En su libro de microrrelatos, la escritora argentina hace lo propio con cuentos que buscan que el lector complete un viaje pleno con historias fantásticas protagonizadas por sirenas, pájaros azules, criaturas mitológicas, Van Gogh, paraísos, bellezas y espectros horripilantes, entre muchos otros personajes.
En un mundo gobernado por Whatsapp, Facebook, Instagram, Twitter y redes sociales en general, predomina lo breve, lo rápido e instantáneo. Al parecer los lectores ya no quieren ganar espacios y tener más de cinco minutos para leer, observar y reflexionar. En ese entorno, el microcuento o microrrelato parece tomar cada vez más forma y fuerza, penetrar con ganas en los poderosos bríos que arrastra la inmediatez, la belleza de lo breve. Son muchos los escritores famosos y no tan conocidos los que han incursionado en este género, pero existe una mujer que, para mi gusto, se gana todos los pergaminos con sus textos pequeños, potentes y vigorosos. Se trata de la argentina Ana María Shua (1951), la reina de los microcuentos en Hispanoamérica. Es autora de obras como “La sueñera”, “Botánica del caos”; “Casa de Geishas” “Cazadores de letras” y “Fenómenos de circo”, entre otros.
En “Temporada de fantasmas”, publicado en 2004 y con una segunda edición en 2020, la escritora hace lo propio con un libro que busca que el experto observador de fantasmas opte por una mirada indiferente sin tratar de apropiarse, como ella dice, de un significado evanescente con palabras translúcidas como las medusas del sentido. Lo de Shua es un viaje pleno que, en casi ciento treinta relatos, va descubriendo las necesidades intrínsecas del ser humano. Los cuentos son cortos, algunos muy cortos, de un máximo de media página, pero en ellos se construyen historias fantásticas de sirenas, pájaros azules, criaturas mitológicas, Van Gogh, paraísos, bellezas y espectros horripilantes.
La gracia de Shua, exitosa escritora de novelas y de textos para niños, es que sabe cuándo rematar y expresar, en la última línea de sus microrrelatos, un desenlace brutal y poderoso, capaz de entregar una vuelta de tuerca bien pensada que obliga al lector a releer sus historias una y otra vez. En este caso, son los fantasmas los que acompañan a la autora, subiendo y bajando por las palabras, balanceándose sobre reflexiones y emociones. El libro se divide en secciones: la primera de ellas se llama “En pareja”, después viene “Misterios de la ficción”, le siguen “De la vida real”, “Capricho divino”, “Enfermedades”, “Otros pueblos, otros mitos”, “Dormir, soñar”, “De la galera” y “El desorden sobrenatural de las cosas”. En todas ellas permanece la mirada docta de Ana María, la reflexión fija y segura, el estudio profundo de cada palabra, cada momento, la búsqueda de la perfección en sus cuentos. En “Temporada de fantasmas” no hay nada tirado al voleo, cada punto, cada coma tiene una razón de ser con instantes e historias que invitan a respirar y a vivir en mundos ajenos.
El que no tuvo infancia
Este hombre nunca fue niño, decía la gente. Y tenían
razón. Producto de un embarazo prolongado, nació a los
veinticinco años, en un parto trabajoso y fatal.
El cuento anterior forma parte del segmento “El desorden sobrenatural de las cosas”. Es quizás uno de los más breves del libro y demuestra el talento de Shua. En pocas líneas la autora construye una historia que, en este caso, se define en la última palabra. La emoción se acaba con un disparo rápido y certero al arco contrario. En búsqueda de la trascendencia, el microrrelato tiene la facultad de indagar siempre en el alto impacto de las letras, el prodigio que ayuda a ver un poco más allá del horizonte. En “Temporada de fantasmas”, Ana María Shua logra abrir estos espacios y traspasar la delgada línea que separa la realidad del temor y también de los sueños.