El gobierno se fabricó una nueva derrota política con el proyecto del segundo retiro de los fondos previsionales. Esta vez más estruendosa, desnudando la incapacidad y nulo realismo político del Ejecutivo al intentar frenar la iniciativa sin propuestas alternativas. 130 votos a favor de la iniciativa, 18 en contra y dos abstenciones. Más de dos tercios de la Cámara de diputados aprobó el proyecto y rechazó la mayoría de las indicaciones presentadas por parlamentarios oficialistas, inviabilizando cualquier intento del gobierno de recurrir al Tribunal Constitucional.
El gobierno se fabricó una nueva derrota política con el proyecto del segundo retiro de los fondos previsionales.
Más que un triunfo de la oposición es una derrota del gobierno, que debió contemplar como la mayoría de sus parlamentarios votando a favor del nuevo retiro, formulaban ácidas críticas a la errática conducción del Ejecutivo y la ausencia de un diseño para evitar un desastre previsible que deja en una muy precaria posición al ministro Secretario General de la Presidencia, a la titular del Trabajo y al ya cuestionado ministro de Hacienda.
Es muy difícil, por no decir imposible, que el Senado no apruebe, con modificaciones menores, el proyecto en segunda instancia, aunque existe una difundida convicción que no es la mejor alternativa para aliviar la situación de millones de chilenos que sufren extremas necesidades derivadas de la crisis social generada por la pandemia.
Es más que evidente que este nuevo retiro amenaza con dejar sin ahorros previsionales a cerca de cuatro millones de chilenos, que se suman a los cientos de miles que hoy reciben pensiones solidarias. Un problema mayor que, tarde o temprano, el Estado deberá asumir y que demandará cuantiosos recursos públicos que no están garantizados.
A falta de políticas proactivas del Estado, la mayoría intenta paliar su aflictiva situación recurriendo a sus ahorros previsionales, pensando que a futuro Dios o el Estado deberán proveer. Asumiendo además que los escuálidos ahorros de quienes agotaran sus fondos eran más que miserables para una pensión de subsistencia.
A falta de políticas proactivas del Estado, la mayoría intenta paliar su aflictiva situación recurriendo a sus ahorros previsionales, pensando que a futuro Dios o el Estado deberán proveer. Asumiendo además que los escuálidos ahorros de quienes agotaran sus fondos eran más que miserables para una pensión de subsistencia.
La gran pregunta es por qué la reforma del sistema de pensiones sigue trabada en el parlamento por tanto tiempo. Y la respuesta es simple. Porque el Ejecutivo no se abre a las propuestas opositoras, buscando un cambio integral del sistema fracasado a todas luces respecto de sus promesas originales.
Algo parecido sucede con el proyecto de presupuesto para el año próximo, en donde se manifiestan importantes discrepancias en torno a las prioridades sociales que debe incluir el proyecto.
El gobierno pareciera no entender la gravedad y profundidad de la crisis social que afecta a la mayoría de la población, desoyendo la recomendación de los organismos internacionales, que llamaban a gastar todo lo necesario para enfrentarla (cuidando de guardar los recibos). Son millones las familias chilenas que han visto reducidos sus ingresos a la mitad o carecen de ellos. Cientos de miles han perdido sus empleos o fuentes de ingresos, golpeando en extremo a los sectores más vulnerables y la llamada clase media emergente.
El acuerdo suscrito hace tan sólo unos meses entre el gobierno y la oposición para enfrentar la crisis e impulsar la reactivación económica ya no es suficiente, teniendo a la vista la prolongada emergencia sanitaria y lenta recuperación de los empleos perdidos. El país está en condiciones de hacer un esfuerzo mayor y ello debiera reflejarse en el proyecto presupuestario del año próximo.
El acuerdo suscrito hace tan sólo unos meses entre el gobierno y la oposición para enfrentar la crisis e impulsar la reactivación económica ya no es suficiente, teniendo a la vista la prolongada emergencia sanitaria y lenta recuperación de los empleos perdidos. El país está en condiciones de hacer un esfuerzo mayor y ello debiera reflejarse en el proyecto presupuestario del año próximo.
La agenda del último año y el gabinete de salida
El gobierno no tiene un diseño para enfrentar la compleja agenda política, económica y social en el año y medio que le resta de mandato. Sus prioridades parecen concentradas en un esfuerzo acotado de reactivación de la economía, no asumiendo que este objetivo está indisolublemente vinculado con las prioridades sociales que enfrenta el país, más allá de la pretensión de proyectar su coalición a futuro y entregar la banda presidencial a alguien de su propio sector.
Ciertamente no son aquellas las prioridades de la inmensa mayoría del país.
Por lo mismo parece más que urgente reponer un clima de diálogo y búsqueda de acuerdos no sólo entre los diversos actores políticos, incorporando a una diversidad de sectores sociales, atendiendo legítimas demandas básicas que surgen desde la realidad inocultable de la inmensa mayoría de la población, como el empleo, la salud, la educación y la previsión. Ciertamente la crisis social se constituye en una primera prioridad.
La designación de Rodrigo Delgado como nuevo ministro del Interior y jefe de gabinete, obedece más bien a una emergencia crítica que a un diseño político que, ciertamente, el Presidente Piñera aún está lejos de elaborar.
No basta con el intento- ya difícil- de ordenar al oficialismo cuando urge una agenda con nuevas prioridades para un acuerdo con la oposición y el movimiento social, que responda a las urgencias de la inmensa mayoría de la población.
La crisis sanitaria continúa siendo una prioridad para el país. Connotados epidemiólogos y científicos aseguran que las posibilidades de un rebrote de la enfermedad son inminentes, urgiendo una política pública de mayor previsión para no pisar la misma piedra con los lamentables resultados a la vista.
La crisis sanitaria continúa siendo una prioridad para el país. Connotados epidemiólogos y científicos aseguran que las posibilidades de un rebrote de la enfermedad son inminentes, urgiendo una política pública de mayor previsión para no pisar la misma piedra con los lamentables resultados a la vista.
El proceso constituyente, aprobado por una inmensa mayoría de los chilenos se suma a las prioridades del corto plazo. Chile quiere y requiere de una nueva Constitución redactada en una hoja en blanco (tan demagógicamente cuestionada en su esencia por los sectores más conservadores), que asuma la amplia diversidad política, social y cultural del país y abra el camino a las transformaciones que la mayoría ciudadana resuelva.
El proceso constituyente, aprobado por una inmensa mayoría de los chilenos se suma a las prioridades del corto plazo.
Las próximas elecciones de alcaldes, concejales, gobernadores regionales, senadores y diputados, así como de Presidente de la Republica, no debieran reducirse a una disputa mediática y repetida por liderazgos y hegemonías sin conectarse a propuestas que aborden las disyuntivas que enfrenta el país de cara al futuro. La restauración del orden neoliberal o una alternativa de cambios en una perspectiva progresista y democrática.
Ante ese horizonte están desafiadas las diversas coaliciones políticas, buscando representar a una amplia mayoría que demanda soluciones en el contexto de una crisis mayor que requiere de propuestas aún incipientes y precarias.
Ante ese horizonte están desafiadas las diversas coaliciones políticas, buscando representar a una amplia mayoría que demanda soluciones en el contexto de una crisis mayor que requiere de propuestas aún incipientes y precarias.