“El trabajo doméstico es mucho más que la limpieza de la casa. (…) Es la crianza y cuidado de nuestros hijos ―los futuros trabajadores― cuidándoles desde el día de su nacimiento y durante sus años escolares, asegurándonos de que ellos también actúen de la manera que se espera bajo el capitalismo. Esto significa que, tras cada fábrica, tras cada escuela, oficina o mina se encuentra oculto el trabajo de millones de mujeres que han consumido su vida, su trabajo, produciendo la fuerza de trabajo que se emplea en esas fábricas, escuelas, oficinas o minas”. Silvia Federici, “El Patriarcado del Salario”.
Con esta frase emblemática del pensamiento de Silvia Federici comenzaba hace unos años un artículo sobre el debate que apenas se asoma de vez en cuando a la discusión de los economistas y que hoy adquiere día a día más fuerza sumando al trabajo doméstico el de los cuidadores y cuidadoras que tampoco reciben remuneración alguna. El feminismo, tanto en Chile como en el resto del mundo se ha enfocado fuertemente en la violencia de género y la defensa de los derechos reproductivos de las mujeres, es decir, en la propiedad de su cuerpo (recordemos que todo este debate se enmarca en el capitalismo). Y no es que eso sea criticable o descartable, pero quiero traer a la palestra que la lucha feminista ha dejado fuera de la primera línea importantes manifestaciones del patriarcado que se han abordado tangencialmente al plantear la injusta división del trabajo, las diferencias salariales, la sobrecarga de trabajo en las mujeres y otros. Siempre centrándose en el trabajo remunerado. Nunca o rara vez, en el trabajo no remunerado.
Silvia Federici, nació en Italia a fines de la primera mitad del siglo XX, cuando aún no terminaba la Segunda Guerra Mundial y puede ostentar muchísimos pergaminos como ser cofundadora del Colectivo Feminista Internacional y del Comité para la Libertad Académica en África o el proyecto contra la pena de muerte de la Asociación de Filosofía Radical con sede en Estados Unidos , pero el que más nos interesa hoy es el ser una activista feminista desde hace más de sesenta años, curiosamente, desde los años sesenta, si es que queremos darle un toque cabalístico. Ella ha sido una de las principales animadoras de los debates internacionales sobre la condición y la remuneración del trabajo doméstico.
Criada en la posguerra italiana, el impacto de ésta contribuyó en ella y en muchas otras mujeres a una desafección hacia el tema de la reproducción. Dejaron de idealizar la maternidad como lo habían hecho sus madres en una sociedad profundamente patriarcal y mujeres como Silvia Federici adhirieron tempranamente al movimiento feminista.
Un artículo de María Dalla Costa “El poder de la mujer y la subversión de la comunidad” fue el detonante para Federici. En ese artículo, Dalla Costa realizaba un análisis del trabajo doméstico concluyendo que estas labores, en cierto sentido, eran las más productivas del capitalismo porque sin ellas no podrían darse las otras formas de producción. Eso no solo llamó la atención de Federici, sino que dio respuesta a muchas de sus interrogantes iniciales que la impulsaron a profundizar y ampliar el tema.
…es necesario entender que el feminismo planteado por Federici corresponde a un “movimiento de liberación y de cambio social, no solo para las mujeres sino para toda la sociedad”. Su objetivo es la abolición de las divisiones basadas en raza, género, edad, clase u otras segmentaciones creadas y mantenidas por la reproducción de los valores capitalistas. No estamos hablando de una lucha entre géneros o razas, sino de una lucha contra las opresiones del machismo o el racismo, entre otras. Por lo tanto, es necesario entender que el acercamiento de la autora a Marx es desde el rescate y la crítica constructiva… Javiera Ramírez, Revista de Humanidades, Universidad Andrés Bello
Silvia Federici, pensadora y activista ítalo – estadounidense se ubica en el movimiento autónomo dentro de la tradición marxista y pertenece a un grupo que rechaza radicalmente que el patriarcado, el trabajo doméstico y las desigualdades de las mujeres se sitúen fuera del capitalismo. Ella plantea que el trabajo doméstico de las mujeres es en realidad un conjunto de actividades que contribuyen a la reproducción de la fuerza de trabajo para el capital, y de la que el capital se beneficia porque es un trabajo no remunerado.
