Partida
a Clara Villarroel Marquina, in memoriam.
primero rodeó la vejez
luego entró
y el resplandor
alumbró el rostro como a una recién nacida
partió la infancia
déjame dormir
dice
a dios con los párpados
y espera en el jardín abierto
juega solitaria
queda
escarbando costras en las rodillas
la niña.
Cuestiones aplazadas
un corazón
tal vez
con troncos muertos
el bosque
como la humanidad
proclama su paisaje delirante
a veces escucho en la savia
donde la luz se termina
donde se inflama la herida
árboles de cenizas
así es el bosque
con su dolor de bosque
así es Camila
con su dolor de Camila
hacer de cada piedra
el refugio
una estrella
una cama limpia
una cajita de música en el velador
mira
toca el árbol tatuado en tu pecho
igual que el bosque
se quema
cada vez que respiras
el bosque con su leyenda de cenizas
con sus noches
dirá
tus hombros crujen cuando los toca el viento
muy cerca del vientre
las piernas
por los que el llanto vuela
esperan como dársenas abandonadas
pienso en ti
en tu corazón sin habitantes
y en un bosque de cenizas
si el océano es llanto
dejo
del otro lado de mi sangre
una arteria abierta
si es necesario
dos
para que saltes
y dejes hundir el galeón
con su cargamento de oro.
Señales de vida
a Ginés Conesa, en vida.
ya no sé qué es lo que podría morir
escribo en este poema
andar por ahí
tan joven
estar
entre los que llegan y los que se van
te veo trepar la escalera de noventa peldaños
que enorme sueño tus puños
imposible detener el impacto
la utopía
la república
la hermana pequeña que murió de hambre
los primeros lápices de colores
la rebeldía de aquellos días
la compañera
los hijos
Suárez González Carrillo
en la sala de estar
habitar los mismos lugares de la barbarie
una canción
“Barquito de papel”
hoy mis ojos
golpean las rejas del tiempo
por que mañana es muy tarde
amigo mío
te quiero.
Palabra muerta
Cuando se pierda toda la poesía
Cuando la gente solo sobreviva
Cuando el cansancio mate la alegría
Pregunto yo, quién va a cantar
Quién va a soñar
Quién va a tocar la melodía del amor.
De una canción de Rubén Rada
me comparo al silencio del árbol
después del incendio
con todas las sangres
me dejo lamer por el dolor ajeno
y callo
cruzo el diccionario para oír su música
y qué encuentro
un libro quieto sobre el escritorio quieto
con palabras quietas en hojas quietas
alrededor
mirando la matanza de niñas y niños
con labios quietos
y a una madre
atravesada por una espada.
Fotos:
Ani Aburezeq (Palestina)
Nel Batty (España)
Hube Salamanca (Chile)
6 comments
Hermoso … Gracias por compartir
Qué hermoso regalo querido Dante?
Hermisis poemas! Felicidades Dante????
Una impronta que, nostálgica y serena, lleva el color de la memoria. Gracias, Dante!!!
Me encantaron los poema querido Dante, eres todo un maestro del género, inquietan, hacen reflexionar, emocionan, espero leer muchos más.
Gracias por compartir querido amigo. Una hermosa poesía emotiva que recoge y atrapa. Muchas gracias