Este artículo se proponía inicialmente – antes de la invasión rusa a Ucrania – analizar los desafíos que el contexto internacional representaba para los gobiernos latinoamericanos surgidos y por surgir eventualmente en la llamada segunda ola de la izquierda regional. Y el momento de su publicación en La Mirada Semanal estaba previsto para la esperada victoria electoral de Gabriel Boric en Chile, cuya consolidación republicana del jueves 11 de marzo remeció política y emocionalmente a la mayoría de los chilenos y está teniendo efectos inesperados en otros países latinoamericanos.
La invasión rusa a Ucrania aún en desarrollo -que el país agresor denomina “operación militar especial”- y principalmente sus múltiples formas, ramificaciones y efectos, obliga a cualquier analista de la política latinoamericana actual a iniciar su trabajo con el complejo examen de los efectos de una guerra no finalizada y situada en territorio europeo, pero cuyos alcances se pueden apreciar ya a nivel global en el agravamiento de la crisis económica provocada por la pandemia así como en los inicios de un “nuevo desorden mundial”, de vastos y aún imprecisos alcances.
Al elegir el título de este artículo, que pretende convertirse en una serie de seis, tropecé con un libro de ese extraordinario intelectual que fue Tzvetan Todorov, a quien Stanley Hoffman llama “ un hombre del Renacimiento” en el prólogo de libro que Todorov escribiera en 2003 a raíz de la llamada guerra de Irak y que titulara precisamente “El nuevo desorden mundial”. Muchas de las reflexiones de Todorov relativas a la Unión Europea y a la OTAN, así como sobre la forma inteligente como civilizada de reaccionar ante el uso ilegal e ilegítimo de la fuerza por el gobierno de los Estados Unidos, una de las dos potencias contendientes en una Guerra Fría cuya finalización parecía consolidada, readquieren su vigencia hoy, ante similar uso ilegal e ilegítimo de la fuerza por parte de Rusia en pleno continente europeo.
Caer en la cuenta de que ambas aventuras bélicas – iniciadas en la primera y segunda década del siglo XXI por las potencias que tuvieron en ascuas a la humanidad durante medio siglo con la “tranquilizadora” doctrina de la DMA ( Destrucción Mutua Asegurada)- han sido igualmente violatorias del Derecho Internacional, de la Carta de las Naciones Unidas, de las normas del Derecho Internacional Humanitario y que han constituido amenazas a la paz mundial no es tarea sencilla hoy.
La impresionante ofensiva mediática impulsada desde Estados Unidos destacando en todos los medios de comunicación la barbarie real de la invasión rusa a Ucrania, tan real como la barbarie de las tropas norteamericanas en Irak, tiene como resultado que se difuminen las escasas imágenes negativas disponibles de la invasión a Irak y se olviden las flagrantes violaciones de Estados Unidos a la Carta de las Naciones Unidas incluso en Chile, que bajo la Presidencia de Ricardo Lagos se negara a dar su voto favorable a la invasión norteamericana a Irak.
Como búlgaro y hombre europeo de su época, Todorov vivió en ambos lados de lo que se llamaba “la Cortina de Hierro” durante la Guerra Fría. Vivió también en los Estados Unidos, y como destacado representante de la cultura occidental se sintió obligado a reflexionar sobre la desorganización del orden internacional post Guerra Fría que tras la guerra de Irak él visualizaba como un “nuevo desorden mundial”. Escritor, profundo conocedor de la historia, la psicología y la antropología, crítico literario y lingüista, decidió escribir sobre los efectos de una guerra que, si bien no se desarrolló en Europa, tendría efectos profundos políticos, estratégicos y culturales sobre ese continente. Muchas de sus reflexiones sobre ese tema conservan plena vigencia, según lo que analizaremos en el artículo siguiente, poniendo el acento en la importancia de la situación de Europa en relación a los Estados Unidos y la influencia de ambas regiones en la América Latina que despunta en el horizonte.