“¡Somos peligrosos!”

por Felipe de la Parra Vial

La expresión es del dramaturgo y actor Gregory Cohen en un diálogo de artistas, dirigentes sociales y de la cultura, realizado el pasado sábado 7 de mayo, en la Casa del Escritor, invitados por la Sociedad de Escritores, Sech, Letras de Chile y el Centro Cultural Manuel Rojas del Barrio Yungay. Y se explica por lo que allí ocurrió.

En realidad, se trató de un vuelo -todos transformados en cóndores- donde cada uno contaba desde el cielo de los sueños lo que veía y describía en su hacer cultural en el Chile en los barrios que habitaban.

Cada dirigente construía desde su vuelo cómo veía la Patria. En la imaginación sonaba “El Moldava”, “Mi Patria” de Smetana, como alguna vez inventó este juego desde su exilio el artista Víctor ContrerasTapia– en un ejercicio de sobrevivencia.

En las voces se escuchaban las palabras “compañeras” y “compañeros” en la memoria del Coordinador Cultural.

Alguien exclamó: ¡Hace tanto tiempo que no las escuchaba!

Se conversaba bajo el espíritu de Humberto Giannini que privilegiaba la conversación, “porque solo en virtud de la palabra, o por la virtud de ella, el ser humano puede rozar los grandes abismos en que parece sostenerse el Universo y el gran abismo del que surge la comunicación entre dos seres humanos[1]”.

“¡Somos peligrosos!”, advertía con vehemencia el actor y dramaturgo Cohen, como si el director de escena les avisara a todas y todos que ya era tiempo de salir a escena a decir el texto del drama de los Patrimonios, las Artes y la Cultura, que no conseguían unir sus voces para ser escuchadas.

Así fueron trazando el mapa de un Estado Cultural como meta en cada una de sus voces, dirigentes barriales, dirigentes de organizaciones de artistas: creadores. Cada uno volaba.

“¡Es una mesa memorable!”, exclamaba el escritor Federico Gana Johnson.

Con el vozarrón de los territorios, José Osorio, por la Asociación Chilena de Barrios y Zonas Patrimoniales contaba de la alegría de haber instalado una norma constitucional bajo la palabra “garantizar” para darle el sentido al patrimonio barrial. Daba cuenta de cómo el Día del Patrimonio era obra de los vecinos y las vecinas que habían partido con un ciento de actividades hasta llegar a más de dos mil en la actualidad, en todo el país. Compañero de sus palabras, Santiago Barcaza, dirigente social de los patrimonios, planteaba crear un movimiento unitario.

Por eso no fue extraño, escuchar en voz de los escritores Reynaldo Lacámara y Eduardo Contreras Villablanca, miembros de Letras de Chile y de la Sech, de la necesidad de unirse para apoyar a la Nueva Constitución y así dar la pelea también por el 1% del erario nacional para las Artes, los Patrimonios y la Cultura.

A voz cantada, la dirigente del Sindicato Nacional de Músicos y Artistas de Chile, Sinamuarchi, Gabriela Tanner, puso en el centro la unidad de todos los gremios para la defensa de los derechos autorales y conexos, la creación de una federación y abrió su casa en el Barrio República para actividades conjuntas.

Un buen ejemplo de unidad lo contó el escritor y dramaturgo Jorge Bozo de Culturas Vivas Comunitarias, organización de carácter nacional que se ha articulado desde la dimensión de la calle y la política, de la expresión de poder en la propuesta de “puntos de cultura”, desde las artes populares y la actividad en los territorios.

El escritor Federico Gana de la Comisión de Cultura de la Corporación Hoja en Blanco señalaba el norte de la unidad en torno a la creatividad. En esa misma marcha se unía el escritor y profesor Francisco Zañartu que reivindicaba la cultura como tema de toda la sociedad. “Esa es nuestra tarea: involucrarnos con la sociedad”, añadía.

Sin embargo, la más contenta era la presidenta de la Corporación de Teatro de Chile, Cortech, Jacqueline Boudón, que abría una ventana de aire fresco a la niebla de la segmentación y la atomización que existe en el sector. E instalaba el concepto de la “inteligencia colectiva” que veía en el encuentro. Soñaba con la unidad de las organizaciones de la Cultura.

En esa alegría, los colores los trazó el representante de la Asociación de Pintores y Escultores de Chile, Apech, el artista visual Miguel Rodríguez. Destacaba el rojo del diagnóstico, de lo que ha pasado en el sector y de la necesidad de unidad. Así como también el azul para fortalecer el rol de los trabajadores de las artes y el blanco para encontrar la luz de las audiencias. Finalmente, Rodríguez resaltó el tricolor para crear un Estado Cultural entre todas y todos: un cuadro multicolor.

La explicación de lo que estaba pasando la daba el mencionado Gregory Cohen. Su sueño era que se volviera a encumbrar el volantín de la Educación y la Cultura como un solo todo. “¡Como era antes!”, decía. “Era una sola casa y en los colegios no existían los tecnócratas de hoy, que propician las asignaturas para un sistema neoliberal, donde nos ponen a competir.”

En este sentido, las voces de los presidentes de la Sociedad de Escritores, Roberto Rivera y Letras de Chile, Diego Muñoz Valenzuela, concordaron que la unidad del sector pasaba por la construcción de un Estado Cultural, en la defensa de los Derechos de Autor; en aprobación de una Nueva Constitución; en el reconocimiento del trabajador de la cultura como tal; en que existan departamentos de cultura en todos los ministerios – “tiempos atrás existían cinco escritores en el Ministerio del Trabajo”, comentaba Rivera- y en la reingeniería del Ministerio de la Cultura.

“¡Somos peligrosos!”, decía Gregory Cohen y parece que tenía razón y sentimiento. Prueba de ello fueron las voces que se alzaron en esa mañana de sábado en la Casa del Escritor.

Y eso tiene sentido si uno piensa que este dramaturgo creó junto a actores y escritores la Compañía Teniente Bello en los peores tiempos para hacer teatro en la historia de Chile, en dictadura. Lo cierto, que el Teniente Bello nunca se perdió y al parecer, al escucharse este sábado, tampoco.

A lo mejor el Teniente Bello resucitó el sábado pasado en “los cadáveres exquisitos” que relataron colectivamente -como lo hicieron los surrealistas en el siglo pasado- en los representantes de organizaciones patrimoniales, sociales y de artistas, contando sus historias y demandas para construir un Estado Cultural.

¿Quién sabe si vino a penar el Teniente Bello?


[1] Giannini, Humberto (2004) La “reflexión” cotidiana. Hacia una arqueología de la experiencia. Santiago de de Chile: Editorial Universitaria

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2 comments

Awio mayo 12, 2022 - 3:20 pm

Excelente síntesis… es como una inyección de fe, esperanza y compromiso para un enfermo por el virus del neoliberalismo, postrado con la pandemia… Invita a la recuperación y ojalá que como ocurre con otros gérmenes, si no inmunizados por lo menos con las defensas reforzadas…

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“¡Somos peligrosos!” / Felipe De la Parra Vial / La Mirada Semanal | Entrama Cultural mayo 16, 2022 - 11:03 pm

[…] Se conversaba bajo el espíritu de Humberto Giannini que privilegiaba la conversación, “porque solo en virtud de la palabra, o por la virtud de ella, el ser humano puede rozar los grandes abismos en que parece sostenerse el Universo y el gran abismo del que surge la comunicación entre dos seres humanos[1]”. […]

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