El Tribunal Supremo le devolvió a la ciudadanía la decisión sobre la legalidad del aborto en Estados Unidos. La batalla sin fin se traslada ahora a las legislaturas de los estados.
La huella de Trump
Un año y medio después que se fue de la Casa Blanca, el paso de Donald Trump por ella muestra una huella de conflicto: los tres jueces conservadores que el entonces presidente designó y la mayoría republicana en el Senado confirmó dieron la mayoría en el Tribunal Supremo a la cancelación del dictamen que, en 1973, permitió el aborto legal en todo el país.
Para quienes desde 1973 han bregado contra aquel fallo –conocido como Roe vs Wade – la decisión del Tribunal Supremo la semana pasada llegó como una victoria histórica que aproxima el fin de lo que llaman un genocidio marcado por más de 60 millones de abortos.
Asimismo, el Tribunal validó una ley de Mississippi que ilegaliza el aborto después de las 15 semanas de gestación, comparado con el límite de 28 semanas establecido por Roe vs Wade.
Quienes consideran que el aborto inducido es una decisión privada de cada mujer, la anulación del fallo de 1973 luce terrible y abre la senda a abortos clandestinos y un fardo adicional especialmente sobre las mujeres negras, latinas y de bajos ingresos que son las que tienen tasas más altas de aborto.
El fallo “es la mayor VICTORIA para la VIDA en una generación”, tuiteó con su peculiar uso de mayúsculas el expresidente Trump a quien las circunstancias dieron la oportunidad de colocar en el Supremo a tres jueces conservadores: Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett.
Esa victoria “sólo fue posible porque yo cumplí con lo prometido, incluida la postulación de tres constitucionalistas altamente respetados. ¡Fue fue un gran honor!! Estas grandes victorias muestran que, aunque la Izquierda Radical hace todo lo que puede para destruir nuestro País, vuestros Derechos están protegidos, el País tiene defensa, y hay todavía esperanzas de Salvar a EE.UU. ¡Jamás cesare de luchar por el Gran Pueblo de nuestra Nación!”, continuó Trump.
La decisión del Supremo sobre el aborto y otros asuntos controversiales en días recientes indica que el paso de Trump durante cuatro años en la Casa Blanca marcará a la sociedad estadounidense por muchos más mientras se mantenga la mayoría conservadora de jueces vitalicios.
Pero no es claro que el dictamen del Supremo reditúe a Trump un mayor apoyo político en su campaña, no oficial, para recuperar en 2024 la candidatura presidencial por el Partido Republicano. El hombre, que tendrá 76 años para entonces, sigue repitiendo el cuento viejo de un supuesto fraude que le arruinó la reelección en 2020 mientras por los costados emergen otros políticos republicanos con ambiciones presidenciales.
Panorama complicado
Tanto las celebraciones como los lamentos tras el fallo del Tribunal Supremo hacen ruido y levantan polvo en torno a un panorama con muchos matices.
Estados Unidos es uno de sólo tres países que han restringido en este siglo el acceso al aborto legal. En décadas recientes más de 50 países han ampliado sus leyes de aborto, incluidos Argentina, Colombia, Irlanda y México.
Una encuesta de YouGov para la cadena CBS News, mostró que el 59 % de los adultos repudia el fallo del Supremo según el cual la Constitución no reconoce el derecho al aborto, en tanto que el 41 % aprueba ese dictamen. En este sondeo de opinión el 57 % de los participantes considera que el fallo es un paso hacia atrás para la nación, un 31 % cree que es un avance, y el 17 % opina que ni lo uno ni lo otro.
Por su parte la encuesta Marist para la cadena pública NPR de radio midió el repudio en el 58 % de los consultados y un apoyo entre el 40 %. Pero este paisaje se torna más dividido si se cuenta la afiliación política de los encuestados: el 88 % de los demócratas se opone a la decisión del Supremo y el 77 % de los republicanos la aprueba.
