La realidad argentina no calza con ninguno de los patrones tradicionales de la política. El justicialismo, que reconoce en Juan Domingo Perón su líder histórico, más que un partido es un misterio, albergando diversas corrientes políticas, desde la derecha hasta la ultra izquierda, ha mostrado una enorme capacidad de sobrevivencia, entrando y saliendo del gobierno, al cual siempre aspira a volver. Los gobiernos no justicialistas, en reiterados casos no han podido culminar sus mandatos ó han debido resignarse a devolver el poder a peronistas de distinto signo.
El justicialismo, que reconoce en Juan Domingo Perón su líder histórico, más que un partido es un misterio, albergando diversas corrientes políticas, desde la derecha hasta la ultra izquierda, ha mostrado una enorme capacidad de sobrevivencia, entrando y saliendo del gobierno, al cual siempre aspira a volver.
La derecha no peronista, al igual que la izquierda, siempre constituyó una minoría testimonial, en tanto que los radicales, el otro partido tradicional, adversario histórico del justicialismo, junto a Lilia Carrió, optó, en la última contienda electoral, por integrar una alianza con el PRO, liderado por Mauricio Macri, quién triunfó luego de la fractura del justicialismo y la debacle del kirchnerismo, con la promesa de enderezar la economía y retomar la senda del crecimiento.
El fracaso económico del gobierno de Macri
No deja de ser curioso que Mauricio Macri, que disfrutó de un extendido y prolongado “período de gracia”, se mantenga con una buena opción para alcanzar su reelección, sin haber logrado la prometida reactivación económica, con sus costosas políticas de ajustes y el generoso apoyo del FMI, de triste memoria para los argentinos, que aportó un millonario crédito para afrontar la crónica escases de divisas.
Cualquier otro gobierno habría enfrentado una contundente movilización y protesta social, como sucediera en el pasado, liderada por el poderoso movimiento sindical y los famosos “piqueteros”, mayoritariamente controlados por la oposición. Aquello sucedió en una escala significativa pero insuficiente para jaquear al gobierno y ponerlo al borde de su dimisión. Durante estos tres años el gobierno de Macri puede jactarse de haber sorteado, pese a la crisis, lo más complejo del descontento social.
Aunque la economía argentina registra índices negativos – el PIB ha caído un 1,3 % en estos tres años de mandato, la inflación suma más de un 160% de incremento, la pobreza se mantiene sobre un 30 %, su deuda externa se incrementa en más de 100.000 millones de dólares, cae la inversión en más de un 9 %, y la cotización de la moneda norteamericana supera los 40 pesos por dólar (casi un 300 % respecto del año 2015) – Macri sigue teniendo la mejor opción para alcanzar la reelección en las elecciones de fines de este año.
Aunque la economía argentina registra índices negativos – el PIB ha caído un 1,3 % en estos tres años de mandato, la inflación suma más de un 160% de incremento, la pobreza se mantiene sobre un 30 %, su deuda externa se incrementa en más de 100.000 millones de dólares, cae la inversión en más de un 9 %, y la cotización de la moneda norteamericana supera los 40 pesos por dólar (casi un 300 % respecto del año 2015) – Macri sigue teniendo la mejor opción para alcanzar la reelección en las elecciones de fines de este año.
Cristina Fernández, acosada por la justicia
En buena medida todo lo anterior se explica por el hecho que la principal alternativa para suceder a Macri, sea Cristina Fernández, la aparentemente incombustible viuda de Néstor Kirchner, a quien la mayoría de los argentinos responsabiliza de la profunda crisis económica, así como de escandalosos casos de corrupción y enriquecimiento ilícito que la comprometen a ella y su familia, incluyendo al fallecido mandatario y sus hijos.
Las evidencias de lavado de dinero y enriquecimiento ilícito de la familia Kirchner- Fernández, acumuladas por la justicia en numerosos procesos que la incriminan, son abrumadoras y contundentes. Así consta en los famosos cuadernos en donde un chofer documentaba la recolección de coimas y sobornos, los testimonios de ex colaboradores acogidos a la figura de colaboración eficaz- entre ellos el ex contador la de familia- entregando pormenorizados antecedentes de los mecanismos y la ruta del llamado “dinero K”. Y aún están frescas en la memoria, no tan sólo de los argentinos, las imágenes de un ex subsecretario ingresando bolsones de dólares, euros y yuanes a un convento.
En buena medida todo lo anterior se explica por el hecho que la principal alternativa para suceder a Macri, sea Cristina Fernández, la aparentemente incombustible viuda de Néstor Kirchner, a quien la mayoría de los argentinos responsabiliza de la profunda crisis económica, así como de escandalosos casos de corrupción y enriquecimiento ilícito que la comprometen a ella y su familia, incluyendo al fallecido mandatario y sus hijos.
Sin embargo, pese a todas estas evidencias, numerosos procesos judiciales y dos órdenes de prisión preventiva en contra de la ex mandataria, Cristina Kirchner se mantiene como la principal opción para suceder a Macri, en un inquietante empate técnico, según las encuestas, mientras sus fieles partidarios sostienen que todas las acusaciones en su contra hacen parte de una conspiración del actual gobierno, en connivencia con el poder judicial, para impedir su retorno al poder.
No hay muchas dudas que en las próximas elecciones primarias obligatorias (PASO) de mediados de año la coalición oficialista designará a Mauricio Macri nuevamente como su candidato presidencial ( a pesar que la actual gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal aparece mejor posicionada en las encuestas), en tanto que el kirchnerismo hará lo propio con Cristina Fernández.
