¿Verdad o mentira? El desmoronamiento de lo real

por Sergio Canals L.

La verdad, el sueño exaltado de un dios”. Si no hay dios, no hay verdad. ¡” Qué les importa a los hombres la verdad!”. Parece que a nosotros nos importa un carajo. Más bien se vende al mejor postor. La mentira parece estar al servicio del poder económico y político. Si produce ganancias económica o políticas, lo malo es bueno y lo bueno es malo. Se desmorona lo real y lo simbólico. Se desmorona la política. Se desmorona la democracia. “Se socaban desde adentro”. Solo importan los hechos y los números duros y fríos. La “data”, como dicen los siúticos.  

La verdad y los hechos ¿se ocultan? Se manipulan comunicacionalmente. Chile se ha vuelto un país de investigaciones que cubren lo verdadero y lo falso. Absolutamente secreto. Nada de lo que se dice y se muestra ya es confiable. Se ha vuelto un país desagradable, por lo menos para mí. Creo que se hará más desagradable en este período político de elecciones y necesarias negociaciones legislativas. Se recrea un partido nuevo (pero ya viejo) de un frente estudiantil de elites identitarias.

Si no me cree, recuerde y reflexione sobre las penosas construcciones y deconstrucciones de los relatos sobre la corrupción y redes de poderes en las fundaciones, el asesinato del exmilitar venezolano, y en la renuncia del ex director de Investigaciones. Para que hablar de los discursos de los “propietarios” políticos comunales. “El que tiene…” se apodera de los demás. Se deterioran las libertades democráticas de elegir. El poder narco se gana con violencia y disparos. El poder político con las comunicaciones. El alma camina a rastras sobre la baba de un caracol.

Los campamentos nos hablan de nuestra pobre y dura realidad cultural, socio económica y política. Nos hablan del fracaso del estado ¿y el gobierno? Nos hablan del ser humano. Nos hablan del fuego y la muerte. De las apetencias. De “la necesidad de consumo y su barbarie”. Nos hablan de las profundas necesidades espirituales de bienestar y de la urgente necesidad del bien común. Del dolor de la cultura. De la nostalgia de lo absoluto.

La educación y la salud nos muestran las abismales brechas de oportunidades sobre el futuro de la vida, en la enfermedad y la muerte. Miles de niños no asisten al colegio y otros a lugares físicamente indignos. El derecho a la educación es a una educación, pero digna y justa socialmente. Los trabajos informales e ilegales no son dignos. Son in “civilizatorios” (otra palabrita siútica cubre realidades, adoptada recientemente).

Por suerte, en un acto de arrojo, se le pidió la renuncia al director encargado de Prevención y Respuestas frente a los Desastres. Ya era hora. Los muertos murmuran. Los quejidos se escuchan al amanecer. Muchas personas y familias no tienen hogares. (A otros, no se les pidió renuncia, a pesar de los hechos). Hechos que hablan por sí solos. Casi todo se hizo a medias. El resto simplemente no se realiza ni realizó. El alma se arrastra a duras penas sobre la baba de un caracol, hecho de carbón.

El presidente nos interpela: “Sigue existiendo un malestar profundo en el pueblo de Chile”. Ha aumentado el malestar profundo. En fin. Murmullos de otoño. Otoño “frío y soleado para gente sombría”. Para gente oscura de corazón. “Para los monos… de poto colorado”. (Bueno… para los Mandriles del Viejo Mundo). Una mariposa blanca despistada revolotea en el jardín. Está muerta.

¿Mentiras o verdades? “¿Qui lo sá?” (Restaurante en Barcelona).

Citas fuera de contextos de la escritora Mariana Enríquez, filósofa Lucy Oporto, economista Oscar Landerreche, filósofo José Pablo Concha y…Nietzsche, a todas luces, el filósofo de nuestra época.

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