En el debate de medio siglo hay dos posiciones extremas. Quienes abogan por el derecho absoluto y exclusivo de la mujer a optar sobre la continuación o terminación del embarazo reclaman el “aborto a demanda”. Quienes se oponen al aborto de manera absoluta bregan porque ese procedimiento se califique como un crimen, con penas para quienes lo llevan a cabo.
Y, tal como lo muestran las encuestas de medio siglo, la mayoría de los estadounidenses está a mitad de camino entre los dos extremos: el aborto legal, en condiciones médicas apropiadas, y con ciertas restricciones acerca de las fechas en el desarrollo del feto.
Es incierto el impacto electoral del fallo del Tribunal Supremo. En noviembre Estados Unidos tendrá elecciones en las cuales estarán en juego 35 de los curules del Senado, los 435 escaños en la Cámara de Representantes, los gobiernos de 36 estados y tres territorios, y las legislaturas de casi todos los estados y territorios.
El fallo da satisfacción y reconforta a los votantes republicanos y, al mismo tiempo, les quita una reivindicación que los ha alentado por medio siglo: ya no hay un Roe vs Wade que derribar.
Y está por verse si el fallo resucita el entusiasmo de los demócratas desencantados con el gobierno del presidente Joe Biden.
Dónde sí, dónde no
Igual de variopinto es el mapa sobre el cual el Tribunal Supremo ha distribuido la responsabilidad de legislar acerca del aborto. Algunos estados, a la espera de la decisión en el Supremo este verano, ya habían aprobado “leyes con el dedo en el gatillo” que entraron en vigencia automáticamente una vez conocida la decisión.
Hasta esta semana el aborto está totalmente prohibido en ocho estados: Utah, South Dakota, Oklahoma, Arkansas, Missouri, Louisiana, Alabama y Kentucky.
Estará prohibido o sujeto a restricciones severas en otros 10 estados: Idaho, Wyoming, North Dakota, Texas, Mississippi, Tennessee, Georgia, South Carolina, West Virginia y Ohio.
Corre el riesgo de ser prohibido o restringido en 12 estados: Montana, Arizona, Nebraska, Kansas, Iowa, Wisonsin Michigan, Indiana, Pennsylvania, Virginia, North Carolina y Florida.
Y es legal en 20 estados: Washington, Oregon, Nevada, California, Alaska, Hawaii, Nuevo Mexico, Colorado, Minnesota, Illinois, Maryland, Delaware, New Jersey, Connecticut, Rhode Island, Massachusetts, New York, New Hampshire, Vermont y Maine, más el Distrito de Columbia.
En términos generales las prohibiciones y restricciones mayores ocurren en los estados con gobierno republicano y mayoría republicana en las legislaturas, y los índices más altos de pobreza. Por contraste, el aborto es legal o está sujeto a menos restricciones en los estados con gobierno y legislatura demócrata y niveles socioeconómicos más altos.
A pesar del clamor nacional –e internacional si se toman en cuenta las condenas expresadas por gobiernos y organizaciones de otros países – en realidad es poco lo que cambiará en las semanas y meses próximos en torno al aborto.
En los estados donde ya se ha promulgado la legislación del aborto no habrá restricciones añadidas y, de hecho, algunos gobernadores han indicado que cubrirán los costos para mujeres que viajen de otros estados para obtener un aborto.
En la mayoría de los estados con prohibición o restricciones onerosas de hecho ya quedaban pocas clínicas de abortos y las tasas de aborto inducido eran las más bajas del país.
La tasa nacional de abortos ha estado disminuyendo año tras año desde 1981, y han aumentado alternativas al aborto quirúrgico como las “píldoras de la mañana siguiente”, cuyo comercio por internet ahora se ha intensificado.
“El fin de Roe bien puede iniciar una era nueva en la cual EE.UU. tenga menos abortos y quienes busquen terminar sus embarazos viajen al estado más cercano donde sea legal u obtengan las píldoras después de una consulta ginecológica remota”, escribió Jim Geraghty en la revista conservadora National Review. “Esta posibilidad no es ni la distopia misógina sobre la cual hacen alharaca los pro-opción, ni la utopía que celebra los bebés y sustenta la familia en la cual quieren creer los adversarios del aborto”.