Ámbar y el animal oscuro. Por doctor Sergio Canals

por La Nueva Mirada

Cuando Ámbar nace, parece que Dios está enfermo.
Cuando muere, parece que la justicia está enferma.

El asesino, sí está enfermo.
¿Un sociópata?

“El hombre siempre ha asesinado (en algún momento), como si fuese natural”.

Personalidad Antisocial:

“Personas incapaces de cualquiera lealtad significativas a individuos, grupos o valores sociales. Son groseramente egoístas, insensibles, irresponsables, impulsivos e incapaces de sentir culpa o aprender de la experiencia y el castigo. Su tolerancia a la frustración es baja. Tienden a culpar a los otros o a ofrecer explicaciones plausibles de su conducta. Una historia de transgresiones legales o sociales repetidas no basta para justificar el diagnóstico”.

Incluye referencia a los rasgos narcisistas de estas personas.
Una carencia en el desarrollo del super yo.
Violentos con “empatía 0 negativa”.
Sin culpa, no hay arrepentimiento, y sin arrepentimiento, no hay cambios.

¿El mal encarnado? O ¿Sólo (in) humanos, demasiado (in) humanos?

¿Por qué estaba en libertad condicional? Negligencia legal.
Asesino y asesinada, unidos en la vida y en la muerte.
Algún día como espíritus, se encontrarán frente a frente en el infinito.

Ella, nunca pudo cumplir “lo que de niña prometió”.

Niña futuriza. Abierta al mundo. Juegos y fantasías. Potencia y posibilidades.
Su alma translúcida, era ambarina. De color amarillo anaranjado.
A los 4 años, inocente, disfrazada de carabinero, con su boca de niñita abierta, ojos algo tristes y anteojos de marco oscuro, miraba sorprendida y extasiada un futuro que nunca alcanzó.

Un futuro que nunca imaginó. Sueños que nunca alcanzó.

En medio de juegos, se empapó de dolores y sufrimiento. De penas y alegrías.

Murió esperando un padre y una madre.

Conoció el desamor y la violencia, donde debió existir un amor gratuito.

Ya adolescente, de pelo oscuro, con sus frenillos adornados con una sonrisa permanente y contagiosa, y cuando el tiempo embarazado de futuro parece infinito, declaró ingenua que quería entrar a Investigaciones.

Luego, temerosa, un día aciago, debió ir a la guarida del animal oscuro y sin misericordia, que no podía amar.

Su última mirada se llenó de miedo y horror oscuro. Nadie respondió a “ese grito en la habitación oscura”. Sola frente a la bestia que no perdona, bestia sin culpa, de alma oscura.

Desde los negros pozos del alma inconfesables, nació el vómito de deseo oscuro.

El cuerpo escupió, su martirio sobre un suelo de sangre, coagulado y oscuro.

Agonizó tres veces,
Miró a un cielo ciego y silencioso
esperando una respuesta.  
Mordió (enrabiada) las estrellas,
el sol y la luna.
Sola murió
con anteojos y frenillos.
Silencio de sepulcro.
Ya florecen las camelias.
Rubio es el estiércol.
Verde es el cadáver.
Globos blancos
Globos negros.
Entierro de furia.

Hoy dicen que la han visto como un fantasma de la noche, en la inmensa calle el vacío.

Envuelta en su sudario de encajes, con una camelia roja en su pelo azabache, baila hermosa con un celular en la mano.

Gusanos, arrastran tu nombre.
Ámbar, ceniza amarillenta.
Cruz sangrienta.
Dolor insepulto
en la losa del olvido.
¡Qué tristeza!
Aplasto una mosca
de un manotazo.

Colaboraron: Leopoldo María Panero, poeta, Simón Barón-Cohen, psicólogo, y Otto F. Kernberg, Psiquiatra.


Por doctor Sergio Canals L,
Psiquiatra

También te puede interesar

Deja un comentario