Sergio Molina Monasterios
La comedia de equivocaciones en que se ha convertido la política boliviana no deja de dar nuevos episodios y gags que serían graciosos en la ficción, pero que se convierten en esperpénticos en la vida real.
Un blog de investigadores del MIT que se publica en el Washington Post recientemente, sostiene que no hubo fraude en las elecciones pasadas (aquellas que fueron anuladas y que desencadenaron el golpe de Estado que terminó con el mandato de Evo Morales meses atrás). De esa forma se ponía en entredicho la auditoría de la OEA que el 10 de noviembre del año pasado habría detectado irregularidades en el proceso electoral boliviano.
De esa forma se ponía en entredicho la auditoría de la OEA que el 10 de noviembre del año pasado habría detectado irregularidades en el proceso electoral boliviano.
Como coinciden muchos analistas, en ese entonces, ese informe se convirtió en el tiro de gracia al gobierno de Evo Morales. La OEA al declarar que hubo “manipulación dolosa”, sepultó cualquier posibilidad de validar esa elección, lo que fue visto por México como un exceso por lo que pidió al organismo que coteje su informe con el del MIT (lo cual provocó la protesta del Gobierno transitorio boliviano).
El análisis de los dos expertos del Laboratorio de Ciencias y Datos Electorales del MIT, John Curiel y Jack R. Williams, afirman que «no hay ninguna evidencia estadística de fraude que podamos encontrar: las tendencias en el conteo preliminar, la falta de un gran salto en el apoyo a Morales después del alto y el tamaño del margen de Morales parecen legítimos. En general, el análisis estadístico y las conclusiones de la OEA parecerían profundamente defectuosos».
En general, el análisis estadístico y las conclusiones de la OEA parecerían profundamente defectuosos».
Días después, Gerardo de Icaza, director del Departamento para la Cooperación y Observación Electoral de la OEA, defendió su institución y el informe que detectó fraude, manteniendo su postura de que fue imposible validar los resultados de las elecciones que, según el Tribunal Supremo Electoral, le dieron la victoria al MAS con el 47% de los votos, seguido de la alianza Comunidad Ciudadana de Carlos Mesa, con el 36,5%, lo que le permitía a Morales ganar en primera vuelta (en caso de no tener la mitad más uno, es suficiente ganar con más del 40% y por más de 10 puntos en relación con el segundo, como reza la Constitución). “El mencionado artículo contiene múltiples falsedades, inexactitudes y omisiones”, respondió.
Al margen de los datos y los informes hay dos discursos circulares que no tienen puntos de encuentro: la polémica entre quienes afirman que hubo un desconocimiento de la voluntad popular y un golpe de Estado, frente a quienes sostienen que fue una rebelión popular contra la tiranía, a lo más tienen más ingredientes para añadir al caldero caliente en que se ha convertido la política boliviana.
Al margen de los datos y los informes hay dos discursos circulares que no tienen puntos de encuentro: la polémica entre quienes afirman que hubo un desconocimiento de la voluntad popular y un golpe de Estado, frente a quienes sostienen que fue una rebelión popular contra la tiranía, a lo más tienen más ingredientes para añadir al caldero caliente en que se ha convertido la política boliviana.
Eso sí, la polémica deslegitima parte del discurso central del oficialismo boliviano y de las distintas fuerzas de derecha que se disputan las simpatías populares. Es que una vez derrocado Morales, (única argamasa que mantenía unida a la oposición), los intereses de estos grupos se han manifestado irreconciliables.
El principal de ellos, el que comanda la presidenta provisional, Jeanine Añez, quien decidió participar en las elecciones, afirmando que no hará campaña en horario de trabajo (¡como si un presidente pudiera dejar de serlo después de las 6 de la tarde!) y cuyo mayor logro es haber conseguido a un empresario del cemento y eterna promesa de la política neoliberal como candidato a vicepresidente. Además, claro está, de desarmar las intenciones de Luis Fernando Camacho, el joven dirigente de la ultraderecha cruceña que ha reconocido sin pudor alguno que su familia tocó reiteradamente las puertas de los cuarteles para derrocar a Morales.
Pero los errores de principiante de Camacho, su ingenuidad infantil y la candidatura de Añez, están haciendo naufragar sus posibilidades y ya hay muchas voces sensatas de la derecha que le piden que de un paso al costado.
Pero los errores de principiante de Camacho, su ingenuidad infantil y la candidatura de Añez, están haciendo naufragar sus posibilidades y ya hay muchas voces sensatas de la derecha que le piden que de un paso al costado.
El tercero en discordia es Carlos Mesa, quien parecería no interesarle demasiado el triunfo, pero que sigue siendo el político más racional de los que se disputan los votos de la oposición a Morales.
Por su parte el MAS sigue sólido liderando las encuestas y según todas las que se conocen ganará en primera vuelta, aunque es poco probable que lo haga en la segunda, ante una oposición unida contra lo que considera el mal mayor: el retorno de Morales a la política boliviana. Por lo que su única chance es ganar con más del 40% de los votos y con más de 10 puntos de diferencia con el segundo en disputa.
Pero en cualquier escenario, controlará el Congreso y con eso tendrá mucho más poder del que el establishment le quiere permitir. Por lo pronto no será candidato a senador como quería desde su exilio en Argentina porque la Constitución que él mismo aprobó impide la elección de alguien que no resida en el lugar al que se quiere representar y Morales no cumplía esa condición, lo que le valió su inhabilitación.
Pero en cualquier escenario, controlará el Congreso y con eso tendrá mucho más poder del que el establishment le quiere permitir.
El MAS tiene de candidato a Luis Arce Catacora, ex ministro de Economía y artífice del crecimiento, redistribución y de la estabilidad macroeconómica que caracterizó a Bolivia en los últimos 14 años (con el imprescindible auxilio de la bonanza que se vivió en ese mismo periodo), y por David Choquehuanca, ex canciller de la República, con fuerte ascendencia sobre los movimientos campesinos e indígenas bolivianos.
Peor aún, en el caso de que el MAS ganara en las elecciones de mayo, el discurso que se ha impuesto en la sociedad boliviana es el de la refundación (una tentación a la que ningún populista se ha resistido); una refundación conservadora y de las elites blancas urbanas que debe arrasar con el estatismo redistribuidor de rentas y la inclusión plurinacional campesina e indígena.
si antaño el MAS lo hacía en nombre del pueblo y contra la oligarquía, hoy la “resistencia” como se autodenomina, lucha a como dé lugar por restaurar el orden conservador de los 90s.
El movimiento contrarrevolucionario urbano que se gestó en estos meses no parece retroceder, se trata de un movimiento que comenzó democrático pero que tiene el revanchismo y el descabezamiento como principales consignas y que está cometiendo con mucha mayor rapidez los mismos errores que le reclamaban a Morales, imponiendo una nueva hegemonía sin importar el costo: si antaño el MAS lo hacía en nombre del pueblo y contra la oligarquía, hoy la “resistencia” como se autodenomina, lucha a como dé lugar por restaurar el orden conservador de los 90s.