Jaime Gazmuri Mujica
Académico de la Universidad de Talca
La declaración del Foro Permanente de Relaciones Internacionales relativa a la reciente crisis ecuatoriana refleja muy fielmente la opinión de muchos latinoamericanos que temieron que los agudos enfrentamientos que se produjeron, principalmente en Quito, entre el movimiento indígena, acompañado de otras organizaciones sociales y las Fuerzas Armadas y policiales derivaran en un colapso institucional y un quiebre democrático.
De momento, la sabiduría de los dirigentes indígenas y de la sociedad civil ecuatoriana han obligado al Gobierno a sentarse en la mesa de negociación y a dejar sin efecto las medidas más impopulares del llamado paquetazo, de inocultable inspiración neoliberal.
En ella se “valorizan lo acuerdos alcanzados por el Gobierno y los representantes de los movimientos indígenas, así como la suspensión del Decreto 833 y la finalización del paro nacional”. Se critica la adopción por parte del Gobierno de Moreno de un duro ajuste exigido por el Fondo Monetario Internacional, que incluía el fin de los históricos subsidios a los combustibles, y que una vez más hace descargar sobre los sectores más vulnerable el costo de la crisis fiscal que afecta al país. Al mismo tiempo se apoya la demanda, planteada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, de investigar y sancionar los hechos de violencia cometidos por las fuerzas militares, policiales y por algunos grupos civiles de origen y propósitos hasta ahora desconocidos. De momento, la sabiduría de los dirigentes indígenas y de la sociedad civil ecuatoriana han obligado al Gobierno a sentarse en la mesa de negociación y a dejar sin efecto las medidas más impopulares del llamado paquetazo, de inocultable inspiración neoliberal. Sorprende el giro del Gobierno de Moreno y la tozudez en aplicar recetas económicas que castigan a las mayorías y se han demostrado una y otra vez ineficaces en todas partes. El severo conflicto que ha sacudido a la sociedad deja como saldo un Gobierno muy debilitado e inciertos escenarios de futuro. Ya comienza a tomar fuerza la idea de adelantar las elecciones.
En Perú, el Presidente Vizcarra resolvió clausurar el Congreso con argumentos jurídicos discutibles y convocar a nuevas elecciones. Cuenta para ello, según todos los sondeos, con un fuerte apoyo en la opinión pública.
No es Ecuador, sin embargo, el único país de la región que enfrenta crisis políticas y sociales más o menos agudas. En Perú, el Presidente Vizcarra resolvió clausurar el Congreso con argumentos jurídicos discutibles y convocar a nuevas elecciones. Cuenta para ello, según todos los sondeos, con un fuerte apoyo en la opinión pública. Pero no dejó de ser llamativo que el día en que Vizcarra firmó el Decreto de cierre del Congreso, la foto de portada fue su reunión con los altos mandos de las Fuerzas Armadas en el Palacio Pizarro.
La foto de portada fue su reunión con los altos mandos de las Fuerzas Armadas en el Palacio Pizarro.
En Bolivia la oposición ya anunció que si Evo Morales gana la elección del próximo fin de semana, no reconocerá su triunfo, ya que habría quebrantado la Constitución, al no respetar el referéndum en que se impuso la opción que impedía una tercera reelección, sin perjuicio de que el Tribunal Constitucional la validara.
En Bolivia la oposición ya anunció que si Evo Morales gana la elección del próximo fin de semana, no reconocerá su triunfo.
La crisis venezolana no tiene visos de una solución que permita el pleno restablecimiento de la democracia en el país por la vía de un acuerdo nacional. El desplome de la economía sigue provocando un éxodo poblacional nunca visto en América del Sur, y sometiendo a otros países a una creciente presión sobre sus capacidades para acoger y proteger a los millones de migrantes venezolanos. La agresiva política de Trump, al convocar al TIAR y amenazar con un bloqueo total a Venezuela, no hará sino agravar las penurias de su pueblo y dificultar una salida negociada. El anuncio del Canciller chileno apoyando tal bloqueo contraviene la política histórica de Chile, que se opuso al bloqueo a Cuba, y es una nueva manifestación de las dificultades para que América Latina asuma una posición independiente para enfrentar sus propios problemas.
