A 45 años del golpe de Estado. En la Argentina continuamos sembrando memoria. Por Ernesto Lejderman

por La Nueva Mirada

Plantemos 30.000 árboles para sembrar memoria en homenaje a todos los desaparecidos en la última dictadura argentina, incluyendo a las personas de nacionalidad chilena.

Esa fue la idea fuerza con la que, el pasado miércoles 24 de marzo de 2021 se realizaron una gran cantidad de recordatorios del golpe cívico–militar que encabezó el general Rafael Videla. Con diferentes características, se desarrollaron a lo largo de la Argentina, impulsados por Familiares de Desaparecidos por Razones Políticas, Abuelas de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo e HIJOS, entre otras expresiones del movimiento de derechos humanos.

Esta propuesta se elaboró a partir del análisis de que, dada la situación de pandemia que padece la Argentina y el mundo, no era conveniente convocar a la ciudadanía a la tradicional “Marcha del 24”, la que sin exagerar resulta todos los años en una movilización de las más concurridas, en donde confluye una amplia diversidad de sectores políticos e ideológicos, sindicatos, centros barriales, sectores del arte y la cultura y todo tipo de organizaciones no gubernamentales. En verdad, una parte significativa de la población se pone en movimiento para mantener viva la memoria de lo ocurrido en la última dictadura argentina: por ello su masividad y emotividad.

En este año se realizaron entonces plantaciones de árboles autóctonos en todo el país, para no olvidar a los 30.000 compañeras y compañeros detenidos desaparecidos, junto con una multiplicidad de iniciativas conmemorativas.

Entre las múltiples actividades, destacó el acto en el Museo del Bicentenario, en donde el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, entregó a todas las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo un reconocimiento oficial del Estado argentino. El presidente Fernández, cuando presentó el premio, dijo que son un “modelo de conducta, de lucha y de compromiso” y expresó que “su tarea es reconocida en el mundo entero”.

Por otra parte, la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), plantó un árbol en su predio de Ezeiza, en consistencia con el llamado de las organizaciones de derechos humanos. Era la primera vez que la directiva de la institución realizaba una ceremonia recordatoria de las víctimas del golpe de Estado. Encabezó el acto el presidente de la AFA, Claudio Tapia, quien dijo: “Nunca se había logrado que la dirigencia del fútbol argentino abriera este predio para homenajear la memoria de los desaparecidos por la dictadura, y hoy lo estamos llevando a cabo”. Estuvieron presentes familiares de jugadores desaparecidos y jugadores de futbol que tienen familiares desaparecidos, y demás integrantes de la directiva de la AFA.

También se plantaron árboles por la memoria en Boca Juniors, River Plate, Huracán y una gran cantidad de clubes de futbol: más allá de las pasiones por la competencia futbolística, que tanto apasiona al pueblo argentino, en esta ocasión todos actuaron unidos en defensa de la memoria histórica.

También fue significativo el acto recordatorio que se realizó en la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ex ESMA), el mayor centro clandestino de detención y tortura en la última dictadura. Este recinto se ubica en un predio de 17 hectáreas en Buenos Aires. Se estima que por este centro clandestino de detención pasaron 5000 detenidos desaparecidos. Por su importancia simbólica, el lugar fue recuperado por el ex Presidente Néstor Kirchner, que dispuso se instalara allí un “Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos”.

En ese Espacio para la Memoria confluyeron el Presidente Alberto Fernández con los principales dirigentes de los sindicatos de los trabajadores del país y las organizaciones de familiares. Realizaron un homenaje a los detenidos desaparecidos y luego plantaron un árbol, cumpliendo con la consigna de sembrar memoria.

Por otro lado, resultaron sorpresivas las declaraciones del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, del partido Propuesta Republicana, la colectividad de derecha que fundó Mauricio Macri. En un video que compartió por las redes sociales, declaró: “El 24 de marzo empezamos a vivir el capítulo más doloroso de nuestra historia, en el que la violación a los derechos humanos fue una constante de un gobierno de facto responsable de crímenes de lesa humanidad y terrorismo de Estado”.

Luego se introdujo en su historia personal. Recordó que cuando tenía 12 años irrumpió una patrulla militar en su casa a las tres de la madrugada y se llevaron detenido a su padre. Contó que estuvo recluido en un centro clandestino de detención y que fue liberado solo por su condición de dirigente de Racing Club.

Con ese mensaje, Horacio Rodríguez Larreta se desmarcó de la generalidad de los dirigentes de la oposición de derecha, que se han dedicado a criticar y denostar a las organizaciones de familiares de desaparecidos y en particular polemizaron en contra de la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, un referente fundamental de los derechos humanos en la Argentina y también figura emblemática en América y el mundo.

