A casi el 60 por ciento de los votantes estadounidenses les disgusta la perspectiva de elegir, en noviembre, entre Donald Trump y Joe Biden. Los resultados de las primarias de New Hampshire indican que, por ahora, ésas serán sus opciones.
Primeros pasos
La semana pasada en los caucus del Partido Republicano, el ex presidente Donald Trump obtuvo el 51 por ciento de los votos y su, entonces, rival más cercano, el gobernador de Florida, Ron DeSantis recibió el 21,2 por ciento. La ex gobernadora de Carolina del Sur y ex embajadora de EE.UU. en las Naciones Unidas, Nikky Haley, recogió el 19,1 por ciento y el empresario Vivek Ramaswamy obtuvo el 7,7 por ciento.
DeSantis, quien se presentaba como adalid del trumpismo sin Trump, abandonó la carrera, y el detestable Ramaswamy, que prometió ser más trumpista que Trump, también se dio de baja. Ambos, de inmediato, declararon su lealtad a Trump, una pleitesía que supuestamente transfiere los votantes de los desertores al contingente del ganador.
Este martes y fortalecido por el deliquio electoral de DeSantis y Ramaswamy, en las elecciones primarias de New Hampshire, Trump recibió el 54 por ciento de los votos y Haley obtuvo el 43 por ciento.
Quedan por repartir 2.368 delegados a la Convención Nacional Republicana que se congregará del 15 al 18 de julio en Milwaukee (Wisconsin) y para ganar la candidatura presidencial se requieren, al menos, 1.215 delegados.
Con el estímulo de dos victorias y su fanfarronería consuetudinaria, Trump ya se ha declarado ganador inexorable en un discurso salpicado de amenazas contra Haley quien, a su vez, proclamó que la contienda no ha terminado y que seguirá su brega por la candidatura.
Es cierto, pero no tanto
Los caucus y las elecciones primarias no sólo ocurren en estados distintos, sino que, también, son mecanismos diferentes y para evaluar su relevancia como indicadores ciertos en una campaña que recién comienza, hay que tener en cuenta esas diferencias.
En un caucus participan exclusivamente los miembros del partido y, teniendo en cuenta que los primeros ocurren en medio del invierno (este año con temperaturas muy bajas) la participación la dominan los votantes más aguerridos.
Un caucus congrega en un local a los simpatizantes de diferentes candidatos que se agrupan en diferentes sitios. Se escuchan discursos a favor de todos los candidatos y los votantes van cambiando de grupo a medida que se forma la mayoría.
En los caucus de Iowa este año concurrieron 110.000 votantes, esto es poco menos del 15 por ciento de los 752.000 registrados como republicanos, la participación más baja en más de una década.
En las elecciones primarias el funcionamiento es diverso según los estados. En algunos estados los votantes solo pueden participar como afiliados de un partido, en otros está abierta la participación de votantes que no declaran su filiación partidista o no la tienen.
En las elecciones primarias de New Hampshire, que son “abiertas”, participaron unos 300.000 de los 873.000 votantes registrados en el estado y entre quienes los independientes suman casi el 40 por ciento.
Estas variantes entre los sistemas electorales, las características de cada estado, y la participación exclusiva de los partidarios o la inclusiva de los independientes echan matices sobre el triunfalismo de Trump y explican por qué, mientras los donantes la sustenten, Haley continúa en la carrera.
Detrás de los números
Las próximas citas republicanas en el calendario electoral incluyen el 8 de febrero los caucus de Nevada, con 26 delegados en juego, y las Islas Vírgenes, con cuatro delegados. El 24 de febrero habrá elecciones primarias en Carolina del Sur (50 delegados) y Michigan (16 delegados).
De lo transcurrido hasta esta semana es evidente que Trump mantiene una mayoría de votantes dentro del Partido Republicano. También es evidente que el traspaso de votantes obsequiado por DeSantis y Ramawamy añadió apenas tres puntos porcentuales a su mayoría.
Otro detalle es que, en un estado con elección primaria abierta, el atractivo de Trump entre los votantes independientes luce escaso.
Por su lado, Haley, sin necesidad del trasiego de votantes de DeSantis y Ramaswamy, se ubicó bien para confrontar a Trump en gran medida como consecuencia del respaldo que sí obtuvo de los votantes independientes.
Según la firma Gallup, el 28 por ciento de los votantes en Estados Unidos se declara republicano, otro 29 por ciento se declara demócrata, y el mayor bloque de votantes, un 40 por ciento, se dice independiente.
Estos “independientes” son los que determinan el resultado de la elección presidencial.
A ver por los resultados y las encuestas hasta ahora, el ex presidente Trump, asediado por varias causas judiciales y con 91 cargos por delitos estatales y federales en su contra, cuenta con la lealtad de una leve mayoría que le es fiel sin flaquezas dentro de su partido, pero es una minoría en el electorado nacional.
Si es que mantiene su resolución, y logra financiar su campaña, Haley apunta a ampliar la cuota de republicanos anti-Trump con la conquista de parte del contingente de votantes independientes.
A menos que a Haley la abrume el nubarrón que ciega al Partido Republicano, cese su campaña y acepte ser la candidata vicepresidencial de Trump.