Voltairine de Cleyre: la rebelde. Anarcofeminista de vanguardia.

por Cristina Wormull Chiorrini

Pese a vivir en tiempos en que ser feminista era aspirar a poco más que el derecho a votar, esta audaz mujer abrió caminos nuevos que, solo en las últimas décadas se han empezado a recorrer.  Ella cuestionó los roles de género, abogó por la independencia económica de las mujeres y su autonomía dentro del matrimonio, defendió el amor libre y relacionó el crecimiento de la mujer con el de los trabajadores y el del género humano en general.

El otoño se cansó de ser generoso con las temperaturas y de un día para otro se transformó en un gélido invierno adelantado a la fecha del solsticio. Entre escalofríos, apenas contenidos con unos guantes de lana, empecé a escribir sobre la apasionante y penitente vida de Voltairine de Cleyre, una de las mentes más brillantes y lúcidas del anarquismo del siglo XIX y, de la cual, como ya es habitual en la historia, sus escritos, su aporte, fue olvidado hasta que cincuenta años después de su muerte, en el siglo XX en el marco de los movimientos feministas surgidos en la década del 60, su figura y escritos fueran rescatados.

Voltairine de Cleyre, bautizada así por su padre de origen francés, ferviente seguidor de Voltaire y su pensamiento libre, promovió la educación de Cleyre y le enseñó a leer y escribir en inglés y francés simultáneamente durante su infancia.  Voltairine fue escritora, poeta, ensayista y periodista, pero nunca escribió un libro, sino numerosos y notables ensayos y poemas. Nació en la segunda mitad del siglo XIX, en 1866, en Chicago.  Desde muy pequeña se lució con su talento para las letras, pero en un acto de inconsecuencia, su padre la ingresó a un Convento en Canadá (algunos dicen que para lograr que tuviera una mejor preparación académica), desde donde ella se escapó un par de veces, siendo obligada a volver, hasta que, finalmente, al graduarse a los diecisiete años, logró dejarlo atrás, declarándose desde ese día, totalmente atea y sosteniendo que la religión era una forma de represión absoluta.

A poco andar, comenzó a escribir en The Progressive Age, una revista semanal librepensadora donde rápidamente ascendió al equipo editorial, se independizó económicamente de su familia y decidió vivir sola en Cedar Rapids, Michigan.  Una rareza mayor para su época.

“Por influencias tempranas y educación, yo debería haber sido monja y empleado mi vida en glorificar a la Autoridad en su forma más concentrada, como están haciendo algunas de mis condiscípulas en este momento dentro de las casas de misión de la Orden de los Sagrados Nombres de Jesús y María”. Voltairine de Cleyre

De su vida personal se conocen pocos detalles, pero es evidente que fue trágica.  Tenía una naturaleza enfermiza (en contraposición a su carácter) y depresiva que la llevó a intentar suicidarse al menos dos veces.  Tuvo la suerte o la desgracia de enamorarse profundamente de Dyer D. Lum, líder anarquista/sindicalista, poeta y activista estadounidense, con el que mantuvo una relación intelectual y emocional hasta que él se suicidó y que es recordado, sobre todo, como el mentor y amante de Voltairine.

Un tiempo después sostuvo una relación con el librepensador James B. Elliot, con el cual tuvo a su único hijo a quien apodó Harry.  Voltairine que abominaba del matrimonio, se rehúso incluso a vivir con el padre y éste se trasladó a Filadelfia llevándose a su hijo con él.  Desde ese momento el contacto entre madre e hijo fue muy escaso, pero deben haber mantenido un fuerte lazo de amor ya que Harry bautizó a su primera hija con el nombre de su madre.

Entre sus desventuras o anécdotas, no se puede olvidar mencionar que, en 1902, un estudiante celoso le disparó y a pesar de que se recuperó de sus heridas, su salud quedó muy dañada, sufriendo desde entonces un dolor crónico del oído y una infección de la garganta que afectó fuertemente su capacidad de hablar.  Ella, con su peculiar forma de ser, se rehusó a presentar cargos contra su agresor y recomendó que fuera tratado en un sanatorio mental y no en una prisión. 

Hemos llorado y los dioses callan

Hemos confiado y sido traicionados

Hemos amado y el fruto fue cenizas

Hemos dado y el regalo fue medido.

Sabemos que los cielos están vacíos,

que la amistad y el amor son nombres

que la verdad es una escoria ceniza,

las llamas quemadas del fin de la vida… (fragmento de El brindis de la desesperanza, Voltairine de Cleyre)

Ema Goldman                          Rufof Rocker

Voltairine fue una libertaria, en sus inicios, una anarquista representante del individualismo, pero evolucionó hacia el anarquismo sin adjetivos. No queda claro si eso significó que se convirtió en anarcocomunista, como declararon Emma Goldman y Rufof Rocker, ya que Voltairine sostuvo que “No soy ahora, y nunca he sido, una comunista.».  Su fortaleza no estuvo en un pensamiento original, sino en agrupar y destilar el pensamiento de otros, es decir, fue una intelectual, una “gestora de ideas de segunda mano”. Ella, como dijimos, no escribió libros, pero algunos de sus ensayos son clásicos imperdibles fuertemente influenciados por Thomas Paine y Mary Wollstonecraft, junto a Henry David Throreau y otros pensadores de la época,

“Ella fue como un breve cometa en el firmamento del anarquismo”, escribió Avrich refiriéndose a Voltairine de Clayre.