Sin embargo, pese a todas estas evidencias, numerosos procesos judiciales y dos órdenes de prisión preventiva en contra de la ex mandataria, Cristina Kirchner se mantiene como la principal opción para suceder a Macri, en un inquietante empate técnico, según las encuestas, mientras sus fieles partidarios sostienen que todas las acusaciones en su contra hacen parte de una conspiración del actual gobierno, en connivencia con el poder judicial, para impedir su retorno al poder.
Hasta ahora no aparece como demasiado relevante lo que resuelva el peronismo oficial o el disidente representado por Sergio Massa, cuyos candidatos no aparecen con verdaderas posibilidades de competir con Mauricio Macri o Cristina Fernández. Más relevante es lo que está sucediendo con las elecciones de gobernadores programadas a lo largo del año, que no han sido muy favorables al oficialismo pero tampoco para el Kirchnerismo, tendiendo a favorecer a líderes locales, justicialistas o independientes. Y como no, las elecciones legislativas que apuntan a una renovación parcial del Senado y la Cámara de Diputados.
¿Entre el cáncer y el SIDA?
Este escenario enfrenta a los argentinos a una disyuntiva no exenta de dramatismo: Proyectar al actual gobierno, que no ha logrado ninguno de los objetivos que comprometió durante la pasada campaña presidencial, hacia un nuevo mandato, con una economía en retroceso, inflación desbocada, alto endeudamiento e índices de pobreza, en medio de un fuerte malestar social y desconfianza de los sectores productivos, o permitir el retorno, en gloria y majestad, de Cristina Fernández y las huestes kirchneristas, blanqueando, de paso, los actos de corrupción e inhibiendo la acción de la justicia.
Este escenario enfrenta a los argentinos a una disyuntiva no exenta de dramatismo: Proyectar al actual gobierno, que no ha logrado ninguno de los objetivos que comprometió durante la pasada campaña presidencial, hacia un nuevo mandato, con una economía en retroceso, inflación desbocada, alto endeudamiento e índices de pobreza, en medio de un fuerte malestar social y desconfianza de los sectores productivos, o permitir el retorno, en gloria y majestad, de Cristina Fernández y las huestes kirchneristas, blanqueando, de paso, los actos de corrupción e inhibiendo la acción de la justicia.
Argentina no es un país pobre. Muy por el contrario, es un país rico, con vastas extensiones agrícolas y enormes recursos naturales, que conoció pasados esplendores. Pero es un país muy desigual, con altos índices de pobreza, una corrupción sistémica y creciente niveles violencia y crimen organizado.
Un país que requiere de profundas transformaciones en su matriz económica (la actividad agrícola no alcanza para sostener su desarrollo), en donde debe ajustar sus cuentas fiscales para financiar gastos permanentes con ingresos permanentes, evitar el proteccionismo para abrir su economía, recorrer los caminos de la integración regional, incrementar la recaudación fiscal (la evasión es un deporte nacional) y cerrar los caminos a la corrupción.
Son desafíos mayores. Tanto para el actual oficialismo, que basó su apuesta en un esquema neo liberal y de mercado, confiando en recuperar la confianza de los inversionistas extranjeros y la lealtad de sectores empresariales, acostumbrados al clientelismo y la captura del Estado para hacer sus negocios, con escasas potencialidades para competir en una economía abierta, como para el propio Kirchnerismo, sus políticas populistas y prácticas corruptas.
Son desafíos mayores. Tanto para el actual oficialismo, que basó su apuesta en un esquema neo liberal y de mercado, confiando en recuperar la confianza de los inversionistas extranjeros y la lealtad de sectores empresariales, acostumbrados al clientelismo y la captura del Estado para hacer sus negocios, con escasas potencialidades para competir en una economía abierta, como para el propio Kirchnerismo, sus políticas populistas y prácticas corruptas.
La conducción económica del actual gobierno ha sido más que errática para pasar de una política de shock buscando un ajuste económica rápido, a una mucho más gradual, por los obvios condicionamientos políticos y el costo social que ello implicaba. No logró consolidar un clima de confianza con los agentes productivos y menos con los inversionistas extranjeros y su apuesta de recurrir el FMI es arriesgada pues implica costos y restricciones.
Hoy en día, la principal fortaleza de Macri, más que su propio relato o proyecto, que explicaría su posicionamiento en las encuestas, es que representa el antikirchnerismo, que bien pudiera ser mayoría en ese país. Pero es un sector muy diverso y contradictorio, en donde se puede incluir a parte del justicialismo, oficial y disidente, al sector empresarial, un sector de capas medias, y poco más.
Cristina Fernández, pese a todas las acusaciones en su contra, sigue teniendo el apoyo mayoritario del pueblo peronista, de aquellos famosos descamisados de los que hablaba Perón. De una parte del poderoso movimiento sindical, además de los sectores que se vieron beneficiados por políticas populistas implementadas por el gobierno kirchnerista, que los ayudaron a sobre o mal vivir, con múltiples subsidios y medidas asistencialistas, y que siguen creyendo en el mítico “proyecto”, que nunca se objetivó y que muchas veces fuera traicionado por la burocracia kirchnerista. Y esa es una fortaleza que Macrí no tiene y probablemente nunca tendrá.
Como diría Vargas Llosa, es como elegir entre el cáncer y el SIDA. No son perspectivas muy alentadoras de cara a las próximas elecciones de fin de año. Pero es lo que hay. Como para llorar por Argentina.
Como diría Vargas Llosa, es como elegir entre el cáncer y el SIDA. No son perspectivas muy alentadoras de cara a las próximas elecciones de fin de año. Pero es lo que hay. Como para llorar por Argentina.