La agresiva política de Trump, al convocar al TIAR y amenazar con un bloqueo total a Venezuela, no hará sino agravar las penurias de su pueblo y dificultar una salida negociada. El anuncio del Canciller chileno apoyando tal bloqueo contraviene la política histórica de Chile, que se opuso al bloqueo a Cuba, y es una nueva manifestación de las dificultades para que América Latina asuma una posición independiente para enfrentar sus propios problemas.
Brasil tampoco goza de buena salud. La encabeza un mandatario que manifiestamente no comparte principios democráticos elementales, lo que sin duda es un factor que debilita aquella cultura y la convivencia civil, así como la institución que debe conducir. Pero, además, cada vez son más y más amplias las voces que denuncian y prueban la gravísima intromisión de una parte del poder judicial en el impeachment que dio término al Gobierno de Dilma Rousseff y en la condena judicial a Lula, impidiéndole postularse en la última elección presidencial, torciéndose de este modo no solo la voluntad popular, sino el destino político del país.
Brasil tampoco goza de buena salud. La encabeza un mandatario que manifiestamente no comparte principios democráticos elementales, lo que sin duda es un factor que debilita aquella cultura y la convivencia civil, así como la institución que debe conducir.
El escenario político, económico y social de América Latina ha sufrido un evidente deterioro respecto de los últimos 30 años de la historia reciente.
El fin de las llamadas dictaduras de Seguridad Nacional que comenzó a mediados de los 80 dio paso a un vasto movimiento democratizador que abarcó a toda la región. Como nunca en su historia pudo constatarse que regímenes democráticos dominaban todo el escenario.
La primera década de siglo XXI, especialmente en América del Sur, se vivió un periodo de fuerte crecimiento, inducido inicialmente por el alto precio de los commodities, provocado por la fuerte demanda china. La existencia de una ola de Gobiernos progresistas de diverso signo produjo un proceso de drástica disminución de la pobreza y de una más lenta de la desigualdad. Millones de latinoamericanos superaron su condición de pobreza.
La primera década de siglo XXI, especialmente en América del Sur, se vivió un periodo de fuerte crecimiento, inducido inicialmente por el alto precio de los commodities, provocado por la fuerte demanda china. La existencia de una ola de Gobiernos progresistas de diverso signo produjo un proceso de drástica disminución de la pobreza y de una más lenta de la desigualdad. Millones de latinoamericanos superaron su condición de pobreza.
Estos procesos fueron acompañados de importantes progresos en el fortalecimiento de la integración latinoamericana, especialmente en el terreno político. La creación de UNASUR y de CELAC fueron sus principales expresiones institucionales.
Las tres mayores economías de la región, o están en recesión como Argentina, o creciendo a ritmos cercanos al 1% como la mexicana y la brasileña.
Estos avances están hoy día cuestionados. Las tres mayores economías de la región, o están en recesión como Argentina, o creciendo a ritmos cercanos al 1% como la mexicana y la brasileña. Los progresos sociales, consecuentemente, están también amenazados: volver a vivir en la pobreza es una posibilidad para millones de latinoamericanos. Como hemos visto, los acuerdos institucionales del periodo de la democratización en muchos países atraviesan una crisis evidente. Todos los esquemas de integración están paralizados como CELAC, destruidos como UNASUR, o con severos problemas de proyección futura como MERCOSUR.
La alineación retórica, y muchas veces práctica, de un país tan importante como Brasil con la política internacional de Trump dificulta al extremo, hoy día, todos los procesos posibles de convergencia en política exterior de América Latina.
La alineación retórica, y muchas veces práctica, de un país tan importante como Brasil con la política internacional de Trump dificulta al extremo, hoy día, todos los procesos posibles de convergencia en política exterior de América Latina.
En este escenario, como en otros momentos críticos de nuestra historia, parece indispensable reconstruir una perspectiva con política internacional común entre Gobiernos, fuerzas políticas, sociales y culturales democráticas y progresistas de nuestra región.