Indudablemente, muchos pensadores marcaron su trayectoria, pero su personalidad libertaria fue consolidada definitivamente por los problemas de los obreros y, especialmente por la ejecución de los anarquistas de Chicago acusados del bombardeo de Haymrket en 1886.  Este hecho, donde ocho hombres fueron juzgados -en lo que se ha llamado el primer juicio al pensamiento o las ideas- aunque no fueron los autores del hecho, condenados, a través de falsos testimonios y posteriormente ejecutados, representó para Voltairine y para muchas personas de su generación una injusticia mayor, producto de la histeria pública.

La ejecución horrorizó a Voltairine de Cleyre, quizás mucho más que a otros porque ella que, aún no se convertía a la causa anarquista, había gritado junto a la multitud que pedía el linchamiento “Tendrían que colgarlos”.  Toda su vida se arrepintió de haber dicho esas palabras y declaró en un discurso con ocasión del aniversario catorce de las ejecuciones que, “No me perdonaré nunca esa frase ignorante, vergonzosa y sedienta de sangre”, aunque sé que los muertos me habrían perdonado, aunque sé que quienes los aman me perdonan. Pero mi propia voz, tal y como sonó esa noche, resonará en mis oídos hasta que muera: reproche y vergüenza amargos».  En recuerdo de esa injusticia es que se conmemora en todo el mundo, con la notable excepción de Estados Unidos y Canadá, el Día internacional de los trabajadores (1 de mayo). Con posterioridad a los sucesos de Haymarket, Voltairine empieza a colaborar en forma estable con Benjamin R. Tucker en el periódico Liberty.

… “camaradas, hemos caminado en una dirección … Nuestra tarea debe estar siempre entre los pobres, los abandonados, los hombres y las mujeres que realizan el duro y brutal trabajo del mundo». Fragmento de una declaración de Voltairine en la revista Mother Earth que dirigía Emma Goldman.

Voltairine fue también una apasionada anarcofeminista y planteó en sus ensayos, especialmente en Sex Slavery (La esclavitud sexual), que se publicó dos años después de su muerte, una condena a las ideas de belleza femenina imperantes en el siglo XIX e inicios del XX que deformaban los cuerpos y sometían a la mujer a enormes sufrimientos bajo el corsé y otras prácticas en busca de la imagen deseada.  Pero, quizás, lo más vanguardista del ensayo es su posición sobre las leyes del matrimonio que según de Clayre “«permiten a los hombres violar a sus esposas sin consecuencias»; considerando al matrimonio como «la aprobación de todo tipo de bestialidades». Su lucha anarcofeminista se extendió a la educación sexista que promovía la sumisión de la mujer a sus maridos.  

No contenta con escribir sobre la situación de las mujeres, en su accionar como anarcofeminista fue una de las fundadoras de la Liga Liberal de Damas, agrupación que se preocupaba de temas feministas como la sexualidad, el aborto y el sexismo, entre otros, pero también de temas sociales como la criminalidad.  No satisfecha con esto, participó en la creación del club de Ciencia Social y, junto a otras anarquistas, creo la Biblioteca Revolucionaria que contenía obras radicales que se facilitaban a los obreros por una módica suma.

Pedro Kropotkin                 Enrico Malatesta        Louise Michel

Voltairine de Cleyre viajó incesantemente por Europa promoviendo su pensamiento y, en Londres compartió a los anarquistas españoles que habían sido torturados en el castillo de Montjuich, en Barcelona.  También conoció a Kristofer Hansteen y fue amiga y copensadora de Pedro Kropotkin, Enrico Malatesta, Alexander Berkman, Louise Michel y Emma Goldman.  Es más, se involucró en la revolución mexicana convirtiéndose en publicista de ella y se preocupó y escribió sobre la situación que vivían los rusos bajo el dominio del Zar.

Cuántas gotas deben reunir los cielos

Antes que el aguacero venga, puede que no sepamos;

Qué tan calientes los incendios enfermos bajo los infiernos deben brillar

Antes de que aumente la lava del volcán,

¡Nadie puede decirlo, pero todos saben la hora, es seguro!… (fragmento de Al Zar, Voltairine de Clayre con ocasión de la muerte de una prisionera política azotada en Siberia)

Murió en 1912, tras una enfermedad repentina cuando estaba en la cúspide de su vida como escritora y oradora.  Tenía 46 años y fue enterrada en el cementerio de Waldheim en Chicago, junto a los sepulcros de los anarquistas de Haymarket.

He muerto como viví, como un espíritu libre, sin deber ninguna lealtad a las leyes, ni a las terrenales ni a las divinas. Epitafio de la tumba de Voltairine de Cleyre.

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1 comment

Paola Tirapegui junio 24, 2022 - 12:06 am

Monumental y magnífico

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