Así Federici, a través de su largo trabajo y experiencia en el tema, ha ligado la situación actual de las mujeres a la caza de brujas desarrollada en Europa en los albores del capitalismo. Es autora de obras fundamentales, imprescindibles de leer para entender la aceptación del trabajo no remunerado y los mecanismos a través de los cuales se impuso a las mujeres mediante la violencia y la exclusión social. Entre ellas, quizás las más importantes son Calibán y la bruja, Mujeres, cuerpo y acumulación originaria; Revolución en punto cero: trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas; El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo.
El hecho de que exista y se perpetúe una enorme masa de trabajo no remunerado, centrado en la mujer, exige un complejo proceso político, social y cultural que ha tenido éxito en relegarlo al plano personal, romantizando su quehacer. A través de ello se ha naturalizado la división sexual del trabajo cargando a las mujeres con un trabajo productivo sin retribución salarial alguna, mientras se le niega valor económico y se las deja fuera de estudio y de ser objeto de políticas públicas.
Es decir, como el trabajo no remunerado está posicionado en el ámbito de lo privado, se invisibiliza a las mujeres que lo realizan y para las estadísticas oficiales y las políticas públicas, el trabajo remunerado no es trabajo. Tanto así, que se sitúa en contraposición al trabajo remunerado. Para ilustrarlo, en la encuesta CASEN, la pregunta principal para separar a ocupados de desocupados es: “La semana pasada, ¿trabajó al menos una hora, sin considerar los quehaceres del hogar?”
Silvia Federici es hoy reconocida como una de las más brillantes teóricas del feminismo anticapitalista, sitial que no ha logrado desde la comodidad de la academia, sino a través de una larga trayectoria de activismo y reflexión. La vida de Federici ha transitado por los agitados años setenta en Italia, el desarrollo de las campañas por el salario doméstico en Nueva York mientras realizaba su tesis para el doctorado, la lucha contra los planes de ajuste estructural en África donde trabajó largos años y también la crítica al proceso de globalización neoliberal y sus efectos en todo el planeta y, por supuesto, hoy participa activamente a sus más de ochenta años en la última ola feminista y en el trabajo en defensa de los comunes.
Para Marx, el salario oculta el trabajo no remunerado que realizan los trabajadores, pero él no acertaba a ver cómo además el salario ha sido utilizado para establecer jerarquías en el ámbito del trabajo, por razones de género, pero también raciales. Silvia Federici
En su larga búsqueda del origen de la degradación del trabajo doméstico, Silvia lleva más de 30 años estudiando los acontecimientos históricos que marcan el origen de la explotación social y económica de las mujeres. Y así, en Calibán y la bruja… nos muestra cómo en la violenta transición del feudalismo al capitalismo, se forjó literalmente a fuego la división sexual del trabajo y donde las cenizas de las hogueras cubrieron de ignorancia y falsedades un capítulo esencial de la Historia. Federici, desde su despacho en la Hofstra University, no pierde de vista que la historia siempre es escrita por los vencedores y que una de sus misiones es “revivir entre las generaciones jóvenes la memoria de una larga historia de resistencia que hoy corre el peligro de ser borrada”.
Por eso, en su libro Brujas, caza de brujas y mujeres, Federici vuelve a mostrar cómo la persecución de la brujería adquiere hoy nuevas formas y fuerza en aquellos lugares en los que el capitalismo pretende abrir nuevos territorios a la apropiación del suelo y la fuerza de trabajo. Los nuevos cercamientos de tierras en África, pero también en la India y el Sudeste asiático, donde esto se traduce en una nueva “caza de brujas” a través de la persecución, mutilación y asesinato de las mujeres. Este fenómeno es muy similar al que ocurrió en Europa durante el siglo XVII y sucede en paralelo al ataque a los comunes, a la fragilización de las comunidades campesinas y a la apertura de un mercado de tierras. Si la violencia contra las mujeres es un elemento estructural de la acumulación permanente del capitalismo, el feminismo y todos los movimientos de transformación deben tomar buena cuenta de ello y enfrentar el desafío de cómo crear un mundo sin explotación, igualitario, donde millones de personas no mueran de hambre en medio del consumo obsceno de unos pocos ni el medio ambiente sea destruido.
Silvia Federici mantiene una relación de larga data con el filósofo Constantine George Caffentzis, también marxista autonomista de brillante trayectoria, miembro fundador del Comité para la Libertad Académica en África y autor de varios libros. Federici y Caffentzis han realizado muchos estudios en común que han derivado en libros como Commoning With George Caffentzis and Silvia Federicique solo es posible encontrar en inglés y que fue publicado hace un par de años. Un imprescindible para entender el tema de “los comunes”.
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Interesante planteamiento