Trenza: entre el cielo y el infierno. Una poesía asistémica.

por Cristina Wormull Chiorrini

He visto crecer a las mujeres
Escuchando el rock de los Fiscales Ad-Hok
Por San Miguel hundiéndose en la noche
Sin respiro en estampida de lunas
He visto a los grandes espíritus
Arrastrando ángeles
En la búsqueda de breves hombres
(He visto crecer a las mujeres, fragmento, Trenza)

Hay tantas historias a nuestro alrededor, tantas de las cuales nunca nos enteramos porque solemos mirar tan solo aquello que sucede en nuestro entorno cercano y rara vez desplazamos nuestra mirada hacia la periferia del círculo que habitamos.  Hoy, ampliando la ciudad, escribo sobre Jeanette Salazar: Trenza, cuando hablamos de la poeta. Autora de un sinfín de poemas, ha publicado gran cantidad de poemarios, ha sido incluida en diversas antologías y el año 1993 fue ganadora del Concurso de la poesía combatiente, durante su reclusión en la Cárcel de San Miguel.  Asimismo, galardonada por el Centro Cultural La Barraca, premiada como integrante de la Agrupación las nuevas letras de La Florida y participante en diversos talleres de poesía con Osvaldo Ulloa, Edmundo Herrera y José María Memet, todos poetas de reconocida trayectoria en el ámbito nacional. 

Jeanette Salazar es poesía en estado puro, duro como su vida que se ha desarrollado como un poema, quizás una elegía, porque desde que nació en la Población José María Caro la pérdida de los seres amados marca su existencia. Su padre trabajó siempre en Ferrocarriles del Estado y Trenza fue la penúltima de ocho hermanos, en una familia modesta y de gran compromiso político que sufrió el asesinato de uno de sus hijos durante la dictadura y la tremenda tragedia que su madre se quemara a lo bonzo, rociándose con parafina, y muriera luego de una agonía de dos meses mientras Trenza, por ese entonces, estaba recluida en la cárcel. 

Jeanette Salazar es poesía en estado puro, duro como su vida que se ha desarrollado como un poema

Desde niña fue muy dada al misticismo, tanto que pensó en algún momento convertirse en monja, y creció en un contexto social, político y económico donde la realidad de Chile allá por los lejanos ochenta, la llevó a comprometerse con los más desvalidos y durante esa década trabajó con los sacerdotes Lorenzo Mane y Juan Claudio Ravet que adscribían a la Teología de la Liberación y expulsados de sus congregaciones por solidarizar con el pueblo.  Ahí desarrolló un largo trabajo con las ollas comunes, con los más pobres y también definió su opción política capacitándose en autodefensa del pueblo sustentada en su creencia que la lucha armada es una herramienta legítima.  En esto no hacía sino seguir el ejemplo de sus padres y hermanos que siempre estuvieron por ella.  Si bien, en su temprana adultez tuvo como foco hacerse monja, abandonó la idea cuando no se encontró representada como revolucionaria. Eran tiempos en que muchos sufrían tortura y muerte a manos de la dictadura y Jeanette sentía que se debía avanzar en hacer los cambios que el país requería. Entró a militar al Frente Patriótico Manuel Rodríguez y luego pasó a una semi clandestinidad mientras participaba en eventos, especialmente tocatas culturales con poetas, músicos y actores, ahora en su mayoría famosos como Los Fiscales Ad-Hok, Políticos muertos, Ocho bolas y Vandakic; videístas como Gonzalo Rabanal o poetas como Miguel Moreno, Blanca Moreno, e Isabel Gómez junto a los que participaba en el taller espacio de Osvaldo Ulloa en la SECH. A veces asistía Mauricio Redolés y recitaban juntos.

Luego vino su militancia en las Fuerzas Rebeldes Lautaro donde concretó el trabajo por sus utopías junto a sus hermanas Jacqueline y María y, también, su madre. Adquirió la capacidad de efectuar recuperaciones, de defender o implementar el bastión popular.  Por sus acciones ligada a los Lautaro, cayó detenida el año 1992 y estuvo presa en la Cárcel de San Miguel hasta el año 1996.

Mucho antes, una anécdota cambió su vida y la introdujo en la poesía: caminando por Bellavista, entró a una librería muy frecuentada que tenía Sergio Parra a un costado del Café del Cerro.  Trenza no sabía quién era él, pero mientras estaba mirando y hojeando los libros, él le regaló uno sobre la vida de Arthur Rimbaud recomendándole su lectura. Fue un momento mágico que la contagió con la pasión de ser poeta.   Sergio Parra la bautizó como Trenza porque peinaba su cabello de esa forma.

De ahí en adelante la poesía se entronizó en su vida.  Y cuando, estando presa, el año 1993, Edmundo Herrera y Tatiana Olavarría organizaron el concurso de poesía donde fueron jurados Poli Délano y Myriam Ortega, ella se esforzó por participar.  No fue fácil, y con mucho esfuerzo consiguió lápiz y papel.  Oscar Aguilera le llevó flores y un cuaderno.  Ganar fue una sorpresa para Trenza, pero desde entonces no ha cesado de escribir publicando varios libros como: Yo cuento (2008), Hablando de ciertas cosas (Quimantú), Entre humos y guadañas (Calíope ediciones, 2006) y ha sido incluida en diversas antologías, entre ellas una de la SECH en que participaron destacados autores nacionales como Pedro Lemebel.

Invitada frecuente a tertulias y recitales literarios en las redes digitales, impresiona su estilo de recitado en que canta sus poemas.  Impacta la fuerza de sus versos y la pasión que les imprime. Una visión de la realidad que agobia por lo verdadero y duele por la injusticia que viven los más desvalidos y que Trenza conoce porque la vive todos los días y la escribe como testimonio y liberación.

Hoy tiene terminado un libro de poesía titulado Ciudad Ardiente que publicará en breve con Marciano Ediciones.  Éste habla de la muerte, denuncias sociales, la injusticia frente al poder judicial, la mirada discursiva de la mujer al reivindicar su rol en la sociedad y una mirada crítica del sistema capitalista con un fuerte énfasis en la acumulación de los poderosos, del 1% de los ricos desde una mirada marginal contra esta sociedad donde hasta morir es injusto y el pobre debe endeudarse con ella.

ricos desde una mirada marginal contra esta sociedad donde hasta morir es injusto y el pobre debe endeudarse con ella.

Trenza es una más de la miríada de poetas que pueblan las calles y avenidas de Chile.  Trenza es un canto a la vida entre carencias y sueños rotos.  Una de aquellos que con tremendo esfuerzo logran asomar sus cabezas entre los despojos y ven asomar el sol de la vida.

…ya los fusiles encendidos
encogiéndome a mi interior
del entero cuerpo, me agito
me respondo que los he visto nacer
con un dolor triunfante
sobre los cerebros de los hombres…
He visto crecer a las mujeres…
(Fragmento del poema de Trenza, ganador del Concurso en la cárcel de San Miguel)

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