A 100 días del plebiscito fijado para octubre la realidad destapada por la pandemia muestra en todo su esplendor el narcisismo de los grupos financieros. El rescate del 10% lo han tomado como una afrenta personal. Declaran estar a un paso de su apocalipsis confirmando aquella falta de confianza en un futuro que hasta hace poco construían a su antojo y semejanza.
Si los privados financieramente poderosos y el estado no cubren las necesidades de sobrevida de una población que con sus ahorros contribuyó a financiar a las grandes empresas, la ultraderecha terminará rompiendo la necesaria reciprocidad entre las personas para garantizar la convivencia y al son de “estamos preparados”, la frase favorita de la autoridad, seguiremos empantanados en sus tonterías. Tal como lo percibió The Economist recientemente al comentar la acción del gobierno.
Vivimos una emergencia con riesgo de vida. Y de sobrevida en lo económico.
Vivimos una emergencia con riesgo de vida. Y de sobrevida en lo económico. Los cotizantes chilenos, los más tristemente disciplinados del mundo, creyeron en los anuncios de personeros del régimen de Pinochet con los cuales no se podía discutir sin democracia y con represión. También los que no creyeron, pero fueron obligados, cuarenta años después reclaman pues necesitan parte de sus ahorros. Cientos de miles fueron burlados con la quimera inventada por un puñado de plutócratas. Aquel proyecto en su origen – paradojalmente – fue cuestionado por las mismas fuerzas armadas y la resistencia opositora a la dictadura.
Aquel proyecto en su origen – paradojalmente – fue cuestionado por las mismas fuerzas armadas y la resistencia opositora a la dictadura.
Por una u otra razón, hoy en evidencias, el historial es dramático. Administradoras e inversionistas convirtieron las pensiones en una maldición. La razón: el sistema estaba diseñado para invertir y no para ahorrar. Y aunque dificultosamente podría ser complementario en Chile lo ahorrado sirvió a los inversores y no a sus ahorrantes, y el estado miró hacia el techo.
Administradoras e inversionistas convirtieron las pensiones en una maldición.
Los diputados en su votación del miércoles 15 de mayo expresaron una demanda de millones de personas. Cotizantes y habitantes comunes juntaron en un acto una demanda inmediata con un cuestionamiento a un sistema previsional fallido técnica y moralmente. No cumple lo ofrecido y va dejando al desnudo una estela de negociados y mariguanzas de lobistas y financistas.
En este escenario la ultraderecha abandona su camuflaje y vuelve a cuestionar el proceso de reforma constitucional, el ministro de Hacienda dice que la votación de la cámara rompe el acuerdo para el plebiscito y los rostros de los grandes grupos financieros firman una declaración, en el límite sedicioso, condicionando el debate político. Es un planteamiento extremo con presiones descaradas a los parlamentarios, al mismo estilo que animó la corrupción en el parlamento brasileño. Para los rostros de los grupos financieros y sus seguidores ideológicos en los partidos de derecha, y algunos de centro; lo financiero es la piedra angular de la existencia. Viven de eso. Creen que el mundo gira en torno a ello y a ellos. Mientras más pequeño es el inversionista más reza su credo y cualquier cambio los hace temblar de miedo y de rabia.
Es un planteamiento extremo con presiones descaradas a los parlamentarios, al mismo estilo que animó la corrupción en el parlamento brasileño.
Esta reacción conservadora muestra su dogmatismo y una visión pragmática sin soluciones y solo resistencia. Basta mirar al mundo para ver que el mercado con pandemia funciona al ritmo de esta última. Y si se la desafía como en USA se agrava. Y si se ataranta el funcionamiento del comercio, como en Europa y China, vuelve. Esto es realidad; hasta los tecnócratas lo saben.
Los plutócratas cuestionan por razones personales e ideológicas la recuperación del 10%. No se vinculan a la realidad tangible. Defender una riqueza que se debilitará más si continúan oponiéndose a la devolución del 10%, resulta absurdo. Ese dinero es un tónico para los empresarios y trabajadores más afectados sin el poder de los grandes. Ese dinero resolverá dificultades inmediatas de los cotizantes.
Los plutócratas cuestionan por razones personales e ideológicas la recuperación del 10%.
Esa manera sesgada de ver el país, de generar descontento, refleja el viejo espíritu censitario. Necesitan la ventaja para ejercer el poder. Se acostumbraron. Viven pidiendo ventajas políticas para enfrentar el debate nacional. Están convencidos de que su voto y su opinión vale por dos y de ahí hasta el infinito cuando se trata de discutir de finanzas y desigualdades. Esta forma de ser es un desastre. Los afecta, ellos lo saben y sus empleados más serviles también.
Necesitan la ventaja para ejercer el poder. Se acostumbraron.