Desaparecidos chilenos en Argentina

En la Argentina se ha identificado, hasta el momento, a más de 60 casos de personas de nacionalidad chilena que fueron detenidos, desaparecidos y ejecutados durante la última dictadura argentina, la gran mayoría bajo las alas del Plan Cóndor. Muchos habían escapado de las garras de la dictadura chilena hacia Argentina, esperando una oportunidad para vivir en paz y tranquilidad, pero lamentablemente las garras de Augusto Pinochet atravesaron la Cordillera gracias al despliegue del “Plan Cóndor”, coordinación de los aparatos represivos del Cono Sur en los 70.

Frente a esta transnacional del terror, los genocidas de Argentina y Chile se olvidaron de su supuesto discurso “nacionalista” y sus veleidades chauvinistas.

Existen casos bien conocidos en Argentina, como Luis Enrique Elgueta Díaz y María Cecilia Magnet Ferrero. Sus desapariciones fueron incansable y ampliamente denunciadas por las periodistas chilenas familiares de las víctimas, Laura Elgueta y Odette Magnet, las cuales interpusieron acciones en la justicia argentina en procura de verdad y justicia.

Otro de los casos más emblemáticos y significativos fue el asesinato del excomandante en jefe del Ejército chileno, general Carlos Prats González, y de su esposa Sofía Cuthbert, que el 30 de septiembre de 1974 fueron asesinados con un atentado explosivo en el barrio de Palermo, en Buenos Aires, perpetrado por agentes del pinochetismo en complicidad con fascistas argentinos.

Otro caso muy conocido, por la crueldad despiadada, fue la desaparición del chileno José Poblete Roa y su esposa Marta Gertrudis Hlaczik. En Chile, unos años antes de radicarse en Argentina, José había perdido ambas piernas en un accidente. Los militares argentinos se ensañaron con las torturas y su posterior desaparición. La misma suerte corrió su esposa Marta. Su hijita Claudia, con 8 meses de vida, fue apropiada por los militares y adoptada en forma ilegal. Su abuela Buscarita Roa y su familia la buscaron en forma incansable. Buscarita integró las Abuelas de Plaza de Mayo, y es la única chilena que integra hasta ahora esta emblemática agrupación. A fines de 1999 Buscarita encontró a su nieta Claudia Poblete. La nieta recuperada restituyó su verdadera identidad el 7 de octubre de 2000.

Otro de los casos fue el de Oscar Hueravilo Saavedra, quien junto a su esposa embarazada Mirta Alonso, fueron detenidos un 19 de mayo de 1977 por una patota paramilitar. Fueron subidos a un Ford Falcón verde y luego conducidos a la ESMA. En este centro clandestino nació el 11 de agosto de 1977 Emiliano Hueravilo, a quien su mamá Mirta llegó a marcarle una especie de tatuaje en su oreja izquierda, para que se lo pudiera reconocer. No se sabe si producto de esa marca o por la intensa labor de denuncia de los abuelos, los militares abandonaron al bebe en la puerta de un hospital porteño con una nota con sus datos. Por ello, Emiliano pudo ser recuperado y criado por sus abuelos desde entonces.

La tragedia golpeó varias veces al nieto recuperado Pablo Germán Atanasiu Laschan, el hijo de una pareja de ciudadanos chilenos, Frida Laschan Mellado y Ángel Atanasiu Jara. Los tres fueron secuestrados por fuerzas militares que trabajaban directamente para el Plan Cóndor. Los sacaron por la fuerza desde el hotel donde estaban viviendo el 15 de abril de 1976. Los habrían llevado al centro clandestino de detención “Orletti”, en el cual solían recluir a los prisioneros que eran interrogados y torturados por militares que respondían al “Cóndor”. El 7 de agosto de 2013, Pablo recuperó su identidad. Lamentablemente, padecía de cáncer. Se suicidó con 39 años de edad. Había pasado sólo un año de recuperar su identidad.

Estos son solamente algunos de los más de 60 casos de chilenas y chilenos desaparecidos y ejecutados en la Argentina. Siempre estarán presentes en nuestra memoria, a uno y otro lado de la Cordillera de Los Andes. Y en su memoria, lucharemos por superar para siempre el mundo de abusos y desigualdades que pretendió implantar el “Plan Cóndor”: la injusticia que, en nombre de los buenos negocios, se impuso con el Terrorismo de Estado.

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