“Voy me cresta, la a” (y la “aporofobia)”

por Sergio Canals L.


Por Sergio Canals L

…Meditó el ministro perdido (con Rodrigo Lira) en las sombras del Panteón portátil de la política. Lo bueno es malo, lo malo es bueno. “Hay una angustia ácida y turbia, tan potente como un cuchillo (…)”, tan potente como un ministro “replicante” (*) de Blade Runner perdido. Vaga como alma en pena. Como una fundación comprada. Como un amigo ya presente en la ausencia.

Como “la nada de Sartre”, agrega el presidente con arrestos de filósofo. Preso de su “nausea”, arroja el megáfono rompiendo el espejo trizado de sí mismo. Un mundo en una lágrima. En la palma de una mano de “sin vergüenzas” y una vieja corrupción política.                              

Desamparo abrupto. Desconfianza permanente. Sospecha cabizbaja. Es verdad que existe el trato de favor a familiares, parejas y amigos, “situándolos por delante de cualquier otro, aunque sea con flagrante injusticia¡Aun tenemos programa, compañeros! Oremos.

Una “especie de pérdida constante del nivel normal de realidad (y ética moral)” invade al Estado. Nos re -encontramos “en un estado de extrema conmoción, esclarecida de irrealidad, con trozos de mundo real en un rincón de sí mismo”, exclama una vocera ausente haciéndose eco de Artaud. Remece el ambiente con una declaración inexistente, ya que sólo es de esta columna relato con algo de ficción.

¿Cómo es posible lucrar con el pueblo ciudadano, con los pobres de los campamentos y con el prójimo, política y económicamente? recrimina el presidente a su “elite” intelectual y al poder económico mirando al mar. – “Chusma inconsciente” ¿Acaso viven sólo animados por roer los huesos de su hermano, la nación, y su historia?

-Es que es la única manera de que el “extraño”, los pobres, los sin poder, nos ofrezcan algún beneficio (votos y apoyos en las elecciones, honores y prebendas que satisfacen la vanidad), al gran esfuerzo que hacemos por ellos- responden a coro, tratando de ocultar su manifiesta “aporofobia”, donde la dignidad humana es relegada al valor del intercambio.

(Aporofobia: “Aversión hacia los otros sin poder, los pobres, hacia los que no tienen nada bueno que orecer a cambio en el juego de tomar y dar (…) especialmente si están demasiado cerca y causan problemas”; Adela Cortina).

Sospecho que lo de las fundaciones y su financiamiento, la teoría del partido ha sido toda una gran estafa desolada del lenguaje en su camino del habla ¡Agotamiento! El fin del programa. El fin de la revolución. El fin de las ideologías. El fin del gran relato. El fin del proyecto. El fin de la esperanza. Una izquierda que muere. Una ultraderecha que crece por defecto.

(Cita interesante para que interprete el lector: “Los motivos de la unidad, del consenso, (del diálogo), del valor y el bien común, no son sino una pobre fatiga del pensamiento (…) La crítica, los límites, las impotencias, los fines, las modestias, todo eso no vale una afirmación ¿verdadera?”)

Meditación: Las verdaderas revoluciones, son las del espíritu. ¿Cómo convocarla para nuestro tiempo aciago? ¿Cómo luchar contra la infamia? Con una verdadera exposición al infinito del que dependemos: “Exponiendo como se pueda al animal humano a lo que nos excede”: A la finitud de la infinitud. Al bien solidario. A la dignidad humana. A la revuelta del espíritu.

Crónica del fin: El presidente se amaneció mirando el techo. El exministro, por fin durmió tranquilo. ¿O fue al revés?

“Colaboraron”: A. Artaud en “Deriva Artaud” “El Pesa nervios”; Rodrigo Lira en “do Q. mentos del anteayer”; Adela Cortina en “Aporofobia”, el rechazo al pobre; A. Badiou “Pequeño Panteón portátil”.

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