Faltando la segunda vuelta del próximo 29 de noviembre, las recientes elecciones municipales arrojan resultados contradictorios. Jair Bolsonaro sale debilitado luego que la mayoría de los candidatos que apoyó (no demasiados) perdieran, pero no es claro que ello ponga en riesgo su reelección el 2022.
Los verdaderos ganadores son los partidos que integran el denominado “centrao” o centro político, que de centro tiene poco. Más bien son partidos de derecha o centro derecha, que tradicionalmente establecen alianzas de convivencia con el poder, sea de derecha, centro o izquierda, a cambio de prebendas o cargos que administren presupuestos, en donde puedan acrecentar su influencia y lucrar.
Los verdaderos ganadores son los partidos que integran el denominado “centrao” o centro político, que de centro tiene poco.
Es un centro difuso, integrado por un amplio conjunto de partidos de muy diversas denominaciones. El núcleo duro está integrado por el Partido Liberal (PL), el Partido Progresista (PP), el Partido Social demócrata (PSD) – no confundirlo con el PSDB liderado por Fernando Henrique Cardoso – Solidariedade y Avance. A ellos se suman otras agrupaciones, como los Republicanos (PR) y el partido laborista brasileño (PTB) que, en conjunto, pasaron de controlar el 37 % de los municipios al 42 % en las recientes elecciones,
Y está el poderoso Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). El partido bisagra por excelencia, el único partido de “oposición” que fue tolerado por la dictadura militar, en donde milita el expresidente Michel Temer, que ha hecho alianzas con todos los gobiernos, incluido los del PT y que sin embargo impulsaron la destitución de Dilma Rousseff. Si bien el MDB perdió 253 alcaldes, mantiene mayoría con 774 municipios.
Se suma el partido de los demócratas (DEM) que se negara a colaborar con el PT durante sus administraciones, pero que hace parte de este llamado centrao ampliado, que tras estas elecciones pasa a controlar casi el 70 % de los municipios.
Los grandes perdedores de la elección municipal
Es claro que el Partido de los Trabajadores es uno de los grandes perdedores en esta elección municipal. De controlar 632 municipios el año 2012, bajó a 211 el año 2016 para quedar reducido a 179 municipios en el 2020. Una caída que parcialmente capitaliza el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), una escisión del PT.
El otro es el PSDB, cuyo líder histórico es el ex presidente Frenando Henrique Cardoso. La ciudadanía sigue culpando a ambos partidos por la crisis política que vive ese país y aunque el centrao no escapa de esa responsabilidad los electores no parecen compartirlo.
La segunda vuela de las elecciones municipales previstas para el próximo 29 de noviembre no deparará grandes sorpresas en los Estados más grandes como San Pablo, en donde debiera gana el candidato del PSDB Bruno Covas, que alcanzó el 32,58 % de los votos en primera vuelta, contra el 21,8 % de Guilherme Boulos del PLSOL.
En Río de Janeiro el candidato Eduardo Paes, del derechista partido demócrata (DEM) superó al candidato apoyado por Bolsonaro, el evangélico Marcelo Crivelli, por más de 15 puntos y debiera ganar la segunda vuelta.
El centrao y las elecciones del 2022. El oscuro objeto del deseo
En las pasadas elecciones presidenciales el centrao apoyó formalmente la candidatura de Geraldo Alckmin, del Partido Social Demócrata Brasileño. Sin embargo, fue Jair Bolsonaro quién masivamente recibió las preferencias de este sector, permitiéndole imponerse en segunda vuelta con más del 55 % de los votos. Algo que el actual mandatario aspira a reeditar de cara a las próximas elecciones presidenciales. A menos que el ahora apetecido centrao levante una alternativa propia.
Algo que el actual mandatario aspira a reeditar de cara a las próximas elecciones presidenciales. A menos que el ahora apetecido centrao levante una alternativa propia.
Es más que evidente que Jair Bolsonaro, que renunciara a su pequeño partido de origen, necesita del apoyo de los partidos que integran este centro ampliado, aun cuando deba pagar un precio mayor por ello.
No sólo deberá entregar mayores prebendas al amplio espectro que integra el llamado centrao, en su versión ampliada, como lo ha venido haciendo desde hace un tiempo, evidenciando la corrupción y extrema fragmentación del sistema político, que condiciona a coaliciones unidas tan sólo por mutua conveniencia, sin grandes consensos en su interior como ocurrió en los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff, aliados con el MDB y otros partidos “instrumentales”.
De igual manera Bolsonaro deberá moderar su discurso anti partidos y sus conductas ante el Congreso y el Tribunal Supremo. Así como su prédica demagógica en contra de la corrupción, cuando crecen graves acusaciones que involucran a sus hijos en el mismo pecado. Todo ello urgido por su pretensión de mantenerse en el gobierno.
De igual manera Bolsonaro deberá moderar su discurso anti partidos y sus conductas ante el Congreso y el Tribunal Supremo. Así como su prédica demagógica en contra de la corrupción, cuando crecen graves acusaciones que involucran a sus hijos en el mismo pecado.
Ciertamente las elecciones municipales se constituyen en un importante antecedente de cara a las próximas contiendas legislativas y presidenciales de 2022, aun cuando ellas estarán menos marcadas por factores locales y con mayor incidencia de opciones políticas contrapuestas.
Al igual que la mayoría de los países de la región, Brasil enfrenta una severa crisis sanitaria que Bolsonaro ha tendido a minimizar, restando importancia a las medidas de prevención, con desastrosos resultados. A ello se suma una crisis económica y una verdadera “pandemia social”, que hasta ahora su gobierno ha “manejado” con ayudas directas, que explican su apoyo en las encuestas, pero difícilmente sostenibles por mucho tiempo.
Al igual que la mayoría de los países de la región, Brasil enfrenta una severa crisis sanitaria que Bolsonaro ha tendido a minimizar, restando importancia a las medidas de prevención, con desastrosos resultados. A ello se suma una crisis económica y una verdadera “pandemia social”, que hasta ahora su gobierno ha “manejado” con ayudas directas, que explican su apoyo en las encuestas, pero difícilmente sostenibles por mucho tiempo.
Con la derrota de Donald Trump, Jair Bolsonaro habrá perdido un poderoso aliado y muchos esperan que siga su suerte. Las recientes elecciones no han contribuido a fortalecerlo pero han debilitado a sus principales adversarios.
El centrao adquiere mayor protagonismo a la hora de decidir sobre el futuro. Y todo parece apuntar a que mayoritariamente se podría inclinar por apoyar a un diablo conocido.
El centrao adquiere mayor protagonismo a la hora de decidir sobre el futuro. Y todo parece apuntar a que mayoritariamente se podría inclinar por apoyar a un diablo conocido.
Es muy difícil que la oposición, fragmentada y dividida como está, puede levantar una opción competitiva de cara al 2022. Así las cosas, tan sólo Bolsonaro podría arreglárselas para perder su pretendida reelección.