces concejal del Condado New Castle en Delaware, Joe Biden, de 29 años, desafiaba al republicano Cale Boggs, quien había sido dos veces gobernador del estado y era el senador de más edad en la legislatura estatal. A diferencia de lo que ahora acaece con Biden, Boggs, de 63 años de edad, inicialmente quería retirarse pero su partido le convenció para que buscara la reelección.

Cale no quiere la candidatura”, afirmó el joven Biden en avisos en periódicos locales y entrevistas por radio. “Ya ha perdido ese brillo de vivacidad que solía tener en la mirada”.

En sus avisos de campaña Biden apuntaba que Boggs seguía refiriéndose a asuntos que preocupaban a “su generación”, como Josef Stalin al mando en la Unión Soviética, los músicos de jazz adictos a la heroína, el desarrollo de la vacuna contra la poliomielitis y el sistema impositivo en la década de 1940.

Una de las diferencias mayores entre Cale Boggs y Joe Biden es los asuntos que les preocupan”, afirmaba un aviso radial. “En los tiempos de Cale Boggs, cuando Stalin gobernaba, los estadounidenses temían ver soldados rusos en nuestras calles. En los tiempos de Joe Biden, los estadounidenses temen a los criminales en las calles. Joe Biden entiende qué es lo que sucede ahora”.

Joe Biden, con el uso pleno de “ageism”, ganó la elección y se convirtió en el senador más joven de Estados Unidos.

Así funciona

Aunque faltan 284 días para la primera elección primaria del Partido Demócrata y 482 días para la Convención Nacional en Chicago que coronará al candidato presidencial, Biden hizo el anuncio de postulación en esta fecha porque, de acuerdo con las leyes electorales, esto le permite iniciar la pesca de donaciones para su campaña.

         Hasta ahora sus actividades tales como los discursos que ha hecho en reuniones con donantes iban a beneficio del Comité Nacional Demócrata o grupos ajenos al partido pero que apoyan al presidente.

             

Las contribuciones servirán para montar el equipo de la campaña para el cual Biden ha designado como directora a Julie Chávez, de 45 años de edad y nieta de César Chávez el legendario organizador de los peones rurales en California.

         No ha sido una sorpresa el lanzamiento de la campaña por la reelección ya que por meses Biden ha estado diciendo que lo haría, pero la espera hasta abril le permite evitar el requisito de hacer público el monto de donaciones que la campaña ha recolectado en el primer trimestre del año.

         Teniendo en cuenta el esfuerzo financiero que significó la campaña para las elecciones de medio término en noviembre de 2022 y el descanso que los donantes agradecen durante el invierno, las cifras de recaudación de enero a marzo podrían resultar magras y decepcionantes.

         De cara a las elecciones primarias, por ahora Biden no tiene mucho que le preocupe. La vicepresidenta Kamala Harris ya acompañó el anuncio con su mensaje de lealtad al presidente y los otros políticos que se han mencionado como eventuales rivales callarán por ahora.

         Los únicos osados que han anunciado sus propias campañas por la postulación presidencial del Partido Demócrata son Marianne Willamson, una autora de libros de auto ayuda, el Robert F. Kennedy, de apellido famoso y más conocido como un adversario de las vacunas.

Gerontocracia

De acuerdo con el Diccionario Médico de la Clínica Universidad de Navarra la senilidad es el proceso patológico de deterioro y pérdida progresiva de las funciones orgánicas y de las capacidades psíquicas, propio de la vejez.

         Un proceso tan humano si afecta al individuo como si acontece en el sistema político o la estructura de organizaciones e instituciones. En este caso, el empecinamiento de los individuos refleja la esclerosis incipiente del sistema.

        

El Partido Demócrata lidia con la senadora Dianne Feinstein, de California quien, a los 89 años de edad y con obvios síntomas de senilidad se rehúsa a renunciar a pesar de los ruegos de numerosos grupos auto definidos como “progresistas”.

         “Dianne Feinstein y el culto de la indispensabilidad”, tituló su artículo Franklin Foer, en la revista The Atlantic. “¿Cuándo es que la versión benéfica de la gerontocracia da paso a su versión destructiva?”

         Cuando Estados Unidos salía en enero de 2021 de la presidencia de Donald Trump -75 años de edad cuando terminó su mandato – y entraba en la de Biden, en el Congreso se acentuó la brecha de edades entre la Cámara de Representantes y el Senado.

         Un análisis del Centro Pew encontró que, como resultado de las elecciones de noviembre de 2020, la edad media de los legisladores en la cámara baja (diputados) disminuyó de casi 59 años en el período legislativo anterior a casi 58 años. En cambio, la edad media de los miembros del Senado pasó de 64,8 años a 65,3 años.

         Un vistazo a la membresía del Congreso por generaciones ilustra la obturación que causa la persistencia en el poder de la llamada “silent generation” (nacidos entre 1928 y 1945), y la empecinada “baby boom generation” (nacidos entre 1946 y 1964).

         En la 118 legislatura en curso, estas dos generaciones ocupan el 49,4 % de los escaños en la Cámara de Representantes, y el 74 % de los curules en el Senado.

         Entre los 435 miembros de la cámara baja, 72 son mayores de 70 años, mientras que entre los 100 senadores 34 han pasado ese hito.

Opciones decepcionantes

Desde que a fines del séptimo mes de su presidencia el índice de aprobación para Biden en descenso se cruzó con el de desaprobación en ascenso, según el promedio de encuestas de RealClearPolitics, la popularidad del mandatario no ha logrado superar el 45 % de los posibles votantes.

         Las encuestas de Gallup muestran resultados igualmente menesterosos en diferentes áreas del gobierno. El 64 % de los encuestados desaprueba la gestión económica de Biden, el 57 % está disgustado con su política exterior, el 65 % está descontento con su manejo de la inmigración,  el 59 % discrepa con la política hacia Rusia y el 64 % con la política hacia China.

         Antes del anuncio este martes, Biden figuraba como el candidato con mayor peso dentro del Partido Demócrata, superando de lejos a la vicepresidente Kamala Harris (58 años); el ahora secretario de Transporte, Pete Buttigiet (41), y el gobernador de California, Gavin Newsom (55).

         Todos ellos ahora quedan forzados a mascar el freno de sus expectativas hasta las elecciones de 2028. A menos que Biden, por razones ahora impredecibles, no sea candidato el año próximo.

         Y una encuesta de posibles votantes realizada por la firma Ipsos para la agencia Reuters, encontró que el 60 % de los entrevistados, sin identificación política, opina que Biden es demasiado viejo para gobernar. El 44 % de los que se identificaron como demócratas señaló que Biden no debería postularse otra vez.

 

        Casi el 66 % de los encuestados estuvo de acuerdo en que lo peor sería una elección en la cual deban optar entre Biden y Trump, otra vez.

         Porque, en el otro lado del escenario y a pesar de estar procesado en una causa e investigado en otras varias, Donald Trump sigue siendo el candidato favorito de la mayoría de los posibles votantes republicanos más conservadores.

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